Capítulo 48

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—¿Ca-California? —preguntó atónito

—Caca —Tyler comenzó a reír

—Así es, Bruno. Estamos en California

—Pe-pero, ¿por qué?

—¡No tenemos idea! —exclamó Tyler—. Solo sabemos que nos trajeron aquí y ya

—¿O sea que aparte de arriesgar mi vida intentando salir de aquí, tengo que viajar varios kilómetros hasta volver a mi hogar, sin tener un solo centavo en el bolsillo?

—Sí, eso es lo triste, el hecho de que estarás a varios kilómetros de nosotros y ya no te volveremos a ver

—Tyler tiene razón, Bruno. Has sido muy buena onda con nosotros, va a ser muy duro decirte adiós

Bruno solamente asintió con la cabeza y una lágrima se escapó de su ojo izquierdo.

—Hey, no llores, piensa que lo bueno de esto es que por fin te encontrarás con ________. Recuerda que tienes que cantarle nuestra canción

—Lo haré, Ty. Lo haré —sonrió

A partir de ese momento, el silencio abundó en la habitación, nadie decía palabra alguna. Bruno se sentó en el suelo, apegó su espalda a la pared y suspiró, pensaba en lo que había dicho Josh anteriormente: "va a ser muy duro decirte adiós" , sí, iba a ser duro, pero ese era el destino, ¿no? conocer gente buena onda y en un abrir y cerrar de ojos decirles adiós. A veces deseaba no conocer a nadie, porque sabía que algún día, quiera o no, tendría que despedirse de esa persona, y eso era lo doloroso. No hay nada más triste que una despedida y más si has convivido con alguien por muchísimo tiempo, alguien que se ha vuelto muy cercano a ti y que simplemente no puedes decirle: "Hey, creo que esto es todo. Bueno... adiós" No. Bruno detestaba hacer eso, no quería separarse de sus seres queridos.

***

Otra quimioterapia. Otra vez sentirse débil. Perder cabello y ocultar su casi calva cabeza con un gorro. Dirigió su vista hacia la ventana y miró las hojas de los árboles moverse al ritmo del viento. El lugar era tan pacífico, que le daban ganas de dormir todo el día.

Miró las rosas que estaban en la mesita de noche, las rosas que Bruno le había regalado semanas atrás, era sorprendente cuánto cuidado les daba, era una de las pocas cosas que le hacía recordar a Bruno, así que debía cuidarlas como su vida.

Las rosas.

Las tomó y aspiró el delicioso aroma, sin querer una lágrima brotó de su ojo derecho.

—Bruno, ¿dónde estás? —dijo entre llantos

Su celular comenzó a sonar, rápidamente lo tomó y deslizó el dedo por la pantalla sin mirar quién era.

—¿Hola? —dijo con voz débil

—¿Adivina quiénes ya están en Las Vegas?

—Hola, Phil, ¿qué tal todo?

—Todo bien. Esta ciudad es muy bonita

—¿Los demás ya llegaron?

—No tengo idea, nadie me ha llamado, supongo que siguen volando, yo qué sé

—Mmm... —se quedó en silencio mientras mordía su labio—. Búscalo, ¿sí? —se le quebró la voz

—Tranquila, hablaré con todos los agentes de policía de aquí, te prometo que haré todo lo posible

Entre mis garras (Bruno Mars)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora