Quería llamarle Inmundo.
31 de agosto de 1956
SOUL:
“Estaba nadando. Violet me miraba desde el puerto, con una sonrisa puesta en la cara. Con un pequeño gesto la saludé y continué nadando. El mar era prácticamente verde, podía ver el fondo con los peces nadando bajo mi cuerpo con total claridad. Y de repente, allí estaban ante mí, dos preciosos ojos de un color azul celeste, me sonreían bajo el agua y me invitaban a bajar un poco yo también. Me sumergí lentamente y, poco a poco, se iban alejando. Continué adentrándome en el océano, persiguiendo esa sonrisa traviesa; a pesar de la profundidad, me sentía completamente feliz, me sentía libre; pero comencé a quedarme sin aire. Conseguí apartar la vista de los ojos y mirar hacia arriba, vi el exterior muy lejano y comencé a nadar. “No llegaré a tiempo”. Entonces una opresión en el pecho me detiene, y comencé a escuchar una voz.
-Soul, Soul, Soul…
Hasta que mi mirada desesperada se topó con aquel chico, de ojos azules y sonrisa traviesa. Y entonces, de repente… Bofetada”.
Entreabro los ojos con cuidado, confusa, y diviso la imagen distorsionada de una coleta pelirroja. Lo siguiente que veo es una pequeña figura plateada sobre la nariz.
-Buenos días dormilona! ¿Estabas soñando conmigo?
Me incorporo lentamente y me froto los ojos. Al verla ya nítidamente puedo distinguir un colgante con una llave descansando sobre su pecho.
-Em… No exactamente –respondo – A no ser que tú seas un chico rubio de ojos azules.
-Bo, anda, prepárate que vamos a desayunar –dice Violet saltando de la cama.
Lleva unos pantalones blancos y una blusa azul marino que le queda un poco grande, pero aún así sigue guapísima, como siempre.
Me levanto de la cama y voy hacia el armario; me pongo lo primero que cojo: un vestido blanco de gasa, muy romántico, muy de mi estilo, con las bailarinas nuevas. Camino hacia el tocador y me siento, mientras, Violet baja a la cocina (como si no supiera ya lo que va a hacer). Me miro al espejo y no me extraño nada, mi trenza está totalmente deshecha, así que me la quito; y, poco a poco, voy enredando mis mechones de cabello castaño claro en una trenza de lado y me coloco unas flores sobre la cabeza; solo entonces me miro satisfecha: la trenza me llega por debajo del pecho, mis ojos hoy se ven más verdes de lo habitual, son de un impecable color chocolate por dentro rodeado de un verde muy claro.
Me levanto y rápidamente (casi corriendo) bajo las escaleras de dos en dos y llego a la cocina.
Mi madre está preparando un par de cafés y un tazón de leche caliente, mientras, Ford, está sentado leyendo el periódico, y en una esquina de la cocina, casi escondida, está Violet subida a una silla, saqueando mi reserva de panecillos.
Me siento en mi silla habitual.
-Buenos días, princesita –saluda mi madre, Heather.
-Buenos días mami –contesto.
Parece ser que Ford no se ha percatado de mi presencia, sigue inmerso en la prensa, posiblemente leyendo un artículo de torturadores de perros, les admira. Por eso no tenemos perro.
Mi madre sirve la leche y el café, y siguiendo la tradición, pregunta:
-Vi, ¿tú no quieres nada?
Ésta, apartada de todos, con un montón de panecillos en su regazo, contesta:
-No te molestes, hoy no tengo hambre.
Tras los primeros típicos minutos silenciosos, mi madre suelta:
-¿Cuánto hace que no ves a Ron?
Hago un cálculo mental.
“Teniendo en cuenta que hoy es miércoles… Y que lo he visto el domingo… No es que haya pasado demasiado tiempo sin verlo. Pero por otro lado, teniendo en cuenta que es mi padre, debería verlo todos los días”.
No culpo a mi madre por estar a punto de casarse con el hombre del saco, pero, me gustaría que por lo menos no lo metiera en casa hasta la boda.
-Pues ahora que lo pienso… Me apetece verlo, Vi, ¿te hace una visita a papá?
Vi traga atropelladamente un trozo de panecillo y contesta:
-¡Bien, viaje en bicicleta!
Cuando Violet se termina mis incontables panecillos, vamos a su casa a por las bicicletas.
Os preguntaréis por qué mi bicicleta está en su casa, pues bien, en la mía no hay garaje.
Al pasar corriendo, nos encontramos a Annie y a Sam, jugando con Toby.
Toby es un beagle, un cachorrito precioso; yo le puse el nombre, Violet quería llamarle Inmundo, porque, de hecho, ella odia los perros.
Tras un rato pedaleando divisamos la cabaña de mi padre. Por el camino, Violet me contó cómo encontró la llave que ahora lleva colgada. Dejamos nuestros vehículos junto a la pequeña cabaña y nos acercamos para llamar a la puerta.
Desde que mi padre se marchó de casa, vive aquí, a unos cuantos quilómetros del pueblo, en medio del bosque, solo, pero no amargado, dice que así tiene tranquilidad y tiempo para pensar. Mi padre siempre ha sido un hombre de conversación ligera, cuando hablas con él te da la impresión de que lo sabe todo, y se te olvida hasta tu nombre.
Nos abre con su clásico: “Bienvenidas niñas”. Sus ojos azules centellean al sol, ahora, mirándolo bien, podría ser más padre de Violet que mío; ya que tiene una llamativa melena roja.
Nos deja pasar gentilmente, y enseguida reconozco todos sus muebles de madera, de hecho, casi toda su cabaña está decorada con ese mismo material.
Nos sentamos alrededor de una mesa redonda.
-Bueno chicas, ¿qué os trae por aquí?
-Bueno, veníamos a saludarte, ver qué tal va tu vida, en este lugar tan interesante. –dice Violet, sarcástica.
-Pues, bien, sin novedades, ¿y por el pueblo?
-Oh dios mío, voy al baño, o explotaré!
-¡No necesitaba saber tantos detalles! –canturrea Vi – Y bueno… ¿qué me cuentas padrino?
Los ojos de Ron vuelan hacia la llave que cuelga del pecho de Violet.
-¿De dónde has sacado eso?
Su expresión se vuelve seria, entonces, salgo del baño aun colocándome la ropa, y contemplo la extraña escena con una sola pregunta en mi mente: “¿Qué pasa?”
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Time: Pasado
AventuraSAGA TIME PASADO EL VIAJE COMIENZA Prólogo 28 de mayo de 1947: Me da una llave. No sé por qué, ni para qué; pero ella no habla, simplemente me c...