Capítulo XXXIII

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Nathaniel:

- ¿Ya estás listo? – me dice Fred desde el asiento delantero.

- Cómo voy a estar listo si me estoy vistiendo en un auto todo apretado – digo rabeando con los pantalones.

- Al parecer proporcionas una hermosa vista – mi amigo opina mientras unas chicas risueñas miran por la ventana mis calzoncillos – chicas no miren tanto, es el novio de un matrimonio -.

- Deja de gritar por la ventana – regaño a Ethan.

- Bueno si te apresuras quizás dejan de mirar así y no deba aclarar que estás ocupado – refuta en defensa.

- Claro, claro – digo mientras me siento correctamente con los pantalones puestos – ya estoy casi listo, los zapatos y fin -.

- Llamaré a la Lisa – aclara Fred al ver que ya estamos a una cuadra y yo completamente vestido.

Aria:

- ¿Estás segura de que podemos bajar a Aria sin que Nate vea algo? – pregunta Sydney dudosa.

- Sí, ellos ya están dentro y desde ahí no se ve nada, me he preocupado de ello cuando he escogido el lugar – dice Lisa sonriente.

Nos bajamos en silencio, miro mi entorno estupefacta, todo está adornado detalladamente, lleno de flores, mariposas y la paleta entera de tonalidades del azul, tal y como había deseado, mis amigas habían hecho un trabajo perfecto. Era un lugar lleno de pasto, pero un camino de piedras llevaba hacia la parte en donde se celebraría el matrimonio, por todo el borde del camino había letreros llenos de frases románticas sacados de mis libros favoritos y con fotos de nosotros desde el día que nos conocimos ¿de dónde habían salido? Jamás las había visto, claro... la prensa.

Llegamos tras una tela blanca y mi madre emocionada me besa la frente, la música comienza a sonar, la misma con la que habíamos bailado aquella noche de invierno en la terraza.

- La escogió Nate – me dice mi madre al oído y asiento nerviosa – ahora vamos, hay que hacer la gran entrada -.

Una boda por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora