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Muchas personas odian los hospitales. Les da terror, o más bien, impotencia, pues si el médico anunciaba una "mala noticia", no habia nada más que hacer que esperar... Esperar a ver como algo o alguien se iría para no volver jamás.

Pacifica Pines siempre tuvo ese miedo.

-¡No puede ser verdad!- exclamó la rubia a mar de llanto mientras que una castaña a lo lejos veía todo con naturalidad -¡Ella... Ella estaba...! Ella no quería comer~- se dijo Pacifica dandose cuenta de sus propias palabras, la prueba de que Rabel no está bien estaba en sus propias palabras.

-Señorita, por favor, no se altere, hay muchos pacientes descansando como la señorita Gleeful. No creo que deseé incomodarlos ¿no es así?- habló la enfermera tratando de hacer reaccionar a la joven rubia que seguía llorando. Ella asintió con dificultad, recordando todos los momentos que habia pasado con las castaña de ojos azules, pensando en su actitud extraña, su figura, su salud. Cada vez que un recuerdo venía a la mente lloraba aún más, pues se regañaba por nunca notarlo, por nunca ayudarla. La culpa invadia su mente, tenía un hueco en el corazón, sentía impotencia.

"Si yo hubiera..." "Si me lo hubiera dicho..." "Soy una estupida ¡¿por qué nunca lo sospeche?!" eran las palabras que resonaban en su cabeza. Pacifica fue a sentarse en una de las bancas de afuera del lugar, tomando aire y llorando con más dolor.

Por otro lado, la castaña que habia presenciado la escena de la rubia, seguía en el mismo lugar desde hace ya varias horas, aun con el mismo celular en la mano con el que habia llamado a Souhtwest y la misma sonrisa rota en su rostro.

Mabel sentía que veía la misma pelicula que vio hace tres años, una chica en camilla que sólo desea morir y otra llorando y sintiendo culpa. Todo era igual, las palabras, los movientos. Sentía que habia regresado en el tiempo, bueno, técnicamente es lo que hizo, pero no cambiaba nada, todo seguía igual, por más que haya hecho todo... No sirvio de nada, el futuro ya estaba dicho.

"¿Por qué?" era lo unico que pensaba Mabel con dolor. Había pensado que llegando a esta dimension, podría dar un final feliz a su reverse, pensaba qe cada buena acción era recompensada. La única recompensa que deseaba era la felicidad de Rabel ¿qué obtubo? Vivir el mismo infierno otra vez.

Y ahora venía la peor parte...

La joven Pines levanto la mirada, sabía lo que iba a pasar.

Pacifica entró al hospital de nuevo, con paso seguro hacia los pasillos y buscando el cuarto donde reposaba la joven de apellido Gleeful, no le interesaba si no le permitían el paso o los reclamos de las enfermeras diciendo que no podía pasar, ella estaba decidida a hablar cara a cara con Rabel.

-¡¿Por qué nunca me lo dijiste?!- exclamó con las lagrimas en los ojos despertando a la castaña que descansaba.

-Pacifica~

-¡¡Pude haberte ayudado!!- siguió la rubia acercándose a la castaña la cual sólo bajo la cabeza.

-Pudiste haber mejorado- susurró Mabel antes de que Pacifica dijiera las mismas palabras.

-No quería preocuparte por mis asuntos- fue lo único que contestó la millonaria.

-¡¿No querías preocuparme?!- cuestionó la rubia.

-Puedes morir- volvio a susurrar la castaña de ojos marrones para luego escuchar como la rubia decía lo mismo. Todo es igual.

Mabel comenzó a enredar sus dedos en su cabello, sonriendo débilmente mientras sus lagrimas bajaban por sus mejillas. Su sonrisa se fue desvaneciendo con el tiempo mientras seguia escuchando la "conversación" de ambas chicas, ronpiendose por completo.

-¡¿Por qué no confiaste en mí?!- gritaba con dolor Pacifica mientras las enfermeras trataban de sacarla. Aunque no lo demuestre, sólo lastimaba más a la joven Gleeful.

-Este problema es mío- susurró con dificultad Rabel antes de mostrar una sonrisa confiada, la cual era completamente falsa -No quiero tu ayuda, ni la de nadie, nunca la querré.

La joven rubia de ojos celestes no respondió, pero seguía resistiendose a la chicas que querían sacarla del lugar. Necesitaba oir el porqué.

-No te odio, tampoco te envidio, es más, te considero una de mis mejores amigas. Entre las pocas que poseo, te tengo cierto aprecio- comenzó a hablar la millonaria -Pero no por eso te incluire en algo que yo decidi meterme, son mis problemas, no tengo ninguna obligación a decirtelo- decía Rabel con total frialdad, ocultando todo su extremo dolor -Decidí dejar que mi problema termine lo que empezó, por más que no lo desees, guarda tus sermones y respeta mis decisión. Quiero acabar con todo, si enserio quieres ayudar será mejor que te hagas a un lado y no te atrevas a volver a llorar enfrente de mí, me harías un gran favor. Sal de aquí y deja de molestar a las pobres enfermeras que sólo desean seguir con su trabajo. Aprecio que estés preocupada por mí, aprecio que tus lagrimas sean por el miedo por el estado de mi vida, pero no las necesito. Sólo déjame descansar en paz.

Finalizó la castaña de ojos azules con la mirada fría ante la imagen de la rubia llorando. Sin decir ninguna palabra, se largo.

Al salir de la habitación, Pacifica y Mabel cruzaron miradas. Ambas con lagrimas en el rostro, no decían nada, ambas en el mismo estado. Como un espejo, hacian las mismas acciones, jalar su cabello, abrazarse, identico.

La rubia dirigio su vista a otro lado y caminando a paso lento salió del hospital.

Mabel por otro lado, seguía sin moverse, repitiendo en su mente las palabras que su reverse habia dicho a Southwest. Habia algo diferente.

No era una diferencia gigante, sólo faltaba una palabra, la cual, si se piensa bien, no hubiera tenido sentido que Rabel la haya dicho a Pacifica.

Hace tres años, la ex-novia difunta de la castaña de ojos marrones habia dicho lo mismo que la millonaria, con la misma frialdad y el mismo tono. Sin embargo, al final de la oración, Pacifica Northwest había finalizado sus palabras con un "Terminamos".

Beautiful -[Mabelcest] #PremiosGravity2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora