Capitulo 13

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CAPÍTULO 13:


Dolor, así empezó todo. No podía recordar algún momento en que haya sufrido tanto como en ese mismo instante. No había nadie lastimándome, pero me estaban matando igual. No había ningún arma disparando, pero aún así sentía agujeros arder por todo mi cuerpo. No había nadie mirando, pero se sentía como si me estuvieran estudiando de cerca.

Grité. Grité intentando liberar el sofocamiento dentro de mí. Grité para que alguien me escuchara, grité para no pensar, grité, y seguí gritando.

Mis entrañas crujían, mis venas explotaban, mi cabeza se derretía, mi corazón iba más rápido que nunca.

El calor dentro de mi cuerpo era insoportable sin más decir. Me estaba quemando vivo,, y aunque mis ojos no veían más que manchas negras, sabía perfectamente que a mi alrededor no había más que tierra lodosa, de un color oscuro espectral, cuya textura daba la impresión de que en cualquier momento te tragaría y aunque lo intentaras no saldrías de ahí, parecía lava, pero no quemaba.

No era eso lo que quemaba, no era eso lo que me estaba matando, no era lo que me estaba haciendo padecer el peor tormento en mi vida.

Era algo más. Era como si estuviera "adaptándome" a eso. Como si el suelo quisiese que yo fuera como él, como si quisiese que fuera parte de él. Sentía en mi alma, porque no tenía ni la más mínima pista, que esa tierra me estaba castigando por haberme separado, sentía que me pedía que haga un sacrificio por ella, sentía que me estaba haciendo suplicar por volver a ella.

Pero solo eran sentimientos.

Pero solo eran indagaciones.

Solo era instinto.

Arañé mis brazos intentando sacarme la piel para que mis músculos respiraran. Hice lo mismo con mi cara, pero en el proceso lastime mis ojos. Mejor, ahora no podría ver como quedaría mi cuerpo con tanta agresión.

El constante sonido agudo que resonaba en mi cabeza me hizo explotar. Apreté mi cabeza entre mis manos y sentí sangre en ellas, pero solo fueron instantes hasta que no quedó más que un intenso dolor en mis oídos.

Grité más fuerte que antes. Gemí hasta que mis pulmones no aguantaron. Pensé rápidamente en alguna forma de terminar con esto. No tuve ni tiempo de considerar algo más cuando la solución perfecta cruzó por mi mente.

Terminarlo definitivamente.

Creo que la decisión me tranquilizó y por dos segundos no grité ni sentí tanto dolor.

Estaba en paz con mi destino.

Tomé una bocanada de aire preparándome para el final. Posé mis manos a los costados de mi cabeza sin dudarlo ni por una milésima de segundo.

Era la respuesta correcta, a todo. A mi sufrimiento, al calor intolerable, a ver sufrir a mis amigos, a ver inconsciente a Andy, al ver el dolor en los ojos de quien considero mi hermano.

Era la respuesta correcta.

Tomé mi cabeza con fuerza, despidiéndome mentalmente de todos, y todo.

De repente todo se torno negro, pero antes de caer a la nada, pude ver a mi amigo abriendo una puerta que ni había notado, corriendo hacia mí, y fué ahí que entendí que cometí el error más estúpido de todos.

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