Adiós Haniel

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No supo cómo reaccionar, pero lo primero que sintió luego del pánico fue enojo, lo podía ver en sus expresiones. Se acomodó precariamente la ropa y salió de la habitación pasando por el lado de Haniel sin decir una palabra. ¿Acaso Dandelion le había caído la noticia mal?

Es obvio, idiota.

Mi sub consciente comenzaba a fastidiar nuevamente. Suelto un largo y cansado suspiro para negar, Haniel no se encontraba del todo bien, verla de ese modo también le había afectado. Me acerco hasta él palmeando su hombro.

—Yo iré a hablar con ella. —Noto que niega.

—No, haz tus maletas si es que te vas. Yo hablaré con ella. Trataré de que entre en razón un poco.

—¿Sabes que cabe la posibilidad de que renuncie? No le gusta este empleo, en cierta parte lo hacía para recaudar dinero para sus estudios, y lo soportaba porque estaba con ella. —Comento mirando el suelo. Me dolía pensar que ella trabajaba para pagar unos estudios que aún no estaban concluidos, solo porque el empleo de su madre no podía abarcar todas esas necesidades.

—Lo sé, Dilan. —Susurra saliendo de la habitación y dejarme con la palabra en la boca.

 Tomo un poco de aire despacio, tratando de controlarme, mirando más a fondo la habitación asignada de Dandelion, mi vista fue a parar hasta la peinadora, donde se hallaba su pequeño cuaderno de inspiración, me acerco a él tomándolo entre mis manos, el cuaderno se abre a la mitad de este, dejándome ver unas letras curvas escritas con un lapicero negro, el mismo que yo le había regalado.

Comienzo a pasar mis ojos por cada uno de los sentimientos plasmados en letras en este cuaderno. En mis labios se forma una pequeña sonrisa.

Ya sabía lo que debía hacer antes de irme.

...

Los minutos había pasado con tal rapidez que me ha dejado sorprendido, Haniel se había acercado a mí, minutos después de ir tras Dandelion. Con una pequeña sonrisa surcando sus labios, no sabía que había hecho o dicho para pasar de estar compungido a mostrarse con naturalidad, alegre y lleno de vida.

—Este es el adiós, hermano. —Comento, encogiéndome de hombros.

—No, no es un adiós. —Susurra colocándose a mi altura, debido a que era un par de centímetros más alto que yo. Lo observo con detenimiento.

En este último tiempo había cambiado, no solo físicamente, dejándose crecer un poco la barba, pareciendo ver mayor, digno de su edad, sino mentalmente. –Aunque no lo crea.- Pero era así, en estos dos últimos meses, había visto lo grandioso y fastidioso de compartir con él, algo que ya había olvidado desde el accidente. Le agradecía, a él y a Dandelion, por mostrarme que mi vida es importante, por mostrarme que mi vida no había acabado cuando se fue mi madre de este mundo, sino que esta seguía su curso, sin importar quien faltara en ella. La vida tan avara y llena de sorpresas y decepciones. Cuando ya no tuve nada que perder, y pensé que mi vida ya no valía la pena, ellos estaban allí para mí, sin importar como los tratara.

Ahora comprendía que, ellos en realidad eran mi familia, esa que está siempre en las buenas y en las malas. Mi familia, el amor de mi vida. Ellos...

—¿Entonces qué es? —Mi corazón palpitaba en mi pecho sin desenfreno. Cuando todo estaba bien entre nosotros, nos teníamos que separar, todo por los caprichos de mi padre.

—Es un hasta luego. —Muestra una radiante sonrisa. —Es un hasta luego, porque nos volveremos a ver.

Sus palabras me han sacado una perceptible sonrisa. Él tiene razón, es un "Hasta luego"

Un Amor Verdadero ♥© (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora