Después de que la policía me acompañara hasta la cabaña, y que mis padres les dieran mil y una gracias a los agentes, me subí a mi cuarto a descansar.
¿Quién era ese chico? ¿Cómo me había encontrado?
Durante una hora no paro de pensar. ¿Será que mi imaginación me está jugando una mala pasada? No creo, todo lo que he vivido ha sido o
real, estoy segura. ¿O no?
Suena la puerta de mi dormitorio y veo a mi madre acompañada del chico de antes, ¿Qué hará aquí?
-Cariño, ha venido a visitarte el chico que te ha ayudado.
-Hola! Me llamo Alejandro, pero llámame Álex.
-Hola yo soy Carol. Carol, a secas.
-Hola Carol a secas.
-Jajajaja. ¿Qué haces aquí? Quiero decir... ¿en este bosque?
-Mi familia y yo vivimos aquí al lado, en el valle.
-Guau, he estado allí esta mañana, era muy bonito.
-Si jeje.
Alejandro, bueno, Álex, se pasa la mano por el pelo. Tiene los ojos verdes, verde moco, pero le contrasta genial con su tez morena bronceada. Su cuerpo es fuerte, pero no excesivo, y su manera de vestir es... ¿Campestre? Tiene una risa muy contagiosa, y una chispa en sus ojos verdes moco, que me hace respirar cada vez más rápido. No me gusta, estoy segura, pero me hace sentir de una manera, no sé, ¿Viva? ¡Y solo llevo con él 3 minutos!
-Me miras raro, ¿Llevo algo en la cara?- me pregunta curioso.
-No, es que cuando acabo de conocer a alguien, me gusta observarle. Soy así de rara. No te asustes!!
-Jajajajaj, no me asusto.
Nos empezamos a reír muy fuerte, no podemos parar, hasta que llega mi madre.
-Chicos, vamos a cenar, se hace tarde y Álex tendrá que llegar pronto a casa.
Avanzamos los tres hacia la cocina, el lugar que posiblemente, los días siguientes, será una terrible habitación de tortura.