Capítulo Veintiséis

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Cristal entró como un torbellino en la casa
con una sonrisa de alegría que quitaba el aliento y el pelo casi suelto debido a la aparatosa carrera que se había visto obliga ha hacer del carruaje al recibidor pasando por la gran escalinata de la entrada .

Aquel día, sin duda, era uno de los más felices de su vida .

Como todos los días de los cinco meses anteriores , pensó, pero con la diferencia de que ese día tenía una gran noticia que anunciar.

-¡Harding!- exclamó mientas se sacaba el sombrero .

Miró curiosa e impaciente hacia la puerta del despacho y hacía la escalera de caracol que daba a las habitaciones mientras se quitaba la capa y se la daba al mayordomo .

Ya estaba decidida a ir a buscarlo, hastiada por su tardanza , cuando sintió como la abrazaban por la espalda y depositaban un beso en su cabeza.

Confortada, cerró los ojos unos segundos, se apoyó contra su pecho y suspiró tan sólo unos instantes antes de girarse para besarlo.

Pero aquel beso no se sintió como los demás.
Extrañada, se separó de él para mirarle a la cara , y lo que vio no le gustó.

- ¿ Estás bien ? - preguntó mientras le acariciaba la pálida mejilla .

Harding cubrió su mano con la suya propia para acercarla más a sí y cerró unos instantes los ojos antes de contestar , como si realizar dicha acción le costara.

- Sí, simplemente ha sido una mañana larga. - contestó aún sin abrir los ojos.

-¿ Mañana larga? ¡Pero si aún son las nueve! - exclamó -Apuesto a que ni siquiera has desayunado. Yo tampoco. Vamos al comedor, les pediré a los criados que preparen algo , vete sentando, voy en seguida .- dijo mientras besaba su mejilla y emprendía su carrera hacía la cocina.

Él sonrió al contemplar como el remolino de su mujer desaparecía entre los pasillos pero aún así siguió sintiendo una terrible opresión en el pecho . No, no tenía sentido que se lo dijera aún. Faltaba una semana para que se fuera , se lo diría un día antes y así podrían pasar sus últimos días juntos tranquilos y felices, se dijo .

Estaba seguro de que a ella no le gustaría la idea y se enfadaría con él . Puede que incluso lo ignorase hasta que se marchase . Pero aquel era su deber para con su pueblo , hecho que ella no aceptaría y empezaría a gritarle , y él le contestaría calmado , lo que la pondría aún más nerviosa y malhumorada ...

No , no quería pasar sus últimos momentos con ella discutiendo , se negaba .

Iban a ser muchos meses , puede que incluso años . La última imagen que quería llevarse de su esposa era de ella riendo, sonriendo y hablando sin parar .

- ¿ Qué tal tu hermana ? - le preguntó su marido mientras ella se sentaba a su lado en la mesa .

- Nerviosa por su boda , como era de esperar . No todos los días se casa una .En la nuestra hubo un momento en que pensé que me desmayaría camino al altar , suerte que estaba Geric para sujetarme .Y sin embargo tú estabas tan tranquilo ...- dijo mientras hacía una mueca al café que estaba tomando .

Harding sonrió de medio lado . Si ella supiera... Aún hoy en día, después de la boda de uno de los presentes en esa sacristía y el compromiso de otro de ellos, eventos en los cuales no estaban menos nerviosos de lo que él lo estuvo ese día, seguían metiéndose con él.

-¿ Está muy caliente? - preguntó refiriéndose a la mueca que le había hecho a su café.

Cristal sonrió.

-No , no , para nada . Harding , verás, tengo que dec...- Pero Cristal se vio interrumpida por la llegada de alguien que entró precipitadamente en la estancia .

- ¡ Se ha ido! ¡ Se ha marchado de casa ! - dijo el cuñado de Cristal consternado .

Harding miró a su amigo anonadado . Era la primera vez que lo veía no mostrar algo más que no fuera su tranquila apariencia habitual.

-¿ Quien se ha hido?- preguntó esta .

-¡ Tu hermana! ¡ Se ha marchado ! Ha tenido la brillante idea de leer el periódico esta mañana y se ha enterado de lo de la guerra. Y por supuesto ha atado cabos y se ha dado cuenta de que vamos a ir , si no ya se lo hubiera contado. ¡Yo iba a decírselo, te lo juro! Solo necesitaba tiempo para decidir como. Pero ella no ha querido escucharme y se ha ido . Ya la he buscado por todas partes y nada y... y ya no se ...

- Búscala en Greenpark , en el banco oculto por los árboles desde el que se ve el lago . Suele ir allí cuando está disgustada.- susurró Cristal lo suficientemente alto para que él azorado hombre la oyera.

Instantes después salió precipitadamente de la estancia sin decir nada más.

Quizás, si no lo hubiera hecho tan rápido, se hubiera dado cuenta de como Harding escondía la cara entre las manos a modo de frustración y Cristal se ponía blanca como el papel .

Segundos después, aún consternado por ser descubierto de tal manera, se levantó y se arrodilló al lado de Cristal , quien tenía la vista perdida en la ventana .

-Cristal- dijo mientras le acariciaba la mejilla y observaba con dolor su triste semblante .- Es mi deber. Mis hombres cuentan conmigo . ¿ Lo entiendes, verdad? Me ha escrito la reina en persona pidiéndome mi reincorporación . No puedo negarme . Pero te prometo que esta será la última vez . No quiero que nuestros hijos crezcan con un padre ausente .

Cristal hizo una mueca ante lo dicho . Vaya ironía.

-Lo entiendo .- dijo sin más al tiempo que se levantaba para abandonar la estancia .

-Cristal, no te enfades . No quiero irme sabiendo que me odias . - rogó Harding.

-No te odio , solo necesito un momen... me he acordado de ... sí, tengo una cosa que ... ahora...ahora vuelvo.- contestó sin parar de caminar .

Harding no pudo evitar seguirla .

Cristal se adentró en la biblioteca , pero no llegó a cerrar la puerta antes de que su marido entrara y la abrazara contra si, cosa que provocó que , ya sub poder evitarlo, comenzara a sollozar desesperadamente .

Harding se limitó a acariciarle el pelo y besar su cabeza mientras la consolaba a ella y a sí mismo .

- Me escribirás ¿ Verdad? - susurró contra su pecho cuando consiguió calmarse un poco.

-Todos los días.

Y con esa promesa repitiéndose una y otra vez en su cabeza vio, con el corazón encogido, como se marchaba una semana después .

Iba a caballo, y justo cuando iba a girar una calle que ya no lo permitiría verlo, se giró y la miró una última vez .

Cristal mantuvo la compostura hasta que dejó de mirarla y se perdió en la niebla de la mañana .

Después comenzó a llorar sin control .

Tenía miedo , un miedo atroz que la envolvía por completo y no la dejaba dormir, comer ni respirar.

Miedo de no volver a verlo, abrazarlo , hablar con él , besarlo...

Y miedo de que su hijo no llegara nunca a conocerlo .

Porque esa es la noticia que quería decirle aquella mañana y que había acabado callando.

Noticia que sabía que le haría quedarse , algo de lo que se sentiría culpable toda la vida .

Estaba embarazada .

Y había una gran posibilidad de que su pequeño no llegara a conocer nunca a su padre .

Lady Habladora Adams (Saga héroes de guerra 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora