Lady Habladora Adams (Saga héroes de guerra 1)

Capítulo Nueve

Cristal retorcía nerviosa sus enguatadas manos mientras contemplaba a través de la pequeña ventana del carruaje la preciosa vista que constituían los verdes pastos de Surrey.

Era viernes, penúltimo día del duque en su casa.

El sol iluminaba el cielo esa mañana, y la pobre e ilusa Cristal había pensado que era señal de buen agüero, ilusión que se había desvanecido instantes más tarde, cuando Amara había entrado por la puerta anunciando que su padre había ordenado que se vistiera rápido porque tenía que acompañar al duque al mercado.

Y un seco saludo y un silencioso Harding tendiéndole su mano para subir al carruaje después, allí se encontraba, absorta en sus pensamientos, intentando en vano
ignorar el echo de que el caballero que estaba delante de ella la estaba mirando fija y silenciosamente y que su carabina, la vieja señora de llaves, acababa de quedarse dormida.

-¿Sabes? Eres muy expresiva cuando duermes.-dijo el duque despreocupadamente y con una sonrisa burlona en su rostro.

-¿Mmm?-  contestó confundida por su afirmación y su repentino cambio de humor.

-Frunces el ceño, sonríes, pones caras de asco...- enumeró.

-Vale, vale, creo que ya lo he pillado.-contestó ella al tiempo que  se ruborizaba y volvía a posar su vista en la ventana.

-Me sorprende, mi querida señorita Adams , el pudor que demuestra al hablar de como duerme teniendo en cuenta que fue usted la que se metió en camisón en mi habitación.-dijo Harding.

-Eso no es cierto. Yo no hice tal cosa.-se apresuró a afirmar ella ganándose la enarcación de una de las cejas del duque-quiero decir...-se corrigió-que si, me metí en su cuarto , pero no pretendía hacerlo. Usted sabe que soy una dama. Bueno no, en realidad no lo sabe. Después de todo, solo nos conocemos desde hace cinco días. Pero igualmente, en el poco tiempo que lleva tratando conmigo , dígame ¿Le he parecido la clase de chica que hace eso? No ¿Sabe qué? Pensándolo mejor no me lo diga, teniendo en cuenta todos los accidentes que...- Cristal se quedó momentáneamente callada-
Espere...¿Qué se supone que estaba intentado explicar con todo esto que acabo de decir? - dijo mientras se rascaba la nuca.- Ah si, que ha sido un accidente.-afirmó ella contundente.

-Accidente.-afirmó él pensativo y burlón.-Entonces¿Pretendía ir a otra habitación?

-Si, en efecto.

-Con otro hombre.- continúo él.

-Si, parece que ya lo ha comprendido .

-Si, y no se preocupe, no seré yo el que le cuente a su padre sobre los amoríos que tiene con un sirviente. Porque es a un sirviente a quien ibas a ver ¿No?

-Si,justo, eso es lo que... pero ¿ Qué estoy diciendo? No, eso no es para nada lo que iba ha hacer, verá, yo iba a la habitación de mi hermano.

-¿Y usted piensa que yo me voy a creer eso?

-¡Pero si es la verdad! Esa era la habitación de mi hermano antes de que usted viniera. Se me olvidó que, puesto que el no estaba, te había cedido su habitación a ti.

-Se te olvidó.

-Si, eso es lo que acabo de decir¿Podrías, Harding por favor, dejar de repetir como un loro todo lo que digo y empezar a interiorizarlo? Me he confundido, ha sido un accidente. ¿ Es que acaso tú nunca te has equivocado?

-Si, lo he echo, y al hacerlo perdí la cosa más importante que tenía y tendré jamás en la vida, así que ten cuidado Cristal.

Cristal lo miró de reojo extrañada por tal sería afirmación que en nada tenía que ver con la amena y graciosa charla que ambos estaban manteniendo instantes antes, pero tan pronto se dispuso a preguntarle sobre aquellas extrañas afirmaciones, un fuerte frenazo del carruaje hizo que algo nuevo apareciera en su mente.

-Nos ha tocado el premio gordo ¡Son ricos!- oyó que decía alguien desde fuera al tiempo que se oía el ruido de unos pasos acercándose.

En ese momento no hicieron falta las palabras, Cristal miró totalmente atemorizada a Harding y este le correspondíó observándola con un aire pacífico y tranquilizador que más que tranquilizarla la puso nerviosa,  al tiempo que salía del carruaje con la espada desenvainada en su mano.