-----

886 29 2
                                    

No sabía que ya estaba hundida, cuando miraba por horas las paredes del hotel. Aún tenía que recoger mis cosas del apartamento, pero me era desgarrador ir y mirarle a la cara. Me sentía lo peor. Y era porque estaba echa una mierda. No quería salir, ni comer, ni vivir. Pensé que no me merecía nada de aquello. Sin embargo, mis piernas me guiaban un buen día hasta llegar a una cafetería de la zona.

Allí me senté, abatida. Mi aspecto era increíblemente horrible, pero ya nada me importaba. Me tomé un café, y esperé a que me ayudara a despertar. Cogí el sobre de azúcar, que solía tener un mensaje motivador, con suerte de ayudarme a pasar el dia. Este decía:

Lucha por todo aquello a lo que amas, porque tal vez, algún será tarde

Reí por un instante, ante la absurdez de la nota. Pensando en lo fácil que parecía hacer aquello, después de haber cometido una gran infidelidad. Pero, sin darme cuenta, le di demasiadas vueltas a aquella frase. Mi pierna comenzó a temblar y llegué a una conclusión. Cogi mis llaves y me dirigí al apartamento. Me bajé sin pensar en nada y llamé al timbre. Me abrió un Liam confundido y pasé a mí antiguo salón, sin dejar que mi cabeza tomara papel en aquello.

—No quiero coger mis cosas—dije dando vueltas.

—Está bien—dijo este serio.

—No quiero irme, ni que te vayas—comencé a decir. —no quiero leer sobres de azúcar para darme cuenta de lo que quiero hacer realmente—dije.

—¿sobres de azúcar? —dijo este con una mueca.

—Lo que quiero decir... nunca te digo lo que realmente quiero decirte, nada de esto es lo que quiero. No sabes lo que me arrepiento de todo...siempre pensé que seriamos felices con nuestras cosas, teniéndolos el uno al otro—dije sollozando.

Sus ojos se volvieron brillantes y el odio volvió de repente.

—Jessica—dijo parando mi acto. Mordía su lengua mientras miraba hacia otro lado. —No estábamos destinados a ser, ya está—dijo mientras una lagrima recorría su rostro. —¿Sabes? A veces no es lo que tú quieras lo único que importa, también es lo que yo quiero. Si tú me hubieras querido realmente, no...—dijo. —Coge tus cosas, Jessica—dijo sin mirarme fijamente, podía ver el dolor en sus ojos verdes, aquellos que presencié aquel día en el bus. Su olor estaba intacto, tal y como aquel día. No podía creer aquello que mis ojos presenciaban, era un Liam diferente, roto completamente, con los ojos hinchados y rojos. Quería pegarle a la pared y romperme la mano con tanta fuerza que me la dejara ahí mismo. Ya no sabía ni donde estaba y no sabía ni cómo recuperar las fuerzas en aquellos instantes. Varias lágrimas sobresalieron como respuesta y asentí ante su dolor, mientras cogía mis cosas con rabia y las coloqué en cajas. Salí pegando el portazo más fuerte de mi vida, y tiré las cajas tan fuerte que todo se salió. Me apoyé en mi coche y le pegué con tanta fuerza que pensé en la aparición de un bollo en cualquier instante. Al cabo de unos minutos, recogí las cosas en silencio y conduje a toda velocidad hasta mi hotel.

Compré algunas botellas y bebí sin cesar durante toda la noche. Incluso salí y cogí el coche, sin tener uso de razón. Los recuerdos aparecieron en mi mente y apreté con fuerza el gas, y una potente luz me cegó.

Todo se volvió negro.

Frágiles ©| COMPLETADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora