Capítulo 8

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—¡Bruno! —le dijo Phil con sus labios, sin pronunciar palabra alguna

—¿Qué hago? —le respondió de igual manera, a lo que su amigo le señaló la puerta

—Cálmate, Bruno —le susurró Jamareo, quien se sentaba detrás suyo

—No puedo —le susurró—. Me van a descubrir, ¿qué hago?

—Sal de aquí, idiota

El alfa asintió.

—_______, discúlpame, tengo que ir al baño —retiró a la chica de su regazo y salió corriendo de ahí cubriendo su boca con su puño cerrado, ya que nadie debía ver sus garras

Sintió sus orejas y el pelaje en sus mejillas crecer, corrió lo más rápido que pudo y llegó al baño en un parpadeo. Se encerró en uno e intentó respirar. No podía calmarse, su cuerpo le pedía atacar, era muy difícil para él controlarse.

Soltó un pequeño gruñido y tumbó la puerta, mirándose al espejo y sorprendiéndose al darse cuenta de que estaba a punto de convertirse en un animal. Abrió la llave y mojó su cara. No funcionó, tomó su cabeza con ambas manos y rugió varias veces. Golpeó su cabeza contra la pared, cerró sus ojos e intentó calmarse. Sintió que toda la adrenalina se iba de su cuerpo se una manera sumamente lenta.

—¿Bruno? —de pronto escuchó la voz de _______ y maldijo por lo bajo

Cubrió su rostro y se volvió a encerrar en un baño.

—Bruno, ¿estás bien?

—Estoy bien, _______, ve a clases

—¿Seguro?

—¡Estoy bien! ¡Vuelve al salón! —gritó sintiendo un poderoso coraje en su cuerpo

—No me voy a ir

—¡______, por favor! —cubrió su boca para no soltar un fuerte rugido

—¿Qué me escondes?

—¡Nada, sólo vete, este es el baño de hombres, te reprenderán!

—Bueno —fue lo único que pudo decir y salió de ahí

El alfa suspiró aliviado mientras se apegaba a la puerta y descendía hasta el suelo. La ansiedad no se iba de su cuerpo, gateó hasta el inodoro y metió su cabeza en él.

¿Qué diablos estoy haciendo? Pensó.

Escuchó que la puerta se abrió, seguido de una gran carcajada la cual sabía perfectamente de quién era.

—Bruno, si tanto apestas a lobo sudado, las duchas están en el segundo piso —rió Phil mientras se apoyaba en la puerta

—Cállate —dijo cerrando los ojos y respirando profundamente, de pronto su cara volvió a la normalidad

—¿Otra vez no pudiste controlarte? —el moreno asintió

—No sé qué me pasa, cuando estoy con ella se me acelera el pulso y ¡pum!

Entre mis garras (Bruno Mars)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora