Capítulo XIII

5.9K 260 1
                                    

Aria:

- Ponte algo elegante, en una hora te paso a buscar – me dice Nathaniel por el teléfono.

Corro de un lado a otro buscando que tenía para ponerme, algo "elegante".

- Pero ¿a dónde vas? – pregunta Sydney ayudándome a buscar algo que ponerme – a una cena, al aire libre, espacio cerrado, dime algo – entramos en pánico juntas.

- No sé – digo mientras le muestro un vestido y ella niega en signo de desaprobación – solo sé que es algo elegante en una hora -.

Antonia que nos ha estado escuchando nos ofrece ayuda y baja rápidamente al salón para volver con un hermoso enterito azul marino, que ha dicho comprar en una tienda de ofertas para obsequiárselo a una amiga. Me lo pruebo junto a un blaizer corto blanco y unos tacones del mismo color. Ambas quedan asombradas, desprendía una elegancia única, como si hubiera sido arreglada por un gran diseñador, dejo mi pelo suelto y coloco unos accesorios plateados que le vienen a la perfección, tomo la cartera blanca con líneas azul que había comprado hace unos días y bajo rápidamente a la espera de Nathaniel.

Llega justo a la hora acordada, me mira de pie a cabeza y puedo decir que veo una pequeña sonrisa aparecer en su rostro, luego se voltea y me llama a caminar con él. Subimos al auto que lleva Marco y dentro está la señora Baker tan arreglada como nosotros.

- Que bien te ves Aria, hermoso enterito – dice sonriendo en modo de aprobación, si solo supiera que no es de ninguna marca y solo lo han comprado en una tienda de liquidación de ropa de segunda mano me mataría.

- Gracias – sonrío y enfoco mi atención en mi esposo nuevamente, quién muy serio mira por la ventana.

Llegamos a un restaurante de alto prestigio, mucha gente se encuentra en la entrada tan arreglada como yo. Nos bajamos con cuidado y caminamos unos cuantos pasos.

- Por favor, actúen como recién casados, recuerden que se aman – nos dice la madre de Nathaniel antes de comenzar a saludar sonriente a su entorno.

Mi esposo sin decir nada agarra mi mano y camina conmigo hacia el lugar. Me presenta a diversas personas importantes de su empresa, socios y grandes inversionistas. También a mujeres, que por su rostro parece que no les agrada la idea de que Nathaniel esté casado, creo que varias están detrás de él y no puedo negarlo, es un hombre guapo, muchas podrían caer a sus encantos menos yo, por el maldito carácter que se gastaba, si solo lo conocieran de verdad y no tan sonriente como se muestra ahora, creo que entenderían.

- Cariño, él es Andrew Ratchford, mi socio más grande y amigo – me dice mi esposo tomándome de la cintura y presentándome ante un joven un poco mayor que nosotros, tan bien arreglado y perfumado como mi esposo – Andrew, ella es mi mujer, Aria -.

- Un gusto – dice cerrándome el ojo, yo caigo derretida, ese hombre es un encanto -.

- Ve por ahí, cielo, yo hablaré unos asuntos con Andrew – me dice Nathaniel muy amoroso besándome la mejilla.

- Está bien, cariño – agrego intentando sonar real, pero realmente esto no me sale.

Camino unos cuantos metros lejos de él cuando una mujer alta y morena con un vestido que apenas le tapa las piernas me nombra y camina hacia mí.

- Hola – dice risueña – soy Erika, la asistente y secretaria personal de Nate – por el tono en el que lo nombra creo que va más allá de eso – no me he podido creer que se hayan casado, él no me había mencionado nada de estar con alguien, ni siquiera me invitó a su matrimonio y eso me dio mucha tristeza, yo realmente me he sentido extrañada de ello... - me pone nerviosa esta chica – dime ¿desde cuándo se conocen? O mejor ¿desde cuándo salen? -.

- Hace un año – digo intentando sonar segura y que su mirada no me intimide – pero fue algo muy secreto, no queríamos que nadie se enterara, yo no era de aquí, no sabíamos si iba a resultar -.

- Comprendo y dime ¿tú estás enamorada de él o solo de su dinero? – su pregunta me molesta.

