Una conexión

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Estaba más unida a Liam que nunca. Pensé que siempre sería el único. Me apoyaba en cada decisión y me cuidaba como nadie. Había cambiado desde el primer día que le vi, pero esta nueva faceta me gustaba aún más.

Walden hizo su vida, pero nunca dejó de sabotearnos. Incluso escuché que tenía una nueva pareja, pero no quise entrometerme por miedo a que me doliera. Los días pasaban en la universidad, y el trabajo se iba acumulando. Uno de mis mayores tareas, era la de atender un recital de poesía e incluso recitar una mía, cosa que me traía de cabeza.

El día de la cita, Liam no pudo acompañarme, cosa que me puso más nerviosa. Estaba temblando, y suspiré muy hondo antes de entrar al lugar. En el momento de mi actuación, todo se puso en blanco. No recordaba nada, y mi estómago estaba revuelto. Una mirada intensa fue la que destacó entre las demás. Un chico me miraba de una manera en la que nunca nadie lo había echo. La profundidad en su mirada era indescriptible, y me quedé prendida de ella. Proseguí mi poesía mientras no podía dejar de mirar aquellos ojos.

Al terminar, noté como se acercó a mí mesa donde seguía escuchando a los demás. No pude notar ponerme nerviosa y miré al suelo. Se trataba de un chico alto y moreno, de ojos miel. Parecía muy intrigante y no dejaba de mirarme.

—Esa poesía decía mucho de ti—dijo sentándose a mi lado, y un escalofrío recorrió mi piel.

—Gracias—dije muy tímidamente.

—Soy Daniel—dijo sonriendo de una forma seductora.

—Jessica—dije sonriendo.

No pudimos evitar mirarnos por siglos. En su mirada, había algo muy misterioso. Tras un momento, sonó su móvil. Era el nombre de una chica.

—¿No lo coges?—dije interesada.

—Es mi novia. Está en una fiesta y ahora vendrá el: ¡lo que te has perdido! —dijo riendo, y eso hice yo. —Y además, paso—dijo sonriéndome.

Yo sonreí sin casi darme cuenta.

Pero entonces fue mi móvil el que sonó. Se trataba de Liam. Y sin darme cuenta también, colgué. Entonces, Daniel me miró junto a una mueca. Sin esperarlo, acarició mi brazo. No sentí nada, ni si quiera sabía dónde estaba. En su mirada encontraba el lugar donde quería estar. Sin embargo, fue otra la que me sorprendió: Sally estaba allí.

Entonces me levanté y fui hacia ella, que nos miraba atónita.

Me cogió del brazo y me sacó fuera del local.

—¿Qué cojones haces?—dijo sigilosamente.

—tranquila, tiene novia—dije.

—Tu también Jessica—dijo volviéndome a la realidad

Frágiles ©| COMPLETADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora