Capítulo 3

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Son las cuatro y media de la mañana, yo creo que deberíamos irnos, ya llevo más chupitos de la cuenta y me siento un poco achispada, aunque Beth y Logan están en su mejor momento, siempre y cuando no están discutiendo, están compitiendo y creeme cuando digo que verles competir sobre quien bebe más, no es divertido. Aunque siempre acaba ganando Beth.

-¡Oye Beth!-le grito.-Voy un momento al servicio, cuando vuelva ¿marchamos?

-Vale vete, ¡mira que eres aguafiestas Audrey! Siempre estás igual, disfruta ¡hoy es nuestra última noche como estudiantes!-dice mientras coge su copa y se acerca corriendo a Logan para seguir bailando.

Suspiro y me acerco hacia el baño. Al girar la esquina, no me doy cuenta pese a mi lamentable estado y me choco contra alguien, con la mala suerte de que me caigo de bruces contra el suelo.

¡Joder! La noche no para de mejorar.

Cuando me quiero dar cuenta tengo una mano tendida ofrenciéndome ayuda para poder levantarme. La acepto y me incorporo.

-¿Está bien señorita?- comenta el chico que tengo delante. 

Yo presa del pánico y de la vergüenza que estoy sintiendo al haberme caído lo único que alcanzo a vocalizar mirando hacia el suelo es un- Sí, gracias, discúlpeme... Iba con prisa y sin mirar.. Y...

-No se preocupe.-me corta.- Debería mirarse esa rodilla, tiene un poco de sangre.

Instintivamente me miro la rodilla y caigo en la cuenta de que me he roto las medias, y un fino hilo de sangre esta bajando por mi pierna. ¡Auch! ¿Pero por qué tendré que ser siempre tan patosa? Bueno, quizás es que llevas cinco chupitos de más, me grita mi subsconsciente.

Me estoy muriendo de vergüenza, el chico me tiende un fino pañuelo de seda y yo reparo por primera vez en él.

Es moreno con el flequillo un poco largo y con los lados de su cabeza rapados, tiene los ojos grises más bonitos que he visto en mi vida, por un momento creo que llevo demasiado tiempo mirándole fijamente, y presa de mi timidez aparto la vista de él para volver a fijarla en el suelo.

-No, me arreglaré con un poco de papel de los lavabos, no... no se preocupe, muchas gracias...-comento algo tímida.

 Joder, ¿qué me está pasando? Parezco tonta y él debe de estar pensando lo mismo.

-Vale, tenga cuidado de no arrollar a más personas en lo que queda de noche.-me comenta con una sonrisa mientras se da la vuelta y comienza a andar hacia la barra hasta que se coloca al lado de otro chico.

Va con un impecable traje gris claro, acompañado de una fina corbata negra. No puedo evitar fijarme en su espalda, qué bien le queda el traje. 

Al girarse, ve que le estoy mirando y esboza una sonrisa, yo aparto rápidamente la mirada, ruborizada por el echo de que me acaba de pillar mirándole. Decido meterme en el servicio y lavarme un poco las manos y la cara, y colocarme un trozo de papel sobre mi rodilla. 

Ya de nuevo en la pista, veo a Beth que me está mirando se acerca y automáticamente repara su vista en mi rodilla.

-Audrey, ¿estás bien? ¿Qué te ha pasado? Oye, por cierto ¿Quien era ese chico? ¿Has ligado? No dejas nunca de sorprenderme, venga vámonos a casa.-me dice cogiéndome del brazo y llamándo a Logan para que vaya a recoger nuestros abrigos.- Vas a contarme ahora que es lo que ha pasado.-añade riéndose.

De camino a casa le cuento a Beth mi fortuito encuentro con el Señor ojos grises, y no puede dejar de reirse de mí, sabe que soy muy tímida y que en estas ocasiones lo paso mal.

-¡Beth, para tia! No hace gracia, lo he pasado fatal...-le digo. 

-Esas cosas solo te pueden pasar a ti Audrey, pero has de reconocer que el tío estaba muy bueno.- dice mientras sigue riéndose.

-Pues... sí, pero eso no tiene nada que ver, ¡tía me he chocado con él, que vergüenza!.-digo mientras entierro la cabeza entre las manos.

Beth sigue riéndose.

 -Bueno después de todo esto ¿Quedamos mañana por la mañana para desayunar?-pregunta.  

-No puedo Beth tengo mañana el día entero de entrevistas, bueno mañana -digo mirando el reloj- en unas cuatro horas y media.

-Anda, deja de quejarte Audrey, ¡no aguantas nada!-dice.- Mañana después de comer me paso por tu casa y vemos una serie, y así se nos pasa la resaca.-dice sacandome la lengua.

La verdad es que ninguna solemos tener resaca, yo suelo tener algún que otro pequeño dolor de barriga, pero Beth después de una noche como la de hoy, mañana va a estar igual de perfecta.

Ya en casa me pongo el pijama, y después de curarme la rodilla con un poco de agua oxigenada y ponerme una tirita me meto en la cama, miro el reloj, las 05:32 am.

 Suspiro y cuando me doy cuenta estoy pensando otra vez en aquellos ojos grises que quizás no me miraran a mí, pero yo quiero creer que sí, y con cientos de pensamientos en mi cabeza caigo profundamente en los brazos de Morfeo.

Todas las noches en las que el cielo se vuelve grisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora