Capítulo Tres

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-Oh...- fue lo único que Cristal, quien se hayaba totalmente consternada, pudo decir.

-Su padre me invitó a dar una vuelta por la finca a caballo, pero antes de hacerlo mencionó la hermosa biblioteca que tenía en su casa y, al yo declararme un ávido lector, me propuso enseñármela antes de nuestro paseo. Por desgracia, una sirvienta quiso hablar con él y me pidió que lo esperara aquí. Discúlpeme si la he sorprendido, no era mi intención Lady Cristal.- le dijo con una sonrisa burlona que indicaba todo lo contrario.

-Oh- repitió Cristal sin poder salir aún de su estupor.

-Bueno hija, no te preocupes que no te detendremos más, estoy segura de que tienes cosas de las encargarte y pronto anochecerá.- Lord Adams hizo un ademán hacia la puerta.- Y es por eso que, si me lo permite Lord Norfolk, le aconsejaría que primero diéramos el paseo.

-Por supuesto.- le concedió este.

-Si me disculpáis.- aprovechó para susurrar apresuradamente entonces Cristal al tiempo que hacía una reverencia y subía las escaleras hacia su cuarto.

Una vez allí cerró la puerta y apoyó la frente en ella durante unos instantes intentando recuperarse de lo que acababa de pasar.

"Tierra trágame" pensó repetidas veces.

-Idiota, soy una completa idiota...- susurró mientras se daba leves cabezazos contra la puerta.

Bueno, al menos le quedaba el consuelo de que no tendría que volver a ver al duque en todo el día. Y si era lo suficientemente inteligente, no más de dos veces durante toda su estancia en la casa.

Sería muy fácil.

Ese día se negaría a cenar con ellos porque le dolía la cabeza. Cosa que se agravaría con el transcurso de la semana llegando incluso a impedirle levantarse.

Y después de tan terrible enfermedad, iba a tener que permanecer en cama recuperándose un largo tiempo.

¡Si! Aquello era perfecto. Pero...

¿Y si el duque quería ir a verla?

No, era imposible que le dejaran pasar a su habitación, era del todo indecoroso pero...

-¿Hija?- oyó que la llamaba su padre desde el piso de abajo.

-¿Sí?- le contestó ella mientras se asomaba por el hueco de las escaleras.

-Mi dolor en la espalda ha vuelto hace un momento, no me veo capaz de cabalgar. ¿Te importaría acompañar tú al duque en su paseo por la finca?- Cristal miró un instante al cielo en busca del alguna excusa lo suficientemente convincente.

-Padre...¿Eso no es un poco indecoroso?- alegó ella rápidamente desesperada- No puedo salir sin carabina con un hombr...

-Tonterías, solo sera una hora o dos y el duque de Norfolk es un caballero.- Cristal volvió a mirar al cielo, pero esta vez pidiéndole explicaciones a Dios sobre cual era el pecado que estaba pagando, unos instantes antes de regresar a su cuarto para coger su sombrero y bajar las escaleras.

-¿Quieres que llame al doctor?- le preguntó a su padre una vez que se encontró a su lado.

-No, no te preocupes, ya se me pasará.- afirmó el conde contundentemente.

-Si quieres me quedo contigo cuidándote.- afirmó ella en un intento desesperado por librarse de aquello.

-Por mí no hay ningún problema, puedo esperar hasta que se recupere.- añadió el duque.

" ¿Ves papá? El tampoco quiere ir conmigo" pensó Cristal sintiéndose a la vez aliviada e insultada.

-No, no. Vaya ustedes y diviértanse. No se preocupen por mí, no hay nada que el descanso no pueda curar.- les dijo mientras empezaba a subir las escaleras para dar por zanjada la discusión.

Lady Habladora Adams (Saga héroes de guerra 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora