Adiós a mi antiguo yo

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Sed de venganza

Qué es tener sed de venganza, ¿no es más que un sentimiento, que busca el sufrimiento de las personas que más amamos? ¿O más bien una fuente fruto de la desesperacion, de la rabia que nace de una emoción, o de una reacción?

En esos momentos, nadie ni si quiera yo misma era capaz de describir lo que sentía. Quizás todo lo que sentí era producto de un sueño, o de una idea formada en mi interior, que idealizaba el amor que sentía por Liam, o por Walden. Lo único que sabía con exactitud, era que no me quedaban fuerzas para seguir adelante. Me sentía liberada, aunque raro en mí fuera aceptarlo. Por fin estaba siendo yo misma, aunque no me gustara serlo, porque de no serlo nunca tendría que sufrir. ¿Era yo, entonces la causante de mi sufrimiento?

Me subí al autobús que conducía a mi casa. En el camino, sonreía. Había usado al que me usó. Podía respirar tranquila y es que nada era como yo pensaba, quizás nunca lo fue. Tener la idea de un Walden único y especial, no fue nada realista. La parte real no fue más que aquella que tuvo en los oscuros momentos, y cuando más le necesité. Pero en cambio que otras veces, no buscaba consuelo. Era otra parte de mi en la que ya no necesitaba un alivio emocional, ya todo tenía sentido. Debía marchar. Ganarme la vida fuera de esta ciudad.

Pero primero, debía hablar con mi madre.

Llegué a casa y suspiré antes de llamar. Sabía que no iba a ser fácil llegar a una solución beneficiosa para las dos. Me recibió con una sonrisa, estaba cambiada.

—Has vuelto, siempre lo supe —dijo tocandome la cara amablemente.

—Si —dije sonriendo. —Debo marchar mamá—dije decida.

—Lo sé, lo veo en tus ojos. Ya no eres mi niña —dijo tiernamente.

—Voy a vivir con papá —dije sin miedo.

—Estarás bien con él. Jessica, lo siento, por todo lo de tu padre —dijo cogiéndome las manos.

—Está bien. Todo está bien —dije dándole un abrazo.

—Cuídate —dijo junto a varias lágrimas que caían por su mejilla.

—Descuida, lo haré —dije con una medio sonrisa.

Salí de casa no sin antes admirarla con cierta tristeza. Deseaba captar cada detalle que pudiera volver a recordar cuando la echara de menos, cuando realmente quisiera estar aquí junto a la gente que me quería. Sin más, me alejé cuando estuve preparada. Era mi momento, por fin. Dejaba todo lo que conocía, para que empezara algo desconocido y tentador pero no evitaba pensar qué me depararía el futuro.

Me temblaban las piernas mientras me subía al autobús, como el primer día. Me dirigí hacia dónde quería estar.

—Aquí estás por fin —dijo Liam con una sonrisa.

—Por fin—dije, y miré al que sería mi futuro.

Frágiles ©| COMPLETADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora