Capítulo VI

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Nathaniel:

Mi cabeza parece explotar, miro mi teléfono celular y tengo 40 llamadas perdidas entre mi hermano y mi madre.

- Aló ¿Qué sucede? - digo cuando me entra otra llamada de Fred.

- ¿Cómo preguntas eso Nate? - está algo molesto - te casas en unas tres horas y aun no dabas señales de vida, estoy en el salón, Giuliano no me ha dejado ir a tu habitación porque has ordenado que nadie entre a molestarte ¿cómo se te ocurre eso? -.

- Okey, bajo de inmediato -.

Bajo de mi habitación y me encuentro con mi hermano junto a una chica y con el traje de novio en su mano. Mi hermano me entrega el traje mientras la chica (que reconozco como una de las tantas criadas de la casa de mi madre) sube la maleta para una de las habitaciones sobrantes que tengo en mi departamento.

- Vamos, anda a vestirte, pero tómate una ducha primero porque hueles a alcohol - dice una vez que yo ya voy subiendo a mi habitación.

La noche anterior había tenido una gran despedida de solteros junto a mis amigos, aun cuando los papeles de matrimonio ya los habíamos firmado dos días antes, pero en realidad no había importado mucho, yo había firmado mis papeles del matrimonio en mi oficina y ella en casa, nada de celebración, nada de una pequeña ceremonia privada. Yo me mantenía tranquilo, sabía que este matrimonio no me quitaba mi soltería, pero aun así la despedida de solteros era lo mejor de todo esto y la había disfrutado como si realmente fuera una despedida. Tanto lo he disfrutado que ni siquiera he escuchado la aspiradora esta mañana mientras los demás hacían el aseo en mi departamento, creo que debo haberme tomado todo lo que me habían traído.

Me ducho rápidamente, me pongo el traje el cual debo reconocer que es mucho más elegante que los que uso cotidianamente, me miro en el espejo pensativo de lo que debo hacer, no es un matrimonio real para mí, pero me siento nervioso, no puedo creer que esté a punto de comprometerme con una chica que no conozco y que he visto una sola vez.

- No me digas que estás pensando en salir corriendo ya - dice mi hermano asomado en la puerta de mi habitación luciendo un traje tan impecable como el mío, intentando calmar un poco la seriedad del momento.

- Quizás lo haga - me volteo hacia él, hablando un poco más serio - sabes que esto no es algo que yo haría, nunca había pensado casarme, siempre pensé que era una tontería ¿Qué clase de persona piensa que estar al lado de una mujer de por vida es lindo? - se ríe de mi comentario.

- La clase de persona que definitivamente no es como tú - su risa se convierte en un rostro más serio - hermano si no quieres casarte, no lo hagas, sabes que nadie te puede obligar a aquello -.

Era verdad, lo había pensado, nadie puede decirme que hacer, si no quiero la empresa de mi padre puedo dejársela a mi tío, de todas formas, seguiré trabajando ahí, pero a mi madre no le parece eso, dice que por algo mi abuelo le dejó la empresa a mi padre y no a su otro hijo, y en cierto punto me siento responsable de mantener aquella empresa en manos de nuestra familia.

- Ya estoy casado por contrato, ya no puedo escapar, de igual forma sé que nadie puede obligarme Fred, pero tengo una responsabilidad que debo cumplir y eso es algo que me pone esta dificultad, pero es solo un año, un maldito año y esto estará listo - lo repito mirándome al espejo como para auto convencerme que esto es lo mejor.

El tiempo antes de partir a la iglesia se hacía eterno y no sabía cómo reducir mis nervios en ese momento, estuve varias veces a punto de salir corriendo, pero luego esas ideas desaparecían, siempre había querido ser el dueño de la empresa, debía admitir que la había soñado desde que era un niño ¿Cuál era el costo que estaba dispuesto a asumir?

