Capítulo XVIII

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Nathaniel:

Hay un silencio largo tras mi comentario.

Miro a la chica que está a mi lado para notar que aún me mira con un rostro de comprensión, nunca me había gustado hablar de ese tema por eso mismo, odiaba que la gente pudiera sentir lástima por mí, pero su mirada era distinta, en ella me hacía sentir acogido, incluso me daba confianza.

Aun me impactaba la razón por la que había aceptado casarse conmigo, pensaba que en verdad solo era por ella, pero me impresionaba lo esforzada que era, pues estaba pensando en su familia.

Y este pensamiento sumado a las varias copas que llevábamos ya del vino solo la hacían parecer más interesante.

Creo que ella nota que la observo entonces me sonríe, yo le devuelvo la sonrisa. Suavemente deja la copa en la mesa para servirse otra y entonces me pide la mía. Yo sé que es suficiente, ya hemos acabado la segunda botella pero lo acepto igual.

La noche está fresca así que aprovechando que la terraza tiene ventanales los cierro sin taparlo con las cortinas para poder seguir mirando la hermosa vista, aunque ahora era ella a quien más quería mirar. Prendo la estufa mientras la veo acurrucarse en uno de los tantos sofás, luego, para animar el momento, pongo música a un volumen considerable. Me siento en frente de ella y la observo como cierra los ojos y mueve la cabeza al son de la melodía. No podía estar más tranquilo.

- Con que tienes buen gusto musical, algo que no sabía de ti - me dice sonriente.

- No sabes nada de mí - le recuerdo.

- Deberíamos conocernos más – mira al suelo risueña – no acostumbro a besar a desconocidos, pero nosotros ya lo hicimos, ¿no? - se vuelve algo más seria y me pilla de sorpresa su pregunta, pues pensaba que no lo recordaba.

- Hmm...la verdad, sí - le digo esperando su reacción.

- Por ello deberíamos conocernos - dice rompiendo en risas - estamos empezando mal -.

- ¿Hay solo una manera correcta para empezar algo? - le digo dudoso.

- Creo que no - vuelve a reír y no sé si es de nervios o porque ella simplemente es así, pero sea cual sea la razón me gusta verla sonreír.

Hay un silencio, casi eterno pero mi mente está tan concentrada en ella que no se me ocurre nada en el momento para romperlo.

Comenzamos a terminarnos la tercera botella de vino, yo comienzo a sentir sueño, pero no quiero dejar este momento, hace mucho no me sentía tan cómodo con alguien.

- Bailemos - suelta al escuchar una canción en específico - ¡Vamos! me gusta esta canción -.

- Estás loca - digo.

- No, me gusta y tú sabes bailar - dice tomándome de la mano.

Me hago de rogar un momento, pero finalmente cedo, ya estábamos acá y nadie sabría sobre esta estupidez para mañana, además también amaba esta canción. La tomé de la cintura y empecé a moverme suavemente, sus pies se coordinaron rápidamente conmigo y entonces aumenté la dificultad y la hice girar, una sonrisa que nunca había visto apareció en su rostro y me la contagió.

No importaba que tan chico era el espacio, nosotros nos movíamos por él como si fuera un gran escenario sin parar ni un segundo. De repente bajé la intensidad para encontrarme con sus ojos fijamente en los míos, entonces yo hago lo mismo, fijo mi mirada en la suya. Calmadamente pongo mi rostro al lado de su cuello para sentir su exquisito perfume olor a cereza o tal vez sea el olor de ella, pues siempre lo había sentido al pasar cerca suyo.

Una boda por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora