Capítulo I

8.8K 284 3
                                    

Aria:

Vuelvo a casa después de haber montado a mi yegua preferida, April y llevado a los caballos al establo, tal como lo hacía cada tarde desde que era una niña, abro la puerta con cuidado para poder escuchar a mi madre al teléfono y no interrumpirla.

Al parecer otra vez es el banco y es que tenemos tantas deudas que estamos a punto de perder todo. Mi madre ha dicho varias veces que podríamos vender este lugar y comprarnos un hogar pequeño donde podamos estar los tres, pero este lugar tiene una gran importancia para mí pues me recuerda mucho a mi padre, que falleció hace ya cuatro años en un accidente automovilístico, el mismo que arruinó la vida de mi madre y de Thomas, mi hermano menor.

- ¿Otra vez del banco? - le pregunto cuando ha cortado.

- Sí - dice desanimada - pero ya estaremos bien, algo se me ocurrirá -.

- Madre, yo sé que no te gusta mucho la idea, pero sabes que me iré a trabajar a penas encuentre un lugar -.

Trabajar en las grandes ciudades siempre dejaba más dinero que en las pequeñas tiendas aquí.

- No Aria, ya hemos hablado del tema, tú no puedes irte, ni cargar con toda la responsabilidad, ya te dije, algo se me ocurrirá -.

Le doy un abrazo fuerte, sé está muy preocupada por todo esto y es por eso que, aunque ella no quiera, tengo que hacer algo por mi familia.

Subo a mi habitación y veo a Thomas con los ojos abiertos mirando para todos lados, con suavidad intento subirlo a su silla y ponerle los dibujitos animados que tanto le gustan, tomo su pequeña cabecita y le beso la frente para recordarle lo importante que es para mí.

Me retiro nuevamente camino a mi habitación, luego me siento frente a la computadora y comienzo a buscar un trabajo que me dé lo que necesito.

Nathaniel:

Abro los ojos incomodo del sol que llega directamente a ellos.

- No seas tan flojo, tienes que levantarte, nuestra madre está esperando abajo - Fred, mi hermano, me despierta.

- ¿Y qué tiene que esté abajo? - digo enojado.

- Pues tiene varias opciones para tus futuras esposas - pone una cara coqueta, algo risueño.

- Ya, deja de molestar que no es gracioso, bajo de inmediato -.

Pareciera que a todos les ha resultado bastante gracioso el hecho de que tenga que casarme, bueno por lo menos ha sido algo de que reírse, mi padre, el cual tenía obligado llamarlo así, nos ha dejado un testamento en vida y no se le ocurrió nada mejor, que dejarme todas sus empresas aseguradoras de bienes raíces, con la condición que esté casado y que dure mínimo un año con ella, o sea, no es solo el martirio de casarme, sino que también aguantar a una mujer al lado mío por todo un año, lo que encontraba bastante complicado. Aunque definitivamente lo hacía porque se le hacía imposible imaginarme casado.

Mi madre andaba desesperada buscando una novia ya que mi matrimonio debía ser a más tardar en un mes y todavía no teníamos una chica.

- ¿Qué te parece ella? - dice mi madre mostrándome una fotografía de una de las cuantas nuevas criadas que trabajarían en casa.

- ¿Acaso me quieres casar con cualquier chica que no tenga dinero? - digo algo confundido.

- Pues es más fácil buscar a una chica que te aguante un año ofreciendo dinero que necesite - dice Fred muy risueño, mientras yo intento omitir su comentario.

- Solo busquen a alguna chica linda, que no tengamos que arreglarla tanto para que se vea de nuestro nivel, algo más de mi estilo – digo resaltando esto último – y no olviden de poner en el contrato que solo es un año, que luego de eso no habrá comunicación conmigo, no quiero tener que estar aguantando que me llame o me busque después de ello – me levanto del sofá dando por terminada nuestra conversación.

Me costaba aun asimilar la idea de casarme, pero ya que mi madre no cambiaría de opción ni dejaría que esa empresa quedara a cargo de mi tío pues lo único que me quedaba hacer era elegir a una mujer de mi altura, alguien que a mi entorno le pareciera "normal" que la hubiera elegido de esposa.

Una boda por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora