Capítulo 21

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Esto es una locura.

Nathan vuelve a inclinarse sobre mí y me besa justo debajo de la oreja a la vez que desliza sus dedos bajo mi ropa interior y comienza a acariciarme lenta y seductoramente.

Intento con todas mis fuerzas mi respiración, no gemir ni hacer ruido, pero cada vez es más difícil.

-Sssh.-me susurra al oído.- Estáte callada.

Esto no está bien. Nada de esto está bien. Sé que esto es un error, pero no quiero que se detenga por nada del mundo.

Poco a poco se va adueñando de mi cuerpo, y yo deseo, y necesito que lo haga.

Vuelvo a soltar un gemido.

Nathan introduce dos de sus dedos en mi interior.
Y ahí está.
Esa corriente eléctrica entre los dos. Esa corriente que se desata entre nosotros y nos hace gemir y apenas puedo disimularlo.

Sus dedos continúan de manera implacable. Moviéndose dentro de mí.

Me revuelvo contra su cuerpo pero Nathan me sujeta por la cadera de una manera de posesión, y me estrecha mucho más contra él.

-Dios...-susurro casi inaudible.

Cierro los ojos.

El placer se desata dentro de mí. Vuelvo a revolverme e involuntariamente acomodo mi trasero en su entrepierna.

Nathan gruñe al contacto y acelera sus movimientos.

Me agarro con fuerza a su brazo, le cojo la mano y le muerdo para ahogar cualquier gemido.

Nathan introduce sus dedos una vez más y yo recuerdo. <<No debo gritar>>

Apoya la palma de su mano contra mí, y antes de que me dé cuenta, estallo en mil pedazos de placer.

Estoy exhausta. Quiero gritar a pleno pulmón pero me contengo.

Tengo la sensación de que la temperatura ha subido demasiado.

Mi respiración, que no ha llegado a calmarse del todo se vuelve irregular otra vez.

Tímida, me giro. Alzo los ojos y entrelazo mi mirada con la suya. Brilla. Su mirada brilla de puro deseo.

Sin separarnos ni un centímetro el uno del otro Nathan me saca de mis pensamientos.

-Eres genial Audrey...-dice mientras posa su frente sobre la mía.

Me quedaría a vivir aquí, en este mismo instante. Con él.

-Nathan...-susurro.

-Me encanta como dices mi nombre.-dice con rabia mientras me empuja contra la pared.

Ahora solo somos deseo y respiraciones aceleradas que poco a poco van encendiéndose.

Se separa un poco y se toma unos segundos para contemplarme justo antes de volver a besarme de esa manera que me tiene loca. Salvaje, apasionado y apremiante.

Vuelve a deslizar sus manos sobre mis caderas. De un acertado tirón baja mis pantalones, rompe mis bragas y el fino sonido de la tela rasgándose me excita.

Me levanta tomándome por las caderas y sin darme cuenta y con un suave movimiento entra en mí.

Inmediatamente toma mi boca para acallar el grito que sabía que daría.

Comienza a moverse con fuerza, sin ninguna piedad y me arrastra con él al placer más increíble y espectacular de mi vida.

Suspiro con fuerza.

Gruñe y yo instintivamente enrosco mis piernas a su cintura.

-Joder, Audrey.-gruñe contra mi boca.

Sus manos se mantienen firmes sobre mis caderas, mientras él sigue con su ritmo.

Es maravilloso.

Trato de controlar mis sentimientos, mis emociones y mi cuerpo, pero es inútil.

Cada vez que Nathan se pega a mí pierdo la cordura y sólo puedo sentirlo cómo si fuésemos uno.

-Audrey...-vuelve a gruñir.

Me besa el cuello, va depositando suaves besos hasta mi clavícula, donde me muerde y yo me rindo a él.

El dolor y el placer se funden y yo solo puedo agarrarme a su espalda.

Estoy perdida.

Ahora lo sé. Estoy locamente perdida.

Perdida por el señor Nathan Mills.

Sus movimientos se hacen implacables.

Posa una mano sobre mi cadera, mientras la otra la coloca detrás de mi nuca.

No aguanto más. Todo mi cuerpo se tensa, y por segunda vez, me dejo ir.

Necesito gritar, pero otra su boca posee la mía, acallando cualquier grito.

Su respiración se vuelve acelerada. Sus brazos y su espalda se tensan y se pierde en mí susurrando mi nombre.

El sonido mas maravilloso de toda mi vida.

Cierra los ojos y me abraza.
No sé cuanto tiempo llevamos así, pero reconozco que ahora mismo no quiero estar en ningún otro lado que no sea éste.

Después de unos minutos se separa de mí.
Me gustaría poder decir algo, pero soy incapaz de articular palabra. Miro al suelo, con un sentimiento que no soy capaz de reconocer.

¿Miedo? ¿Tristeza? No lo sé

Nathan me mira con sus preciosos ojos grises, ve mi expresión se acerca y me da un suave pero tierno beso en la frente.

Todavía sigue vestido y yo todavía estoy con la parte de arriba del pijama intacta.

Vaya, con que al señor Mills le va el aquí te pillo aquí te mato. Río para mis adentros.

-Hey pequeña, despierta.-Me dice sonriendo.

Creo que ahora mismo tengo una sonrisa de tonta en la cara al oirle llamarme así.

¿Cómo es tan adorable ahora y después en cuestión de minutos ser el cabrón presuntuoso de siempre?

Creo que llevo demasiado tiempo sumida en mis pensamientos cuando Nathan continúa hablando.

-Espero que no te importe, pero me voy a dar una ducha.-dice.

Le indico dónde está, y mientras va hacia el servicio se va quitando la camisa y, me quedo impresionada al ver su perfecta espalda llena de tatuajes.

Creo que acabo de descubrir el cielo. Quiero ver, tocar y besar cada uno de esos tatuajes.

Nathan se gira, ve que le estoy mirando, se apoya en la puerta del baño y me pregunta con una sonrisa lasciva en los labios.

-¿Vienes?

Yo asiento, y ahora sí que sí.

Ahora sé que estoy total y locamente enamorada del señor Nathan Mills.


Todas las noches en las que el cielo se vuelve grisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora