Capítulo 18

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No sabía que hacer, porque, por un lado, un hombre le estaba amenazando, pero por el otro había matado a mi madre!
Le dijé que se fuera, que tenía que pensar. Él me dio un dulce beso en la mejilla, y se fue.
Estuve como dos horas, sin decidirme. Hasta que pensé, que había sido una estúpida, mi madre hubiese querido que lo perdonara. Ella, siempre tuvo como principio, la bondad y la empatía.

Rápidamente salí corriendo de mi casa, atravesé el bosque, hasta que llegué a su cabaña. Llamé varias veces, pero no obtuve respuesta.
Empecé a estresarme, hasta que pensé:
《¡Maldita sea! Se habrá largado, pensando que no le iba a perdonar》

Corrí desesperadamente, hasta el aeropuerto más cercano, cuando ya estaba allí, pregunté en recepción, por Álex. Se lo describí, milimétricamente, pero me dijeron que no tenían ni idea.
Con lágrimas en los ojos, y dándome por vencida, me apoyé en una pared y caí al suelo. Con la cabeza entre mis piernas, lloré desconsoladamente. ¿Qué había hecho yo para merecer esto? Posiblemente, acababa de perder, al amor de mi vida...

Levanté la cabeza, un instante, y lo vi. ¿Eran alucinaciones? Lo había dado por perdido...
Me levanté como un rayo, corrí hasta que lo alcancé, me tropecé con un señor, que tenía cara de querer matarme, pero me daba igual, me daba exactamente igual. ¿Qué me pasaba? Parecía, que me había vuelto, completamente loca.

Cuando choqué con él, se dio la vuelta, impresionado, y le besé.
Le besé apasionadamente, le besé como jamás imaginé que iba a besar a alguien.
Me aparté para respirar, me miró con esos ojos, esos ojos color moco tan bonitos, a los que tanto amaba.
Le volví a besar.
Él apartó la maleta a un lado, y me levantó. Yo empecé a a reír, como una tonta. Nunca me había sentido tan inmensamente feliz... Ojalá mi madre pudiera verme...
Él me susurró:
-Te quiero- aquello, me hizo enloquecer.
Luego gritó:
-¡La quiero! - Y todo el mundo le miró. Yo me tapé la cara, muerta de vergüenza.
Cuando abrí los ojos, me di cuenta de que éramos el centro de atención, y no pude evitar sonrojarme.
Álex me bajó, y todos, comenzaron a aplaudir. Él y yo empezamos a reír, a carcajadas.

Luego, nos dimos la mano, y supé que aquel chico, con aquella sonrisa, que era capaz de derretirme, era con quién quería pasar el resto de mi vida.

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