Durante todo el viaje voy en silencio mi hermano maneja sin apuro observándome a ratos, sabe que esto no me agrada, en absoluto, pero también sabe que no me gusta fallarle a nuestra madre.

Me bajo en la iglesia dónde se celebrará el matrimonio unos minutos antes de la hora necesaria y como es de esperar toda la gente se emociona al verme llegar, comienzo a saludar a todos, con una sonrisa falsa, que intenta recrear suma alegría, varios minutos intento verme lo más relajado que puedo, sé que la gente más cercana a mí nota mi nerviosismo, aunque claro, lo considera como algo normal para cualquier novio que está a punto de casarse. Pienso que lo estoy logrando, pero entonces veo a mi madre emocionada bajarse de un hermoso auto de lujo y diciendo que la novia ha llegado. Es hora, la gran hora de casarme delante los ojos de todos.

La gente se ordena en los distintos asientos, miro mi entorno nervioso y debo admitir que la iglesia es hermosa, hace años no venía aquí. A mi lado mi mejor amigo me mira sonriente, ya imagino su cara cuando se entere que esto no es una elección mía. Al otro lado se encuentra la novia de mi hermano, Lisa, que no dudó en aceptar en ser la madrina aunque no conociera a Aria, pero, por lo que me dijo mi hermano, durante toda la semana estuvieron juntas viendo todas estas cosas del matrimonio.

De repente la música me quita de mis pensamientos, la gente se levanta y mira hacia el pasillo que viene desde afuera hacia el altar, la luz del sol da justo en la entrada y solo me deja observar una figura oscura, me seco las manos sudorosas en mi traje costoso y vuelvo a centrar la mirada en la entrada. La chica que había visto hace unos días ahora se encontraba caminando del brazo de mi hermano hacia mí, se veía bastante atractiva en aquel vestido, no podía negar que había hecho una elección increíble entre el vestido, su cabello y por supuesto que su rostro, esbozaba una amplia y dulce sonrisa, que se reflejaban en su mirada, perdida en mis ojos. Por segundos sentí tranquilidad, con solo mirarla me transmitía paz, pero una vez que llega al frente mío, aparta su mirada a la de Lisa quien le devuelve una sonrisa; mi hermano me entrega la mano de esta chica y dudo unos segundos en tomarla, pero me armo de valor y sonriente me volteo junto a la desconocida hacia el altar, el señor nos sonríe y emocionado comienza a hablar.

Mis nervios no me dejan concentrarme, no logro escuchar todo lo que dice la persona en frente mío, de reojos la miro, siento un poco de rabia al verla tan serena y envidio su facilidad para actuar tan feliz, de repente me mira y su rostro se torna un poco serio, entonces baja la mirada, mientras se arma de valor y vuelve a levantarla sonriente, yo hago lo mismo.

El señor dice que es momento de la entrega de las argollas, tembloroso las tomo desde la mano de Ethan, digo mis frases de memoria que había escrito mi madre y le pongo la argolla en su delgado dedo, ella por su parte hace lo mismo, su voz suena temblorosa, incluso con un poco de tristeza, es algo difícil para mí, saber cómo le quitas un poco de felicidad a una chica tan bella, pero me tranquilizo cuando pienso que solo será un tiempo, esto acabará pronto y podremos ser libres de nuevo. Finalmente, el caballero me dice que es momento de besar a la novia para dar por concretada la celebración, tomo la cintura de la desconocida chica a mi lado y entonces sus labios cálidos y suaves tocan los míos, jamás había sentido un beso tan suave y antes de que este logre encantarme la separo de mi para encontrarme con unos ojos claros mirarme con nerviosismo. La gente alrededor aplaude estruendosamente, las fotos y las cámaras se hacen presentes nublando un poco mi vista, miro a mi madre y me sonríe con los ojos llorosos de la emoción, tomo a mi "esposa" de la mano y comienzo a salir de la iglesia para que todos se acerquen a darnos abrazos y felicitarnos, no sé cómo, pero eso me calmó unos instantes.

Una boda por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora