Nueve.

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9.
16 de julio del 2015.

Acomodé el corto vestido de lentejuelas que llevaba puesto y me miré en el espejo una vez más, con la inseguridad impregnada en cada parte de mi cuerpo. Suspiré, no conforme con mi atuendo, pero también resignada; esto era mi máximo esfuerzo, al momento de ser llamativa.

—Te ves increíble. —Divisé el reflejo de Gareth y sonreí, con incomodidad.

Seis días nos habíamos tardado en crear un plan que nos permitiera meter a Paul en la cárcel. Y hoy, el día número siete, era el momento de poner todo en marcha.

El primer objetivo no era difícil; debía entrar en el radar del hombre que había matado a mi hermano, para, finalmente, volverme alguien de su confianza, alguien cercana. Para eso, esta noche, visitaríamos un exclusivo club el SoHo el cual tanto Craig como Paul tenían como favorito.

Nos encontrábamos en el departamento de Gareth, puesto que ir al mío, sabiendo que las posibilidades de encontrarme a Norman eran altísimas, no era opción. Había pasado toda la semana donde Claire, completamente alejada del actor. Ignoraba sus llamadas telefónicas y sus mensajes, ya que, a diferencia de él, yo consideraba que no teníamos nada de qué hablar.

—Ten, te he conseguido una identificación falsa —Gareth estiró su brazo, alcanzándome el pequeño trozo de plástico y lo miré incrédula—. Si Paul se entera de que eres la hermana de Craig, no lograremos nada.

Asentí y recibí lo que me entregaba. Observé los datos que se hallaban impresos en aquella tarjeta y fruncí el ceño.

—¿Bonnie Clarkson? —Cuestioné y él asintió—. Bueno, supongo que es un nombre atractivo para un vendedor de drogas.

El hombre soltó una pequeña risa, en un intento de ser amistoso y suspiré. Aún no estábamos en los mejores términos. No me interesaba, de todos modos. Al fin y al cabo, lo único que nos unía era el amor que teníamos por mi hermano.

—El taxi está abajo. —Wolf me avisó y asentí.

Hora del show.

***

Apoyé mis codos en la pequeña mesa donde estábamos y admiré mi alrededor, con fascinación. No era una experta en fiestas, pero, no podía negar que este lugar tenía cierto estilo que llamaba la atención y atraía. Las luces, el ambiente, la gente, la música; todo era extravagantemente cautivador.

—Entonces, ¿dónde está? —Pregunté y miré a mi acompañante, quien parecía distraído en observando a los rostros que nos rodeaban.

—No logro encontrarlo aún, pero, tranquila, debe estar por llegar.

—Iré por algo de beber, por mientras. ¿Te traigo algo? —Ofrecí y negó. Lo miré con incredulidad y soltó un suspiro.

—Blair, estoy limpio hace cinco años.

Alcé las cejas, sorprendida, porque sus palabras realmente habían logrado impresionarme y, pese a que me había levantado de mi asiento, volví a acomodarme en este.

—¿Después de lo de Cr...? —Quería saber y, antes de terminar mi pregunta, él ya había respondido.

—Sí —Murmuró, dándome una sonrisa torcida. Podía sentirse el dolor con el que estaba cargada su voz—. Ambos estábamos tratando de dejar... ya sabes, el alcohol y las drogas. Supongo que él no fue tan fuerte como pensé.

Parpadeé, sin saber qué decir, atónita. Los recuerdos de aquella noche se reprodujeron en mi cabeza y no pude evitar sentir algo de culpa, al recordar el trato que le había dado a Gareth, cuando quiso explicarme lo sucedido.

Coloqué mi mano sobre la de él, la cual permanecía descansando en la mesa, y le sonreí. Por primera vez, con sinceridad.

—Craig estaría orgulloso de ti. —Susurré.

Pude notar sus ojos cristalizarse y cómo sus respiros se volvieron más temblorosos. Se puso de pie y rio, nervioso. Era evidente que Craig aún era un tema importante en la vida de aquel hombre que me había convencido de hacer esta locura.

—Iré al baño. —Murmuró, aún medio emocionado con el tema y asentí.

—Yo-yo iré por un trago.

Nos separamos, acordando juntarnos en la misma mesa, unos minutos más tarde. Caminé hasta la barra, entre la gran cantidad de personas que había en el club. No tardé mucho en llegar a ésta, pero sí me tomó un poco más, captar la atención del barman, para que me atendiera.

—Quiero un Martini. —Pedí y el hombre asintió.

—Anótalo a mi cuenta. Y todo lo que pida también.

Miré hacia mi lado, para encontrarme con unos inmensos ojos verdes pendientes a mí. Fruncí el entrecejo, con cara de pocos amigos, pues no recordaba conocer a aquel hombre que se estaba ofreciendo a pagar mis tragos. Sin embargo, él sólo se rio, de una manera tan encantadora que lograba aturdirme.

—Una chica tan preciosa como tú no debería pagar sus tragos —Comentó y, haciéndome sonrojar, aprovechó aquella instancia para presentarse, tomando mi mano y besándola, con delicadeza—. Soy Paul Fields, encantado —Sonrió—, ¿y tú, preciosa?

Por un microsegundo, antes de responder, logré divisar a Gareth en nuestra mesa, quien sólo me hizo un corto movimiento con su cabeza. Esto ha sido más fácil y rápido de lo que pensé, dije en mi interior y solté el aire que había retenido, de puro nervio. Sonreí y estiré mi mano, esperando que Paul la recibiera.

—Mucho gusto, soy Bonnie, Bonnie Clarkson.

Miss Nothing - Norman Reedus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora