Quince - Parte 1.

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15 - Parte 1.
15 de septiembre del 2015.


Blair despertó con una imborrable sonrisa en sus labios y la felicidad inserta hasta en el rincón más recóndito de su cuerpo. ¿Cómo no iba estar feliz, después de todo, si el hombre que tanto amaba sentía lo mismo por ella?

Aún algo adormilada, estiró los brazos hacia lado, palpando y tocando el colchón, con la idea de encontrar a Norman junto a ella, mas el hombre no estaba ahí. Miró el pequeño reloj, que yacía en la mesita de noche y se alarmó al ver lo tarde que era. En un par de minutos serían las siete.

Se sentó en la cama y, envuelta en las sábanas, admiró el alrededor de su habitación, recordando en su cabeza lo que había sucedido hace un par de horas. Sonrió para ella misma, llevando una mano a su rostro y deslizándose la yema de los dedos por sus labios. Norman le había besado tantas veces que su boca llegaba a estar hinchada y su cuello lleno de marcas y le había dicho tantas veces que le amaba, que ya podía escuchar la ronca voz del actor en su cabeza.

Sacudió su cabeza, atontada, y se levantó. Recogió su ropa, la cual estaba esparramada por el suelo, y se vistió con rapidez. Caminó hasta la cocina, con la esperanza de que él estuviese ahí, pero tampoco le encontró.

¿Podía haberse arrepentido?

Por más que intentó ahuyentar aquellos oscuros pensamientos, un nudo se formó en su garganta, al pensar en aquella posibilidad. Se regañó en su interior, por desconfiar así de Norman, repitiéndose que debía haber alguna explicación, para que él le hubiese abandonado, después de hacer el amor.

Tocó su puerta un par de veces y, al no obtener respuesta, decidió bajar a la recepción, con un sinfín de preguntas atormentándole.

—Señorita Scott.

Mark le dio una cálida sonrisa cuando vio a la muchacha aparecer tras la puerta del ascensor, la cual Blair devolvió.

—Mark —Respondió, fingiendo serenidad—. ¿Has visto a Norman?

—Sí —Respondió cortés, el hombre—, salió hace una hora e... oh, aquí viene.

La joven Scott volteó con una sonrisa en sus labios, hacía la entrada del departamento, sin embargo, esta se desvaneció en cosa de milisegundos, al ver que Reedus no estaba solo. Julia venía con él, sujetando su mano y cargando con ella un enorme ramo de rosas rojas.

Parpadeó, sin comprender qué clase de macabra broma le estaban haciendo y las ganas de llorar aparecieron de manera instantánea.

—Blair. —Le saludó la pelirroja, al notar que su novio parecía haberse congelado al ver a su mejor amiga.

—Ho-hola. —Respondió la muchacha, luego de unos segundos.            

En su rostro estaba impresa la incomprensión y se lo mostraba a Norman, exigiéndole una explicación tan sólo con una mirada. De todos modos, el actor permaneció cabizbajo, evitando ver los ojos de la mujer que tanto amaba. Él no podía estar con Blair, no se lo permitía.

—Yo-yo voy saliendo. —Mintió, Blair, escapando de aquella escena antes de que las lágrimas aparecieran.

Dio un par de pasos y rompió en llanto apenas estuvo en el exterior del edificio. Sus sollozos eran desgarradores y le entrecortaban la respiración. El alma se le estaba quebrando en miles e ínfimos pedazos.

Su bolsillo vibró, deteniendo su lloriqueo por un pequeño fragmento de minuto. Con la vista nublosa, logró divisar el nombre de Reedus en la pantalla de su celular, y, tal como lo haría cualquier masoquista, abrió el pequeño mensaje que el actor le había enviado.

"Lo siento, Blair, pero no puedo hacer esto."

Su alma estaba rota y, quizás, ya no había manera de recomponerla.

Miss Nothing - Norman Reedus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora