Hola, Jessica

833 35 3
                                    

Los días pasaron como páginas rotas en pleno apogeo. No quería ni me dejaba a mí misma pensar sobre la carta de Walden, más bien la escondí en un rincón de mi corazón. No quería aceptar que no habría manera posible de que eso pasara, pero al menos lo intentaba.

Vivir con Liam era algo novedoso y por entonces, no estaba nada mal. Pasábamos la mayoría del tiempo como unos inseparables sedientos de pasión y no porque lo eligiéramos, no podíamos luchar contra ello.

Las clases en mi nueva universidad era lo único que concertaba a mi mente en esos momentos. Esperaba que algo malo pasara de un momento a otro, sin pensar que tal vez nada malo estaba pasando esta vez.

—¿Quieres que te acompañe?—dijo Liam mientras me vestía.

—Sería de gran ayuda para pasar mi primer día—dije sonriente a aquellos ojos verdes mañaneros.

—Todavía tenemos 7 minutos —dijo tras mirar el reloj

Entonces me arrastró hasta la cama y no hubo forma posible de escabullirme de sus grandes y protectores brazos.  Sin embargo, finalmente lo logre y llegué a mi nueva universidad.

Era un espacio realmente tentador. Las grandes estructuras que confrontaban la gran universidad me mantenían perpleja. Liam aparcó delante de esta y no pude evitar pensar si bajarme o no.

—Vamos nena, tú puedes con esto —dijo acercándose a mi.

—Espero—dije suspirando, cosa que provocó que me respondiera con un abrazo consolador.

—Te veo luego encanto—dijo tras darme un beso en la frente.

La entrada de mi nueva universidad era increíble. Múltiples colores sobresalían por la gran puerta, eran grandes flores que desprendían un olor entrañable. Inmediatamente me enamoré del lugar.

A pesar de mis nervios, entré con confianza. Sin embargo, algo llamó mi atención. Era mi padre sentado en el banco que se encontraba al lado de la entrada.

—¡Oh! Sabía que vendrías —dijo contento.

—¿Me has estado esperando aquí?—dije riendo mientras me acercaba a él.

—Bueno, si—dijo. —No tenía tu teléfono, no sabia como contactarte, así que use la antigua manera—dijo felizmente.

—Gracias papá—dije para su sorpresa. —Aquí tienes mi teléfono, para lo que necesites ¿de acuerdo? —le dije felizmente también.

—Por supuesto—dijo sonriendo, y marchó feliz.

Entre ahora si, sin miedos. Era un entorno completamente diferente a lo que estaba acostumbrada. Era algo que necesitaba hace mucho tiempo. La gente caminaba entre si sin mirarse, viviendo sus propias vidas. Agradecí a mi nueva yo el hecho de haber afrontado este primer día, y camine hacia la primera clase.

—Hola, ¿es esta la clase de Literatura universal?—dije tímidamente.

—Si, señorita—dijo la profesora.

Me senté sin mirar a nadie, en la primera mesa libre. Saqué mi libreta y me interrumpió:

—Hola, Jessica—dijo mi compañero.

¿Debería hacer reparto?, ¿publicar los personajes en los que me basé?

Frágiles ©| COMPLETADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora