11.-Medallas.

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-Capítulo 11-Medallas.

Corría a mucha velocidad, llegaba tarde a la mansión, las gotas de sudor caían por mi frente y mis piernas empezaban a pesar cada vez más, estaba pensando en Álex, en la decepción que me llevé, pero también en su rostro angelical, la fama se le había subido a la cabeza, demasiadas chicas detrás de él, demasiada belleza en su cuerpo, poca humildad en su corazón.

Llegué a la mansión con un chichón en la cabeza, me había chocado con una palmera por ir pensando en cosas ajenas.. (en el imbécil de Álex).

El conserje puso una cara un poco extraña y me abrió la puerta, entre corriendo, atravesé el jardín, donde me pinché con las espinas del rosal, llegué a la puerta, y menos mal, Kessylen estaba leyendo Crepúsculo en el porche (a buenas horas se pone a leer ese libro, cuándo ya va por la cuarta película), apartó la mirada de la lectura y se levantó histérica a darme un abrazo, yo la abracé fuerte, ella me levantó, no entiendo porque pero me dio muchísima alegría verla. 

-Lorena, que tal estás tía, cuéntame, ¿has conocido a Álex?- Kessylen cogía mi mano, al escuchar sus palabras la quité bruscamente, mi cara cogió una expresión de mala ostia y apreté los puños con todas las fuerzas que me quedaban después de haber corrido. 

Kessylen se enfadó, cogió el libro de la mesa de madera y tocando su largo pelo rojo se dirigió hacia la puerta.

-Kessy... Lo siento, es que llevo un mal día. -Me miró un poco cabreada, pero volvió a sentarse a mi lado, la mandé una leve sonrisa y volví a perder la mirada en el jardín mientras hablaba.

-Álex López no es lo que imaginaba. -Kessylen pegó un brinco y se levantó histérica, la miré desconcertada y ella, haciéndose la enfadada, se agachó.

-¿Me estás diciendo que Álex López no es guapo?

-Ojalá pudiera pensar eso, pero mis ojos no me engañan, y mi mente no puede cambiar mis pensamientos, es precioso, solo existe un prototipo de chico perfecto, y es él.

-Me estas rallando Lorena, cielo, ¿entonces qué me quieres decir? -Me levanté enfurecida, mis piernas temblaban de la rabia, ya que ese día nada me había salido como yo deseaba.

-¿Qué a que me refiero? A que es una mala persona, imbécil y un creído, cree que es el ombligo del mundo y lo que no sabe es que es un simple punto, como todos los demás habitantes de la tierra, no merece la pena conocer a personas como él… -Kessylen parecía decepcionada, sus ojos se entristecieron, quizá no debería haber hablado así de su ídolo, pero no la iba a mentir.

-Pero si el es súper amable cuando sale en la tele, con las fans es increíblemente majo, si, sé que es un fiestero, que cada día esta con una y esas cosas, pero no creo que sea malo Lorena.

-Es todo una farsa Kessylen, es para tener la fama asegurada, le he conocido, sé lo que me digo…

-No creo que le conozcas muy bien para que digas eso…-Cogió de nuevo el libro y se metió dentro, otra vez, de verdad que si hubiera un concurso de mete patas me llevaría la puta medalla de oro, me levanté y salí detrás de Kessylen.

Ella ya estaba subiendo las escaleras, lo hacía despacio, parecía un espirito, corrí hasta alcanzarla, y me caí subiendo las escaleras, Kessylen no pudo aguantar la risa y la directora se asomó por la barandilla.

-¿Lorena supongo que no acabará de llegar no?

-Umm no claro que no, estaba… Leyendo un libro. -Que mierda de excusa había puesto. ¡Pero si yo el último libro que he cogido a sido “Aprende los colores con Teo”!...

-Así, y ¿dónde está el libro?

-Lo lleva Kessylen. -La directora la miró, Kessylen levantó el libro y se lo enseñó.

-Está bien, vayan a dormir a sus habitaciones, hoy sus compañeras no han hecho la cena, pero tendrán su castigo. -La directora se metió en su habitación, yo resoplé, miré a Kessylen que se estaba riendo.

-¡¿Qué?!...-Pregunte cruzando los brazos.

-Estas muy graciosa- Ah, ya, es que claro, entre el sudor, el chichón, los rasguños en las piernas, y la herida que me había hecho al caerme en la escalera… Que guay, riámonos de Lorena.

-Anda Lorena, vamos a subir, te curo las heridas y nos vamos a la cama.

-Bueno, pero antes te cuento todo lo que he hecho con Dudu ¿no?. -Su cara se volvió a iluminar, bajó los dos escalones que nos separaban y me ayudó a subir, creo que también podría llevarme la medalla de oro a la mejor reconciliadora.

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