Doce.

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12.
15 de septiembre del 2015.

El exclusivo club, como siempre, se encontraba a su máxima capacidad. Celebridades, personas de renombre y algunas que tuvieron un poco de suerte, habían ingresado esa animada noche de viernes, para celebrar y compartir con sus amigos.

Norman Reedus y Julia Newman no eran la excepción. La pareja había vuelto a New York esa misma mañana y la novia del actor se había desecho en súplicas, para convencerlo de salir por un poco de diversión. Finalmente, pensando en que, quizás, así lograría distraerse de los pensamientos que tanto le atormentaban, llamó a un par de compañeros, para que se les uniesen, y accedió a aquella petición que la pelirroja le había hecho.

Gracias a la fama que la serie de televisión que protagonizaban les había entregado, Norman, Steven y Andrew, consiguieron acceso a la Zona VIP del local, para ellos y sus acompañantes, donde, definitivamente, podrían estar más tranquilos.

Se acomodaron en una de las mesas del lugar, mientras se dedicaban a conversar sobre temas sin importancia. Julia intentaba ganarse la simpatía de los amigos de Norman, sin embargo, su personalidad era tan distinta a la de ellos que, simplemente, no lograban congeniar del todo. Aun así, aceptaban a la joven, pues imaginaban que hacía feliz al actor. 

-Hombre, ¿estás bien? -Andrew le preguntó discretamente a Norman, al ver que el hombre sólo sonreía débilmente y asentía, de vez en cuando, como si estuviese fuera de la conversación, y en su propio mundo.

Suspiró, preguntándose si debía mentirle a su mejor amigo. ¿Qué podía decirle, después de todo? ¿Acaso podía explicarle que Blair Scott, una mujer de tan sólo veintinueve años, le tenía así, sumido en la tristeza?

-Sí, sí -Respondió Reedus, cerrando los ojos con pesadez-. Sólo estoy un poco cansado, ya sabes, las grabaciones y todo...

Sin creerle mucho, Lincoln intentó distraer al actor de sus pensamientos, contándole una historia que le había sucedido esa mañana. Norman intentó prestarle atención, sin embargo, cuando levantó la mirada, pareció como si sus oídos se hubiesen desconectado de todo lo que sucedía a su alrededor. Parpadeó y relamió sus labios, sintiendo que una especie de ansiedad se apoderaba de él.

Unas mesas más allá, frente a ellos, se encontraba la mismísima Blair. Y no estaba sola; Paul Fields, el hombre responsable de la muerte de Craig, estaba a su lado.

***

Blair o, mejor dicho, Bonnie, fingía estar pasándolo de maravillas, cada vez que estaba con Paul, aunque en su interior estuviese aguantando el peor de los sufrimientos.

La muchacha había logrado ingresar a al círculo de confianza de Fields, pero no lo suficiente como para obtener información sobre su ilícito negocio de drogas. Y comenzaba a creer que nunca lo haría. La paciencia de la joven estaba comenzando a agotarse, mas Gareth era quien le convencía de continuar con aquella misión, y así poder lograr el cometido de ambos: hacer justicia por Craig.

Su rostro estaba cubierto de maquillaje, en un intento de ocultar el cansancio que el trasnoche que estaba acumulando; pasaba de fiesta en fiesta, junto con Paul y sus amigos, adentrándose en aquel ambiente que su hermano tanto disfrutaba.

Y ahora, como cada viernes del último mes, se hallaban en la Zona VIP del ya exclusivo club de SoHo, celebrando sin motivo alguno.

Scott miró la hora de su teléfono y suspiró, con impaciencia. En cinco minutos se encontraría con Gareth en los baños del recinto y lucía más impaciente que nunca.

-¿Qué sucede, conejita?

Sintió cómo Paul le rodeaba con su brazo y sólo se limitó a sonreír, ocultando el asco que el hombre le provocaba. Negó, moviendo la cabeza de un lado a otro, dándole a entender a Fields que todo estaba bien.

-Qué bueno, porque la estamos pasando muy bien... -Comentó.

Y dicho eso, comenzó, descaradamente, a bajar su mano por la casi descubierta espalda de la joven. Blair empuñó sus manos y sintió ganas de llorar, mas se contuvo, poniéndose de pie de manera abrupta.

-Iré al baño. -Le avisó, con él viéndole sin entender, para después alejarse entre la multitud.

Fue tanta la rapidez con la que huyó de esa especie de acoso, que no recordó llevar su bolso con ella. Y ese fue el peor error que Blair Scott pudo haber cometido, y del cual se arrepentiría en un futuro.

Un aún algo confundido Paul se alarmó al sentir el celular de la muchacha vibrar, segundos después, dentro de su pequeña cartera, y sin dudarlo, aprovechó que ella no estaba, para averiguar un poco más sobre la joven.

Pero qué jodida sorpresa se llevó al ver un mensaje de Gareth Wolf en el móvil de su querida Bonnie. Su mandíbula se tensó y, sin pedir permiso alguno, decidió revisar qué más había en el bolso de la recién nombrada. Encontró un par de llaves, un labial y su billetera. Y en esta última, halló aquello que le hizo descubrir que todo era una gran mentira.

Revisó la tarjeta de identificación un par de instantes y, después, se acercó a uno de sus hombres de confianza, para darle una orden clara y precisa.

-Quiero que averigües todo sobre Blair Scott.

Miss Nothing - Norman Reedus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora