#1: Besa una princesa enojada

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El sol apenas se esconde y Charlotte siente que ya no puede más.

No es su culpa, o bueno, tal vez lo sea, pero de eso ya hablaremos más tarde.

Pasó toda la mañana de un lado a otro, su cabello siendo arreglado por tantas manos mientras ella sellaba ostentosas invitaciones y contestaba llamadas de felicitaciones de gente que ni siquiera recordaba haber invitado.

Estuvo también acompañando a su madre casi todo ese tiempo, revisando la decoración, el orden y forma de cada cosa, incluso la textura, Dios los perdone si se olvidan de la textura.

Y más tarde, se la pasó entre saludos formales, vestidos de etiqueta y gente tratándola como una niña de nuevo, y eso que creyó que se había desecho de su imagen infantil hacia años.

De lo único que ella era culpable fue de dar el sí.

Es solo que está tan feliz, va a contraer matrimonio con Adam, su novio de hace años y no puede pedir nada más en ese momento. Pero si es justa consigo misma, si que pediría algo y es quitarse esos castrantes tacones de una vez por todas.

Luego de muchas horas, por fin tenía un pequeño descanso y lo encontró saliendo de su casa al patio, la prestigiosa casa Hamilton, hermosa y magnifica por fuera, siéndolo aún mas por dentro.

Si esa fiesta es por su compromiso, Charlotte no podría imaginarse lo que pasaría cuando fuese la boda, tenía que mentalizarse pues sería un día de locos. Su mamá probablemente haría la más enorme y memorable boda de todas, porque los Hamilton estarían uniendo lazos con los Hetfield, las dos familias más importantes de California. Con sus padres siendo propietarios de una de las firmas de abogados mas importantes y los padres de Adam teniendo su propia marca de ropa y perfumes, ellos no dejarán a nadie olvidar eso.

Sus tacones no son la única cosa que la está matando, también lo está haciendo su ajustado vestido, pero ella no hace más que bajar un poco el cierre de su espalda para respirar tranquila y quitarse los tacones. Está siendo una niña y lo sabe, pero se siente feliz de tener sus pies en el césped y no sentirse en el desagradable desequilibrio en la altura.

Lleva su cabello castaño alaciado, aunque normalmente es rizado, su madre siempre lo ha odiado, dice que da mucho trabajo arreglar un cabello así y siempre termina en el mismo desastre de resortes castaños.

Charlotte le da la razón en voz alta, aunque por dentro, secretamente lo ama tal y como es. Sus ojos son tan verdes (algo que heredó de su padre, Gregory) que la hacen parecer una muñeca, su piel es blanca y fácil de marcar, un golpe suave puede traerle como consecuencia moretones con los que ya ha vivido casi toda su vida.

Charlotte es la pequeña y mimada princesa de su ahora prometido Adam, sus padres, la mayoría de quienes trabajan en su casa y a veces de su mejor amiga Susie.

Lleva algo de pastel a su boca, algo pequeño que robó antes de salir al patio por el ruido emanante de la casa, solo necesitaba un descanso.

Sus ojos vagan perezosos por todo su jardín y se sorprende un poco al encontrar un cuerpo menudo y con ropa informal de espaldas a ella.
Está segura de que no la conoce ni de vista, se molesta ¿Cómo es que los estúpidos de los guardias han dejado entrar a gente como ella ahí?

Se acerca con pasos fuertes, sus tacones olvidados en algún lado y su pastel a medio comer en la mano. Apenas puede ver su figura por la oscuridad, pero es una chica alta, mucho más alta que ella queda claro y le sorprende la familiaridad con la que esta la recibe cuando la ve llegar.

—Hey ¿Que estamos celebrando?—saluda la chica con una sonrisa, Charlotte no puede evitar alzar una ceja y mirarla de arriba abajo.

Por lo que ve, los cabellos de la chica son rojizos, como si se encendieran aún en la oscuridad, su rostro es delgado y su nariz puntiaguda, sus dientes son aperlados y admite que tiene algo de encanto, claro, tendría mucho más si no estuviera vistiendo jeans y una camiseta de alguna banda extraña de la que Charlotte no ha escuchado hablar jamás en una fiesta donde se va formal.

Al besar una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora