Capítulo Dos

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-No parece viejo- comentó Victoria mientras estiraba su cuello para intentar ver, a través de sus hermanas, al que se convertiría en su invitado.

-Ni muchos menos feo.-agregó Marlene.

-Es taaaaaaan apuesto.- dijo Amberly con un gesto soñador que hizo que Cristal rodara los ojos.

Aunque, a decir verdad, le hacía gracia la situación pues, al principio, sus hermanas se habían puesto como locas. Al fin y al cabo, iban a ver su paz interrumpida por culpa de un individuo que las obligaría a comportarse como señoritas durante siete días.

O bueno... digamos que al menos a intentarlo.

Y sin embargo ahora, cuando Amara, que era para ellas como una hermana a pesar de ser una de las muchas criadas de la casa, les había dicho que el duque ya había llegado y estaba hablando con su padre en la entrada, las tres habían corrido hasta la ventana para verlo con mayor entusiasmo del que recordaba haber visto en ellas nunca.

Cristal a veces tenía la sensación de que ella era la mayor, a pesar de tener los dieciocho recién cumplidos, y no Victoria.

Pero solo por su madurez, porque cualquiera que la viera, con su rostro angelical y su despilfarre de inocencia, no le echaría más de dieciséis.

Pero aúm así, ella también quería encontrar el amor.

Sabía que existía, sus padres eran una prueba de ello, pero a diferencia de sus hermanas no por ello se lanzaba al primer caballero guapo afirmando que era su príncipe azul como Amberly, ni lo miraba con indiferencia y de manera despectiva para dejar claro a todo el mundo que no le interesaban los hombres aunque no fuera cierto, como Victoria, ni hacía el más mínimo ridículo cada vez que unos ojos bonitos la miraban,  como Marlene.

Y esa fue la principal razón por la que no se asomó ni mostró el mínimo interés por ver al duque de Norfolk, al cual imaginaba como un afable hombre de cuarenta años, según la descripción que daban sus hermanas.

Sí, era por eso.

Que entre las tres le taparan la ventana impidiéndole onservar el exterior no tenía absolutamente nada que ver.

-Su padre me manda llamarlas- les dijo una sirvienta- deben bajar para recibir al duque.- sus tres hermanas mayores se apresuraron indiscretamente a cumplir la orden

Victoria detrás y un poco más lento, pues conocer al duque no le interesaba y tenía que demostrarlo y Amberly ansiosa de primera, mientras se acomodaba el peinado.

La escena hizo reir a Cristal quien acabó por, después de rodar los ojos, (un gesto muy habitual en ella y por el cual se había ganado muchos castigos en el internado) cerrar el ejemplar de Shakespeare que estaba releyendo, acomodarse el vestido y bajar cuidadosamente las escaleras intentando no hacer mucho ruido.

Su presentación en sociedad se acercaba, este era el momento de demostrarle a sus hermanas y padre todo lo que había aprendido en el internado.

Debía comportarse como una dama.

Debía estar perfecta.

Y con ese pensamiento, y un último vistazo a su imagen en el espejo, que se encontraba en uno de los rellanos de la larga escalera de caracol, se concienció de tenía que serenarse primero si que quería que todo saliera bien.

Por que lo haría, y no había de que preocuparse.

Pero parece ser que Dios o el destino o como queráis llamarlo tenía planes muy diferente para ella. Era una Adams. Las cosas no podían salirle bien.

Cuando apenas le quedaban unos poco escalones para llegar al final de la escalera de caracol, pisó el borde de su vestido y perdió el equilibrio sin nada que pudiera hacer para evitarlo.

Cerrandi los ojos fuertemente, Cristal rogó al cielo no hacerse demasiado daño con el frío suelo en el que caería.

Suelo que, por cierto, nunca llegó a tocar.

-¿Se encuentra bien señorita?- le preguntó una voz masculina que le resultó bastante grave.

Cristal abrió uno de sus ojos.

-¿No me he caído?- preguntó. El desconocido que la tenía entre sus brazos la miró serio pero con cierto deje burlón y sarcástico.- Oh lo lamento, que pregunta más tonta.- se apresuró a agregar mientras se incorporaba por completo y se apartaba del desconocido que la había salvado.- lo lamento mucho señor, soy muy torpe, siempre lo he sido, de hecho en el internado me llamaban Lady Caídas. Pero esto le ha parecido grave es porque aún no conoce a mi hermana Marlene, entoces lo mío le haría reír, se lo aseguro- dijo casi sin respirar. - bueno, ha sido un placer verlo, pero si me disculpa tengo que salir a fuera, mi padre me ha llamado para conocer al nuevo duque y llego tarde.

-En realidad yo...- empezó a decir el desconocido.

Pero por supuesto, Cristal no le dejó acabar.

-No me suena su cara. ¿Es usted uno de los criados que ha traído el duque consigo? Seguro que sí. Bueno en tal caso y viendo la cara que me está poniendo, estoy casi segura de que se ha perdido cuando iba a revisar que los aposentos de su señor estuvieran bien. Sí, seguro que sí. Sus ropas son bastante buenas, seguro que es su ayuda de cámara. No se preocupe, yo le ayudaré. Son las que están subiendo las escaleras y girando a la izquierda al final del pasillo. Pero pierde el tiempo, le aseguro que están maravillosamente bien organizadas. Yo misma, a falta de una condesa, me he encargado de ello. Y si me disculpa ahora si que me tengo que ir, a estas alturas el duque ya debe de pensar que soy una maleducada por hacerle esperar.- dijo de corrido al tiempo que se encaminaba hacia el jardín.

-Disculpe, Lady...- oyó que la llamaba aquel hombre.

-Lady Cristal Adams. Pero llámeme Cristal. Odio los formalismos. Me parecen ridículos entre gente que vive en la misma casa.- de pronto hizo una mueca- Aunque claro está que con el viejo y gruñón duque voy a tener que utilizarlos.

-¿Viejo y gruñón?- le preguntó alzando una ceja.

-Bueno, la verdad es que no se me ocurren muchas otras formas de justificar que un completo desconocido venga a una casa donde habitan cuatro chicas que no conoce de nada, pocas semanas antes de que empiece la temporada. Y por encima con una excusa tan pobre como la de que su mansión no está lista para recibirlo.- al ver la expresión sombría con la que el hombre respondía a sus palabras se alarmó- Espero que no le moleste mi franqueza. Parece usted buena persona y por lo serio que lo veo supongo que no le gusta mucho su trabajo.

-No me molesta en lo absoluto.- afirmó rotundamente- Me gusta saber lo que la gente piensa de mí.- agregó con desdén.

-Bien. - contestó Cristal al tiempo que daba por zanjada la conversación y se disponía a salir ya definitivamente.

Pero de pronto se percató de lo que acababa de decirle aquel hombre y se quedó paralizada.

¿Pero qué..?

-Cristal, hija- le dijo su padre mientras se asomaba por la puerta.- veo que ya has conocido al duque. Bueno, aún así no están nunca de más las presentaciones formales. Lord Norfolk, le presento a la más pequeña de mi hijas, Lady Cristal Adamas. Hija, te presento a Lord Harding Westmore, duque de Norfolk y nuestro invitado.

Oh no. 

No, por favor.

Esto no podía estarle pasando.

Lady Habladora Adams (Saga héroes de guerra 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora