Capítulo 10

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Otra flecha fue disparada, la cual rápidamente atrapó con su mano izquierda. Eso era lo bueno de los hombres lobo, sus reflejos eran los mejores que cualquier criatura en el mundo.

Escuchó pasos, por lo que se escondió aún más entre las ramas. Sin querer, la flecha que traía en su mano cayó directo al piso. Logró ver a _________ tomando la flecha, su vista se levantó hacia arriba y sus ojos se abrieron como platos al ver a Bruno en el árbol.

—¡Oh por Dios! —______ cubrió su boca—. ¡Bruno, ¿qué rayos haces ahí?!

—¿Por qué no me dices por qué rayos casi atraviesas mi cráneo con una de esas flechas?

—¡Lo siento mucho! Estaba practicando

El moreno bajó del árbol de un brinco.

—¿Para?

—Quiero aprender a defenderme —respondió ella mirando al piso

—¿No me digas que estás tomando un cursillo para ser cazadora? —le preguntó con todo el miedo del mundo

—Emm... bueno sí, quiero seguir los pasos de... de mi padre

Que me parta un rayo. Pensó el hombre lobo.

—¿Vas a ser asesina?

—Mira Bruno, los asesinos son esos estúpidos seres, no yo

—Los lobos no son asesinos, _______ —el moreno se cruzó de brazos—. Si los cazadores no los persiguieran y mataran todo el tiempo, ellos nunca matarían por defenderse

—Ellos acabaron con mi familia, Bruno —lo miró fijamente—. Y no descansaré hasta que TODOS estén cuatro metros bajo tierra —se le quebró la voz y se fue corriendo de ahí

Bruno no dudó un segundo y corrió hacia ella, quien se sentó en el pasto apegada al tronco de un árbol. Se sentó a su lado y la abrazó mientras nuevamente su camisa se empapaba por las lágrimas de ella.

—Ya, calma

—Los extraño, Bruno. Mi vida ya no es la misma. No hay un día en el que no llore, me arden los ojos todo el tiempo. No sabes lo que se siente que te quiten algo que amabas, que tu vida cambie en un abrir y cerrar de ojos. Ya no me importa nada, a veces no sé si seguir viviendo o no

—Linda, escúchame —el moreno limpió sus lágrimas—. Todos tenemos problemas... si tú te quitas la vida, la mía ya no tendría sentido. Eres muy especial, yo sé que duele y mucho, pero por favor, no lo hagas —la estrechó contra sus brazos y ella asintió—. Limpia esas lágrimas, odio verte así. Eres muy linda como para que irrites esos ojitos

—Gracias por aguantarme, Bruno, gracias en serio

—No hay de qué —se quedaron en silencio—. ¿Es tu perrito? —dijo señalando al cachorro

—Sí, se llama Tony

—Es muy tierno —Bruno lo acarició

Sí, tan tierno que el idiota casi me saca un ojo. 

—Deberíamos volver a nuestras casas, mañana hay clases, debo intentar dormir

—Sí, aparte parece que va a llover

—Nos vemos mañana, Bru...

—¿Te puedo acompañar? —la interrumpió

—Bueno

Rodeó sus hombros con su brazo y comenzaron a caminar.

Ya había pasado media hora, ambos muchachos conversaban sobre cualquier tema.

Entre mis garras (Bruno Mars)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora