#11: Besa una princesa con iniciativa

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Charlotte creyó que todo eso se iría con una ducha fría.

Pero ya han pasado dos semanas, ella ha tenido un montón de duchas desde entonces y eso sigue ahí.

—Vamos mierda, necesito suerte en esta—alega Rachel, sus ojos clavados en una de las tantas bolas en aquella mesa de billar.

Están en el sótano de la casa de Alo, el amigo de Rachel que está casi completamente forrado en tatuajes mal hechos pero al fin y al cabo tatuajes. Francis, el chico del extintor y Bruce, el hippie, ambos están ahí también.

Todos están jugando billar, todos excepto Charlotte quién se pasea de un lado a otro como un cachorro perdido y se detiene siempre donde mismo, donde Rachel.

Es demasiado obvio incluso para ella, sabe que también Rachel lo ha notado. Sabe que ella ha notado como la sigue todo el tiempo, como siempre y casualmente sus manos se rozan, como se sonroja cuando le habla muy cerca y como observa sus labios al hablar. Sabe que Rachel lo nota, pero no sabe porque no ha mencionado nada al respecto.

Y ahí está, la mano de Rachel baja hasta su cintura y se detiene ahí, Charlotte siente que lo hace apropósito.

—¿A cuál debería darle?—pregunta despacio en su oreja.

—Azul—murmura cohibida.

—Gracias, princesa—dice dejando un beso pequeño en su oreja, ¿Cuál era la necesidad? y alejándose.

Charlotte siente sus orejas, más bien todo su rostro volverse caliente y la mirada de alguien persistente en ella. Alo la ve ser un desastre color rojo carmín por un pequeño e insignificante beso y eso la pone incomoda.

Alo también la vio acercar su mano discretamente a la de Rachel hasta que estás se tocaron un poco después, él vio ese truco tan trillado y la vio fingiendo que nada ocurría ahí.
Si, muy incómodo.

—¿Puedo usar tu baño?—le pregunta directamente.

Él la mira sin expresión.

—Subes, primer pasillo, segunda puerta a la derecha.

Charlotte asiente incomoda.

—¿Y esa cara larga Alo? Luces como si hubieran matado a tu perro—se mofa Francis con humor, dándole un par de codazos al chico antes mencionado.

—Lo arroyó un camión de comida ayer.

—Oh, lo siento hermano—silencio—¿Qué tipo de comida?

—Comida para perros.

Charlotte escucha a Rachel soltar una carcajada limpia y eso solo hace que apresure sus piernas para llegar al baño.

Sigue las instrucciones de Alo y se detiene en una puerta blanca.
Cierra con seguro y lo segundo que hace es mirarse en el espejo.

Sus rizos están todos sobre su cara, los desliza para descubrir que aún hay un rastro rojo ahí.

Abre la llave y enjuaga su cara, quiere deshacerse de todo, quiere amar a Adam, quiere no haber visto lo que vio.

Pero sin embargo no puede borrar eso de su mente por más que lo intente.

Fue justo después de la fiesta de celebración en la que estuvieron ella y Rachel hace dos semanas.

Sea coincidencia o algo del destino, lo cual duda, cerca de allí quedaba un motel, uno donde había un coche muy parecido al de Adam en el estacionamiento.

Rachel salió por su cuenta de aquella casa y Charlotte fue tras ella, Rachel ya estaba muy ocupada inspeccionando el auto cuando la rizada le dio alcance.

Al besar una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora