Capítulo 18

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Martes.

Estoy en mi despacho, acabando de colocar unos presupuestos. Casey me ha dicho que los lleve al archivo general de la empresa.

-Genial. El archivo general está en la planta veintisiete.-pienso.

Salgo de mi despacho con los papeles en la mano, y llego hasta el ascensor.
Pulso el botón, y veo como en la pequeña pantalla los números van subiendo.

Planta Veintisiete.

Genial.

Son solo las 10:12 de la mañana, pero hoy me he levantado bastante contenta para mi estado habitual.

Haber estado ayer con Matt me ayudó bastante.

Salgo del ascensor y me encamino hacia la puerta del archivo general.
Cuando abro la puerta, veo a Darek, desesperado buscando algo.

-¿Darek? ¿Qué haces?-pregunto.

-Mi jefa, que ha perdido unos archivos y ahora tengo que pelearme con todos estos papeles para encontrar el papelito correcto.-suspira.

-Suerte con eso.-le digo mientras le saco la lengua.

Me mira.

-¿Y qué hay de tí? ¿Qué haces aquí?

-Casey me ha enviado a archivar los presupuestos de la editorial del mes pasado. Un coñazo pero bueno, almenos no estoy todo el rato en el despacho.-digo.

Darek se ríe, y me dice que hoy por la tarde me tiene que enseñar una sorpresa.

La verdad es que no me gustan las sorpresas, y tras haberle presionado un poco para que me lo cuente, no ha dicho ni una palabra.

Estamos riéndonos a carcajadas por que le estoy poniendo morritos para darle pena. Pero no me lo cuenta.

De repente una voz nos saca de nuestra ensoñación

-Me encanta ver cómo se divierten en horario laboral.

Creo que al oir esa frase los dos hemos dejado de respirar al unísono.

Alzo la mirada y veo al señor Nathan Mills en la puerta.

Tiene los brazos cruzados y el gesto de su cara no presenta muy buenas vibraciones.

-Señor Blayne, ¿no debería estar en su departamento? No sé, ¿llevándole cafés a su jefa por ejemplo? ¿O haciéndo el trabajo por el qué le pago?-bufa.

Darek se queda blanco al instante. Recoge los papeles y sale por la puerta sin mirar atrás.

Yo bajo la mirada rápidamente a mis dedos y vuelvo a concentrarme en los presupuestos.

Presupuestos.

Presupuestos.

-Audrey, concéntrate.-me repito una y otra vez.

Puedo sentir su mirada desde la puerta. Tras unos minutos en esta terrible situación, cierra la puerta y se adentra en la habitación.

Está demasiado cerca. Tanto que puedo notar la fina tela de su traje gris rozandome el hombro.

Otra vez esa sensación a su contacto. Otra vez esa electricidad inexplicable. Joder. Me tiene calada al completo.

Huele a gel y a ciertos cítricos. Es delicioso y embriagador.

Mi respiración se acelera con su contacto. Presa de todas estas sensaciones, de su proximidad. Y no se por qué, pero creo que a él le sucede lo mismo.

No sé de dónde saco el valor pero consigo girarme y quedarme frente a frente con él.

Me fijo en cómo sus preciosos ojos grises me miran. Brillan con un toque de deseo, y saberlo hace que me encienda la piel.

Bésame.

Bésame, porfavor.

No dice nada, yo tampoco.
Solo se oye el sonido de nuestras respiraciones entrecortadas llenando el ambiente y aislándonos del resto del mundo.

Solo él y yo.
Solo Nathan y Audrey.

Estira su mano y por un momento pienso que me va a tocar. Estoy deseando su contacto, casi se lo estoy suplicando.

Tócame.

Tócame, porfavor.

En el último momento desvía la mano y coje un archivador, y tras suspirar unas cuantas veces, se dirige decidido hacia la puerta.

Se para mirándo hacia la puerta, se pasa la mano por el pelo unas cuantas veces en señal de desesperación y después finalmente se va.

Yo observo la puerta detenidamente, intentando controlar mi respiración jadeante.

-¿Cómo ha conseguido ponerme así sin ni siquiera tocarme?-me pregunto.

Todavía puedo sentir su olor, su calided.
Mi cuerpo está pidiendo a gritos que regrese, que me bese, que me abrace y que no me suelte nunca más.

Suspiro profundamente.

Apoyo las manos en las inmensas carpetas, y tras colocarlas en la estantería me voy.

Mientras estoy en el ascensor me tomo unos segundos para recuperarme.

Se abren las puertas, y llego a la conclusión, de que lo único que quiero es correr hacia su despacho y suplicarle que me bese de nuevo.

Sacudo la cabeza haciendo desaparecer esa idea de inmediato.

Ya en mi despacho llamo a Darek, porque me siento fatal por la reacción infantil de Nathan.

Le pido perdón, y le digo que quedamos más tarde para que me enseñe la sorpresa.

La verdad es que tengo curiosidad.

La tarde pasa lo más aburrida posible.

Unos cuantos arreglos en unos PDF que me ha pasado Casey y organizar unas cuantas reuniones.
¡Chupi! ¡Viva el aburrimiento!

Son las 20:30 recojo mis cosas y me encuentro con Darek en el vestíbulo de la redacción.

Me da un abrazo y nos encaminamos a la salida, pero antes de salir me dice

-Vale, ahora cierra los ojos.

-Darek... Me estás asustando.-digo temerosa.

-¿No te fías de mi?-pregunta.

Asiento y cierro los ojos.

Me da la mano y me guía hasta la calle, andamos unos pocos metros y de repente se para.

Me dice que abra los ojos, y me quedo flipando cuando de repente veo como un impresionante Camaro Coupe negro está aparcado delante de mis ojos.

Abro la boca.

-Me estás vacilando. ¿Es tuyo?-le pregunto dando saltitos y acercándome al coche.

Darek se ríe y asiente como un loco.

-¡Me muero! ¡Que bonito es Darek!

-¿Quieres... dar una vuelta?-me pregunta con las llaves en la mano.

-¡Pues claro! ¡Eso ni lo preguntes!-le quito las llaves del Camaro y me siento en el asiento del conductor.

Meto la llave en el contacto y noto como el motor ronronea bajo nuestros pies.

Creo que me esta dando algo.

-Pero, ¿a dónde vamos?-le digo riendo como una tonta.

-Tú tira, vamos a tomar algo. Hoy nos lo merecemos.-dice mientras me sonríe.

Y con el volante del increíble coche de Darek entre mis manos avanzo por las calles de Seattle y me olvido de todos mis problemas.

Todas las noches en las que el cielo se vuelve grisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora