Veintisiete.

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27.
5 de febrero del 2016.

—Salud, por nosotros.

Gerard alzó su copa, viéndome con intensidad, sin embargo, no logró encender ni siquiera una pequeña chispa en mí. Tomé mi copa, afirmándola entre mis dedos, y la levanté con lentitud.

—Por Paul y su condena de cincuenta años. —Corregí, incómoda y evitando su mirada. Él sólo suspiró, derrotado.

El juicio de Paul terminó siendo más rápido y simple de lo que había esperado. Eran tantas las pruebas que papá y Rhodes se habían encargado de recolectar que esa misma mañana habíamos logrado que fuese sentenciado. Fields por fin pagaría por todo el daño que había causado. Y sabía que, donde sea que estuviese, las almas de Craig y Gareth ya eran libres.

Mamá y papá debieron volver a Jersey esa misma tarde, por lo que no tuvimos tiempo alguno para celebrar la buena noticia. Era esa la excusa que Gerard había ocupado para traerme al elegante restaurante en el que estábamos.

—Creí que Norman asistiría al juicio —Mi abogado comentó y yo negué, con cierta decepción. Si bien sabía que él estaba enojado conmigo, esperaba verlo en la corte esta mañana—. Bueno, creo que todo pasa por algo, ¿no, Blair?

Sus dedos buscaron entrelazarse con los míos, mas, antes de que yo lograra reaccionar a su tacto, mi teléfono vibrando me hizo alertar. Contesté, con rapidez, en un intento de evitar ese momento y respiró con pesadez, de nuevo.

—¿Diga? —Hablé.

—Señorita Scott —No tuvo que presentarse para que reconociera su voz. Mark—. Lamento molestarle, pero, el señor Reedus...

—¿Norman? ¿Qué le pasó a Norman? —Pregunté, con rapidez, y sentí cómo Gerard dirigió su atención a mí.

—Él... él está acá en la azotea y... ha-ha bebido mucho. Creo que quiere lanzarse.

—¡¿Qué?! —Chillé, desesperada, poniéndome de pie en ese mismo instante. Mis ojos se cristalizaron y el cuerpo me tembló, sólo de nervios.

—Estoy intentando que...

—Por-por favor, quédate con él, estaré allá en unos minutos —Murmuré, tan velozmente que ni siquiera yo me entendí bien. No sé qué respondió, porque corté antes de eso.

Mi corazón latía con tanta fuerza que sentí que se saldría de mi pecho y todo a mi alrededor sucedía en cámara lenta. Sacudí la cabeza, con fuerza; no podía perder el tiempo, atontada.

Tomé mi abrigo, de la silla, y avancé a la salida. No le di explicaciones a Gerard, pero él me las exigió de todos modos, pues siguió mis pasos como si fuera mi guarda espaldas. Lamentablemente, mis nervios y yo no estábamos en condiciones de entregar la respuesta más cordial de todas.

—¿Realmente irás con ese idiota? —Le escuché preguntarme y volteé, con fueria.

—¡Ese idiota el amor de mi vida! —Le grité, mostrándole mi dedo corazón, antes de abandonar el lugar.

***

Cuando entré al edificio, tal y como me lo esperaba, no había nadie en la recepción. Presioné el botón del ascensor con impaciencia, ansiedad y angustia. Tuve suerte de que las puertas se abrieran en cosa de segundos.

—Norman, Norman, Norman... —Balbuceé, abrazándome a mí misma.

El elevador emitió un pequeño ruidito, cuando llegamos al último piso. Más acelerada que nunca, subí la corta escala que me llevaría a la azotea. Empujé la puerta de acceso con fuerza, sin embargo, todos mis impulsos se cortaron cuando observé mi alrededor. Y es que, ¿cómo no impresionarme, si todo el lugar estaba bellamente decorado con brillantes luces y rosas blancas?

—¿Recuerdas que hace dos años hicimos una promesa?

Volteé al escuchar su voz. Él estaba ahí, pero no estaba ebrio, ni a punto de saltar, como Mark me lo había dicho. Avanzó unos pasos y volvió a detenerse, pero con sus ojos fijos en mí a cada segundo.

—En año nuevo. —Volvió a hablar, como si intentase hacerme recordar aquella noche—. ¿Recuerdas? —Asentí, temblorosa—. Pues, quiero que sepas que ha sido la cosa más estúpida que he prometido.

Mis cejas se fruncieron sin que me diera cuenta y antes de que pudiese decir algo, continuó:

—No quiero tener que estar contigo sólo porque lo prometí. No quiero tener que casarme contigo porque los dos estamos solos y no nos ha quedado otra opción, porque no eres eso. No eres una opción, Blair. Eres... diablos, eres todo lo que deseo en esta vida. No quiero tener que esperar más años, Blair, y hacer un pacto con el diablo para que sigas soltera. Quiero que seas mía, desde ahora ya, para siempre. Quiero que estar contigo por el resto de mi vida, mi amor. Quiero hacerte la mujer más feliz del universo. Quiero entregarte todo mi amor...

Y cuando se arrodilló y sacó aquella pequeña caja azul marino aterciopelada, sentí que me desmallaría ahí mismo.

—Y-y lo haré, si tú me lo permites.

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otra historia que comienza a llegar a su finnnnnnnnnnnnnnnn :( jaja pero bueno, así es la vida.

Pd: Les invito a visitar la historia de @NeffreyWife, "El intercambio" . Es la primera historia que escribe así que entreguémosle nuestro amor y apoyo <3 jajaj

¡Las quiero!

Miss Nothing - Norman Reedus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora