capitulo 18

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CAPÍTULO 18:

Amanda

-Buenos días Amanda- Una voz clara y firme me saludo. La confusión empezaba a crearse dentro de mí, de repente los recuerdos de lo que había pasado volvieron.

La mujer, la mujer que quiso arrebatar todo de mi, esa mujer que me destruye física y mentalmente, esa maldita mujer que... que ya no podía escuchar.

-¿Dónde está?- Pregunte a la señora delante de mí.

-La doctora se encuentra momentáneamente en otra habitación de..-

-No, no hablo de Gina, hablo de la mujer en mi mente, que han hecho para sacarla.-

Ella sonrió, contenta, pero no maliciosamente. Parecía como si esto fuera una buena señal, que todo iba de acuerdo al plan. Me sentí en buenas manos, ella irradiaba confianza y paz, muy parecido a como me sentí con Gina.

-Lamento no poder decirte ahora lo que sucedió, pero imagino que tienes ganas de salir de está camilla.-

Reaccioné a dónde me encontraba. Blanco, blanco, y más blanco. No quise ni preguntar cómo había llegado a ese punto. Acostada, inconsciente, vestida con una extraña bata del mismo color que todo lo demás, con tubos conectados a mis venas inyectando algo que no sabía que era.

Asentí a su propuesta, tenía unas ganas inmensas de salir de aquí y buscar a mis amigos. Segundos después vino un un enfermero, o eso creo que era, y me quito todo lo que me impedía levantarme y salir de aquí. Felicia, la mujer que me despertó, me entregó un overall blanco y unas zapatillas del mismo color.

-¿Hay algo en este lugar que no sea blanco?- Pregunté con gracia.

-Si, lo hay, y eso es exactamente lo que quiero mostrarte una vez que estés lista.-

Después de eso me dejó un tiempo a solas, para que me vistiera, y arreglara. Le agradecí por eso, y mientras estuve sola intenté congelar el agua en el vaso de la mesa de luz y me asusté cuando congelé también todo a su alrededor.

Decidí que no era buen momento para experimentar y dejé el cuarto.

-¿A dónde vamos?- Pregunté cuando empezábamos a caminar.

- Primero iremos al cuarto de ciencia.-

Asentí mientras seguía su tranquilo y firme paso. Mientras caminábamos ella me explicaba cómo funcionaban las cosas aquí. Todos, o la mayoría, tenían poderes como yo, y me comentó que nos llamamos daimondios y provenimos de un planeta diferente al nuestro. También me dijo sobre la historia de éste pero no presté mucha atención.

-Wow, esto es inmenso.- Comenté admirada, mirando el inmenso galpón, claramente blanco, que se situaba delante mío.

-Lo es. Aquí se enseña, estudia y practica diferentes formas de mejorar nuestras aptitudes, de entenderlas y usarlas de la mejor manera. En la sección 4 que se encuentra delante nuestro se producen los armamentos y artículos de ventaja.-

Podía ver explosiones, risas, charlas, silencio, concentración, y muchísimas cosas más, todo concentrado en 8 metros cuadrados. Mesadas de mármol blanco donde diferentes personas trabajaban para desarrollar las aptitudes del modelo de prueba, una chica que estaba encerrada en un cuadrado de cristal detrás de ellos, dónde corría, saltaba, y peleaba contra los obstáculos que le ponían.

-La sección de allá.- Señaló un área del mismo tamaño que la anterior pero situada a la derecha del cuadrado de cristal.- Es el área de estudio. Analizan las reacciones químicas del cerebro del modelo estudiado y las mejoras que tendría que hacer para luego mandarlas a la sección que ya te he contado. Está se llama sección 3.

Pude ver que en esa sección, aunque tuvieran el mismo espacio que en la 4, se amontonaban todos en las computadoras más cercanas a la chica en la caja.

-¿Por qué no usan todo el espacio del que disponen?- Pregunté.

- Si esperas unos segundos verás por qué.-

Nos corrimos de dónde nos encontrábamos y nos introdujimos más cerca de la sección del lado derecho de la caja.

-Esta sección es la primera, aquí deciden que pruebas hacer, pero también reciben resultados de la sección 3 para ver lo que se necesita más. Es la más chica de todas, ya que solo con unos cuantos encargados en las computadoras basta. Y la sección 2 es dónde actualizan el funcionamiento de la Inbox, que és la jaula de cristal en la que se encuentra el modelo de prueba.-

-¡Felicia!- Llamó alguien de la sección 1. - Si vienes de guía, te aviso que en dos segundos va a suceder la falla, así que si quieres mirar hazlo pero ponte en un lugar seguro.-

-Gracias Ed.-

Nos movimos detrás de la sección 1 cuando escuchamos un gran estallido. Una bola de fuego se empezó a crear en la jaula e incrementaba tamaño, mientras que La chica estaba a unos 3 metros de ella. Me tapé la boca del horror, sabía que ella era un daimondio, pero aún así el fuego es mortal para cualquiera. De repente, junto sus manos y creó una especie de esfera azul que incrementaba tamaño, aunque no con la misma fuerza que la de fuego.

Y de un momento a otro apuntó al corazón de la llama y lanzó un poderoso rayo, de lo que imaginé era frío, que chocó contra la jaula, traspasando y apagando el fuego, pero debilitando el cristal, y rompiendo la fuerte barrera de vidrio.

Ví como todos los de la sección 3 se cubrían las cabezas y se pegaban contra las computadoras, mientras que diferentes pedazos de hielo, o fuego caían a sus espaldas.

Entendí porque era todo el espacio, habían fallas en la jaula, y así evitaban quemarse o congelarse, dependiendo el caso.

Alguien cesó el fuego, y pararon los rayos. Respire tranquila al ver que todos en la sección 3 se encontraban en perfectas condiciones, y ya se estaban enchufados a sus computadoras analizando lo sucedido.

La chica haciendo la prueba salió de la jaula y Felicia fue a saludarla y hablarle, mientras yo seguía admirando el resto del galpón.

Caminé a lo largo del lugar, y encontré muchas más secciones 1,2,3 y 4 rodeando muchos más cuadrados de cristal y rayos que salían de ellas.

Tú...

Una voz habló, y busqué su proveniencia.

Tú tienes algo que me pertenece.

Me asusté, no podía ser ella, no podía volver a aparecer cuando estaba todo tan bien.

Acercate a mi, dejame verte, dejame verla a ella. Déjala salir, no puedes enterrarla, ella no se lo merece.

No, no era la mujer era alguien más. Busqué a alguien que pudiera estar ocasionando mi confusión, hasta que mi mirada se centro en una caja de cristal mucho más lejana y diferente a las demás. Un chico de por lo menos 19 años estaba encerrado en una jaula, flotando en su interior, sentado con las piernas cruzadas.

-No. No la verás. No la oirás. No la dejaré existir. Séas quien seas, o quien séa que sea ella. Nadie la volverá a ver, porque éste es mí cuerpo y mi vida, y yo lo controlo.- Le respondí mentalmente.

De repente el chico cayó al piso arrodillado, pero nó como si hubiera sido un error, si no como que si él lo hubiera planeado. Los científicos estudiandolo se concentraron en las estadísticas y resultados que empezaban a aparecer en su pantalla, intentando entender qué estaba ocurriendo.

Levantó la cabeza, me miró fija e intimidantemente, mientras que se levantaba sin ningún apuro.

Una fuerza me insistía que me acerque. El miedo se apoderaba de mí, mis piernas temblaban, y toda la fuerza, decisión y valentía que había sentido segundos antes, habían desaparecido.

-No sabes en lo que te estás metiendo, Amanda, ni tú ni tus otros amigos.-


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