72.- El verdadero Álex López.

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Capítulo 72- El verdadero Álex López.

-El 85.-Dijo la rubia.

-El 123.-Respondí.

-Lorena, el 85.-Insistió.

Me crucé de brazos y jugué con la lengua enfadada, perdí la mirada y me senté en la parada de bus.

-Pero no ves que el 123 no es, lo pone aquí, osea, míralo.-Señalaba nerviosa el horario de autobuses.

-Osea, míralo.- Le hice burla, divertida, sabiendo que se iba a cabrear por segundos, la carretera desprendía un calor insoportable, los coches pasaban veloces contaminando el ambiente y desgastando pequeños trozos de piedra negra bien sujeta, marcaban 40 grados, era uno de esos veranos en los que las insolaciones eran mas frecuentes que beber agua, estiré el cuello de mi camiseta y abaniqué con la mano, soplaba, suspiraba, ponía nerviosos a las demás personas que también esperaban calurosas, me removía por los asientos incomoda, subía las piernas, las bajaba, tiraba a Natalia del vestido, chillaba, me subía más el pantalón haciendo que pareciera una braga, daba palmas, serpenteaba, silbaba, me hacia una coleta, después un moño, a los quince minutos me lo soltaba de nuevo.

La desesperación de Natalia era tal que se separaba de mí para no pasar más vergüenza ajena, sacó unas  gafas Ray Ban antiguas del bolso de cuero y se las puso vacilante, esperaba impaciente y supongo que también desearía no haberme conocido en esos momentos.

Sonreí.

Por fin vimos aparecer, a lo lejos, un autobús con el número 85, los que allí esperaban se levantaron veloces para coger un buen sitio, iba vacío, pero si les hacía ilusión empujarse y pelarse, genial, oye, Natalia y yo entramos las últimas y nos pusimos en los asientos más cercanos al conductor.

-Y, bueno, ¿ya has terminado la carrera?

-Lorena, la carrera de medicina son seis años y yo solo llevo uno.

Me quedé callada un instante, pensando que contestarle.

-¿No te cansas de ser tan repelente?-Pregunté, arrugando la nariz.

Ella resopló y miró el cristal, donde se reflejaban las aglomeradas calles de Benidorm, el bochorno era tremendo, gracias a Dios que el autobús llevaba aire acondicionado, y puesto al máximo, cogí mis rodillas, apoyé mi cabeza sobre ellas cansada, pensaba en lo que me esperaba, mi futuro, por así decirlo, estaba en juego, podría quedarme con él, o perderle para siempre, o solo dar un fin más amigable a nuestra extraña historia.

Extraña pero bonita.

-Haber, quedan...-Empezó a contar paradas guiándose de un plano de autobuses-4 paradas.

Me puse algo nerviosa, ojalá pudiera ir a verle cuanto antes, siento no poder explicaros la sensación que tenía en esos momentos, no hay palabras para hacerlo.

-¿Qué crees que pasará?-Me preguntó Natalia, elevando mi cabeza para separarla de las rodillas.

-No lo sé.-Me estiré vagamente.

Hizo una mueca con la boca, me miró fijamente y sonrió, podría haberle preguntado el por qué de esa reacción pero tenía demasiadas cosas en la cabeza para meter aún más. Notaba que estaba pensando, quizá planeaba un tema de conversación interesante que sacar, eran tantos años que ya habíamos perdido toda confianza.

Al fin comentó algo, de lo que más duele.

-¿Sabes algo de la gente de Brasil?, no sé, Kessylen, Dudu…-Se explicaba moviendo la mano al son del choque de sus pulseras plateadas.

-No… Bueno, Dudu me llamó, para decirme que Álex estaba bien, y para saber si me he recuperado, pero hace tres años, ya sabes.

-¿Y no te comentó nada de la pérdida de memoria de su hermano?-Natalia parecía malhumorada, ya que sabía perfectamente mi respuesta.

-No…-Odio la asquerosa sensación de sentirme mal, esa que estaba conllevando en esos momentos, parece ser que Dudu quería alejarme de sus vidas, cosa que me resultaba casi imposible de creer, pero que así era.

Natalia se percató de mi cara de decepción así que opto por cambiar de tema.

-Mira ya casi estamos llegan...-Se la veía preocupada, su cara había cogido un color blanco pared no muy estético, miré por la ventana y pude ver como nos alejábamos de Benidorm, el autobús 85 se dirija a las afueras, mi mirada hacía ella fue infernal, junté las manos y me quedé un rato observándola mientras movía la mandíbula cabreada, ella sonreía, incomoda, he intentaba evadirse con sonrisas forzadas.

-Que, que digo que... Hace sol.-Se colocaba el bolso dando ligeros golpes.

-Estamos en pleno Agosto.

Suspiré y retiré el pelo de mi frente, que me incordiaba a cada movimiento que hacía, coloqué mis manos en la cara y pensé, pensé en como matar a Natalia, ya sé que no era una solución pero era lo único que me llegaba a la cabeza en ese momento, ella se movía nerviosa en el asiento y miraba el mapa de los autobuses, como sí mágicamente fuese a dar la vuelta y llevarnos hasta Álex.

-Con que el 85, eh, rubia.-Añadí sarcástica, ella puso morritos mirando a un punto indefinido en el cristal del conductor, aunque no pudo contener la risa mucho tiempo, yo suspiré aunque también se me escapó alguna sonrisa.-Ya no llegamos ni de coña, señora "Es el autobús 85 soy rubia y pienso poco".

-Para ya.-Añadió cruzándose de brazos-Espera.-Sacó de nuevo el horario López, el cual ya estaba bastante trabajado de tanto manoseo.-Ahora es tiempo libre, de ocho de la tarde para delante, lo tenemos crudo para saber donde va, lo siento...

Natalia bajó la cabeza y pasó su brazo por mis hombros, para su sorpresa, yo sonreí ladeando la boca hacía la izquierda, como muestra de que sabía lo que hacer.

-Eso de que no sabemos donde va es mentira.

-¿Cómo?-Se extrañó.

-Es fácil, solo tenemos que buscar la discoteca más cercana y mirar entre un grupo de golfas, ahí, justo ahí, estará el verdadero Álex López.

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