¿Acaso son ilusiones mias?

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—No más juegos, nada de seguirme, y no me intentes liar—le dije a Walden empujándole contra las taquillas.

—¿Qué juegos?—dijo sonriendo.

Puse los ojos en blanco. Me frustraba tener que verle cada día, con una chica diferente. Parecía bastante popular, y había cambiado su manera de vestir, cosa que me confirmó lo que me temía.

—¡Jess!—me llamó al salir de clases.

—¿Que quieres Walden?—dije mirando a mi alrededor para asegurarme de que Liam no nos estaba observando.

—Necesito que me hagas un gran favor—dijo rogando. —Tienes que ayudarme con el proyecto, suspenderé—dijo.

—¿Estas loco? ¡No! Vivo con Liam ¿recuerdas?—dije apartándole.

—Será solo una ayuda. ¡por favor!. Dime al menos que hablaras con él y lo intentarás—dijo suplicándome.

Tras un largo silencio:

—Está bien—dije finalmente para poder seguir con mi camino.

No quería tenerle cerca, pero finalmente accedí. Walden llegó puntual a nuestro apartamento, y me temí lo peor, como que surgiera otra pelea entre los dos. Sin embargo, nada de esto pasó, más bien lo contrario. Mientras preparaba el proyecto, ellos mantuvieron una conversación bastante amigable, en incluso varías risas sobresalieron.
¿Eran amigos ahora?

Volví con una mirada de desconfianza hacia los dos. Me senté entre ellos y les sonreí incómodamente. Liam parecía muy contento de tenerlo allí y yo me conformé con la situación. No lo entendía, pero tampoco quería entenderlo.

De repente, Walden y Liam eran los mejores amigos del mundo, e incluso se sumaba en cada plan. Incluso en los nuestros. Desde aquella consversacion entre los dos, todo cambió entre ellos.

Un día, jugaban juntos a un videojuego mientras yo leía tranquilamente. De repente, Walden se quitó la camiseta, mostrándome sus abdominales intactos y obligándome a mí misma a golpearme con el libro. Pero esto no quedaba aquí, Walden nos acompañaba en cada cita y en cada momento. Cuando caminábamos, me intentaba seducir, cuando corríamos, se pegaba a mi... era agotador. Hasta el punto que ya me era insoportable.

Entonces me di cuenta de todo: me estaba saboteando, y no iba a dejar que lo hiciera.

Cuando Walden venía a jugar a los videojuegos, me magreaba con Liam delante suya, haciendo que se fuera. Cuando íbamos a algún lugar, toda mi atención recaía en Liam, haciendo que él se sintiera incomodo como para querer irse... pero este no se daba por vencido

—Para de sabotearme—le dije sonando histérica, intentando que Liam no se enterase

—No te estoy saboteando—dijo serio. —Estoy tratando de pasar tiempo con mi amigo, pero tú estás actuando histérica como siempre—dijo apartándose de mi.

—¡Yo no estoy histérica!—dije gritándole.

Vale, quizás lo estaba. O eso pensaba antes de escucharle confesar.

Frágiles ©| COMPLETADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora