Capítulo IX

5.6K 262 1
                                    


Nathaniel:

- ¿Qué son todas estas cosas? – le digo a Aria al verla bajar con algunas bolsas de su habitación.

- Son algunas cosas que compré para el departamento – dice emocionada, mostrándome unos cuadros que no me gustan en nada.

- Mi departamento, mis cosas – le recuerdo.

- ¡¿Perdón?! Nuestro departamento – dice mostrando la argolla – no leíste nuestro contrato de matrimonio – rueda los ojos mientras se aleja.

Y sí, tenía razón según contrato de matrimonio ¡todo lo mío es compartido con ella! ¿Cómo compartiría todo mi esfuerzo y trabajo con una desconocida?

- Hey, deshace este papel, cambiemos el acuerdo – le digo entrando de improviso en su habitación.

- Que ya no se puede hacer nada con eso – me dice sin siquiera mirarme.

- Claro que debe haber algo que hacer – digo perdiendo mi calma.

- No, no la hay, eso sucede por no leer el contrato antes de firmar – dice con total tranquilidad posando sus ojos en las páginas de un libro.

- ¡Eres una aprovechada! – le grito molesto.

Su mirada de levanta con fuerza a la mía y comienza a llenarse de lágrimas. Sin soltar ninguna se limpia con la manga de su chaleco, para mirarme nuevamente molesta.

- No quiero nada de ti Nathaniel, absolutamente nada, yo solo estoy trabajando para tu madre, ahora si me disculpas hazme el favor de salir de mi pieza prestada e irte bien lejos -.

Me volteo rápidamente y pego un portazo que retumba en todo el departamento, bajo rápido y tomo un chaquetón me dispongo a salir, no tengo interés de pasar con esa chica durante todo el día.

Aria:

Después del horrible día que había tenido tras haber sido apuntada como "la aprovechada" por mi querido esposo, decido que hay que darlo por terminado, definitivamente no sabía cuánto duraría aguantando a alguien así a diario. Me acurruco con las sábanas hasta la cabeza y me volteo para intentar dormir.

Un golpe fuerte me despierta a mitad de la noche como si alguien hubiera chocado con algo en su camino, asustada prendo la luz de mi lámpara de la mesita de noche y tomo uno de los floreros nuevos por si debo defenderme, bajo la escalera en oscuras, silenciosamente y entonces me freno cuando siento otro golpe fuerte, corro hacia la entrada y algo sorprendida por la sombra y por los sonidos extraños que siento prendo la luz del salón para encontrarme con mi "querido esposo" encima de una guapa chica rubia tendida en la mesa central de aquel salón.

- Solo podrías ser un poco más respetuoso y por lo menos avisarme que querías espacio como para yo no estar aquí - le digo bastante molesta.

No es que esto me moleste porque me sienta engañada, en el fondo sabía que esto podía ser así, pero siempre hay límites y cuando acepté pensé que habría un mínimo de respeto, podría haberse revolcado con esta mujer en otro sitio ¿qué clase de educación había tenido este chico? ¿Acaso no sabía que esto es algo privado?

- ¿Quién... quien es esta aburrida? - dice la chica borracha.

Pobre ni si quiera sabe dónde está parada, quizás tampoco sabe que le falta un zapato y que tiene mal abrochada su falda.

- Es mi esposa - dice Nathaniel abrochándose la camisa algo enfadado.

La chica abre los ojos como dos platos inmensos entonces se levanta y vomita en los zapatos de Nathaniel quien asqueado se retira un poco.

- Ahora vete, ya se acabó todo por esta noche – le ordena Nathaniel a la mujer que rondaba mi edad mientras camina a su habitación.

- Hey, tú...- le digo tomando su brazo con cuidado pero firme para que no se caiga - ¿recuerdas tu dirección? -.

- No lo recuerdo, solo recuerdo a ese imbécil - dice la chica llorando abrazada a mí - Yo no tengo casa ni a donde ir, mi novio me dejó o mejor dicho yo lo dejé a él cuando lo vi con esa chica - y entonces el llanto comienza a ser aún mayor que incluso le cuesta respirar.

La siento con cuidado en el sofá y le preparo una agüita con azúcar, mi mamá siempre me daba eso cuando lloraba y ella claro que lo necesitaba, la pobre chica estaba destrozada por una desilusión amorosa al parecer.

Pero cuando vuelvo la chica ya se ha dormido en el sillón, la tapo con una manta y me quedo con ella por esa noche.

Una boda por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora