¿Me estaba precipitando? Quizás. Pero en ese momento estaba tan segura... Mientras la gente aplaudía, Álex y yo fuimos a casa. Cuando entré en la mía, vi a mi padre sentado en el sofá leyendo el periódico. Pero había algo raro en ese periódico, las hojas estaban completamente vacías, en blanco.
-Papá, ¿Qué lees?
-Un artículo muy interesante, hija mía.
-¿Te encuentras bien?
-Claro, Carolina, estupendamente.
Dejé pasar el extraño hecho de que mi padre me haya llamado Carolina, en vez de Carol, nunca me llama así.
-Bueno, tengo mucho sueño, me voy a la cama. Buenas noches.
-Buenas noches, Carolina. -¡Otra vez!
Subí a mí habitación y me puse el pijama, corriendo, me metí en la cama y encendí el portátil. Menos mal que antes de venir, me descargué unos capítulos de Pequeñas Mentirosas para no verlos online. Me fascina ver como ese ser tan misterioso, que se hace llamar 'A', pueda torturar a esas chicas sin ni siquiera que se le vea, lo que decía, increíble. Entre muñeca y muñeca me duermo, pero a las 2 de la mañana, me despierta un ruido. Sí, era mi padre hablando. Pero ¿Con quién? Y, ¿A estas horas? Bajo las escaleras cuidadosamente intentando no hacer ningún ruido, y me escondo en los barrotes de la barandilla.
Cariño, por fin puedo hablar contigo. Te echo mucho de menos, y Carolina también. Te queríamos mucho ¿Sabes? Y nunca te vamos a olvidar, ¿Podremos volver a hablar?
-¡Papá! ¡Papá! -grito.
Y de repente, en un momento impredecible, mi padre, cae redondo al suelo. Lo llevo a la cama y lo acuesto. Le sigue latiendo el corazón, menos mal. ¿Habrá sido otra vez Álex? No creo. No, eso espero. Entre mis pensamientos, se despierta mi padre.
-¡Carol! ¿Qué hago aquí a las 5 de la tarde? ¿Cuándo has llegado a casa?
Mi padre ha vuelto a ser el de antes, no esa extraña persona que me ha recibido al llegar a casa, o la que estaba hablando, solo. ¿Qué ha pasado?