- ¿Perdón? – digo exaltada, si esto no fuera una cena tan formal y no hubiese tantas personas ya la habría agarrado de las mechas y tirado al suelo – yo no soy ese tipo de mujer -.

- No claro, disculpa, Nathaniel es una persona muy importante para mí, no me gustaría que lo dañaran – dice son una sonrisa falsa en la cara, intentando sonar angelical.

- Claro, tan especial que te revuelcas con él – menciono como un susurro.

- Mira, tú no tienes idea de él, no lo conoces ni en lo más mínimo y sé que para él eres nadie, no tengo idea por qué entre tantas mujeres en el mundo tuvo que elegir casarse contigo, muchas habríamos aceptado esta farsa sin quitarle ni un peso de encima, no te hagas ilusiones, mira que esa carita de niña y ese cuerpo poco esculpido no es algo que él haya elegido, se aburrirá luego de ti nena -.

Voy a contestarle algo, pues me ha sobrepasado el nivel de paciencia, pero justo llega mi esposo notando la tensión del momento.

- Erika – la saluda con un beso en la mejilla – que bueno que has conocido a Aria, pero si me disculpas me la debo llevar –.

La mujer sonriente se acerca a mí y me abraza con todo el cinismo del mundo.

- Querida él se acuesta conmigo cada vez que puede, no te sientas gloriosa por tener un anillo en su dedo, eso es algo muy mediocre – me dice al oído y luego me despega de ella.

No, yo no iba a caer en su juego, a mí me importaba en lo más mínimo lo que ella hiciera con mi marido, si quería se lo regalaba, yo no tenía ganas de estar con Nathaniel, pero eso sería después de terminar mi trabajo, no necesitaba que nadie mas se metiera, me giro a mi esposo y tomo su rostro depositándole un tierno y suave beso en los labios, no era mío, no estaba demostrando posesión, pero yo encantada de que sintiera que por ahora debía compartirlo, con alguien como yo "con carita de niña y cuerpo poco esculpido".

Cuando separo mis labios de los suyos, Nathaniel me queda mirando dudoso, yo le sonrió de vuelta y tomando su mano caminamos hacia otro lado.

Durante toda la cena su secretaria no le despega la mirada de encima, no es algo que a mi me afecte, pero estaba molesta con ella y su forma de referirse a mí, sé que ella podía follárselo mil veces, sé que Nathaniel se lo permitía, pero siempre tenía la limitación de no ser la única para él, sabía que ella era una de sus tantas chicas por una noche y nada más.

Nathaniel:

Mi madre está totalmente satisfecha de que nos veamos como una verdadera pareja de recién casados y enamorados con Aria, esa chica es buena actriz, aunque ahora sé que también lo hace con otras intenciones.

- ¿En qué parte del contrato dice que alejaras a mis chicas? – le digo al oído cuando estamos solos.

- Pues...en ninguna, pero yo no dejaré que alguien se burle de mí tampoco – dice molesta pues hasta su rostro lo demuestra.

- Pero si Erika sabe la verdad, no dirá nada, no tengas miedo de tu reputación o lo que sea que cuidas – digo algo risueño al conocer el orgullo de esa chica, que antes parecía no conocer los malos sentimientos.

- No es solo eso, ella me ha dicho cosas feas – reclama – está bien, entiendo que ella sepa que esto es falso, pero no merezco un mal trato, así como tú tampoco, yo no la dejaré y si puedo aprovecharme de esto para que esté totalmente molesta pues... creo que lo haré – dice risueña.

Me quedo un minuto pensativo mirándola, tras este poco tiempo jamás había visto salir su verdadero carácter, eso era bueno, ya pensaba que esta chica era demasiado buena al límite de ser una tonta, menos mal que hoy acaba de aclararme que no es así.

Estamos unos minutos más ahí, pero luego nos vamos cuando empiezo a notar que Aria comienza a bostezar, debe estar cansada y no quiero que se duerma aquí.

La tomo de la mano y salgo del sitio, miles de fotos son tomadas antes de subir al vehículo, mañana saldremos en el diario como una hermosa pareja de enamorados.

Una boda por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora