Capítulo 17

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Vuelvo a sentir de nuevo esa libertad

3 de diciembre de 1956

VIOLET:

¿Está ahí realmente? En las verjas del colegio, junto a las bicicletas, se distingue perfectamente, iluminada por la luz del día, la silueta de mi madre.

Me quedo sin palabras, petrificada allí mismo, en medio de la pista de baloncesto. No estoy segura de lo que veo, su cuerpo luce etéreo y parece emanar una extraña luz. ¿Acaso puede ser cierto que su fantasma esté en Fowey? ¡No! ¡Mi madre está viva! No puede ser, pero sin embargo, es. Allí está, de pie y sonriente, observándome, y me siento como me he sentido tantas veces antes.

De repente mi madre mira en otra dirección, sigo su mirada,  Josh corre hacia mí. ¿Debería correr yo también hacia él? En realidad lo último que me apetece ahora mismo es moverme.

Josh llega ante mí, me sujeta de los hombros y me zarandea ligeramente, me mira alarmado, y mueve los labios, rápido,  rapidísimo, pero no dice nada. Entonces vuelvo a mirar hacia dónde está mi madre, pero ya no está. Continúo con la vista fija en la verja mientras la enfermera Clark me coge en brazos  y me lleva a la enfermería.

Mis compañeros caminan hacia clase, muchos me miran horrorizados, otros ignoran mi presencia. En momentos como este desearía ser invisible.

Pero todo se esfuma cuando entramos en la enfermería. Estoy en una especie de trance, a mi alrededor todo lo que veo es oscuridad. Y en medio de esa oscuridad, la enfermera Clark inspeccionándome. Dejo a mi mente volar.

Imágenes dispersas empiezan a pasar por mi cabeza y a mezclarse con la realidad. Al lado de la enfermera Clark nos encontramos Josh y yo sentados en un banco, él elogia mi camisa y yo me sonrojo. Sonrío. Y me pregunto cómo se puede ser mejor que esto. Dijo que yo soy especial, soy diferente. Su voz baila por mi mente con esas palabras que me hacen infinitamente feliz.

En el otro lado de la sala nos encontramos Soul y yo paseando en bicicleta, avanzamos por el puerto de Fowey, suelto las manos y las hecho al viento. Soy libre. Y por un instante vuelvo a sentir esa libertad. La bicicleta atraviesa el banco y hace desvanecerse mi fantasía, la señora Clark es lo único que parece no desvanecerse, se mueve de un lado a otro de la sala, incansable. Su cuerpo bajito y rechonchete parece hacer vibrar el suelo a cada paso que da.

Entonces, ante mí, el claro. Los tres árboles se materializan frente a mí. Lo más divertido de la situación es ver a la enfermera Clark pasear entre ellos cogiendo unos y otros aparatos.

De repente aparezco yo, en mi propio sueño. Sola. Me acerco al árbol de la izquierda y abro la puerta, de repente las llamas envuelven el bosque, a mí y a la enfermera Clark, que parece ajena a todo lo que sucede en mi torturada mente.

La enfermera Clark se va, a mi parecer entre los árboles en llamas. Y me deja sola con el fuego.

Las sombras comienzan a danzar entre las llamas, se mueven veloces y ágiles, como bailarinas de ballet.

En ese momento Soul aparece entre las llamas,  se acerca a mí y pasa su mano frente a mis ojos. Luego, chasquea sus dedos frente a mi nariz. Parece triste. No habla, solo me observa. ¿Podrá ella ver que yo estoy ardiendo? En ese momento cruzan el bosque Soul y Sam, como aquel día que jugamos al escondite; y detrás de ellos, corro yo con Annie en brazos. Atraviesan el bosque y desaparecen por el otro lado.

En ese momento llega la enfermera Clark con un café en la mano, se sienta al otro lado de mi cuerpo, y parece discutir con Sou. Le señala la puerta y ella desaparece pegando un portazo. Dejándome de nuevo sola con la enfermera Clark.

Entonces me doy cuenta de lo mucho que deseo atravesar ese bosque en llamas y bailar con las sombras. ¿Un sueño tétrico? ¿Un sueño macabro? Puede ser. Pero al fin y al cabo, tengo clara una cosa. Ese sueño puede traer de vuelta a mi madre.

De repente me parece escuchar en mi cabeza el sonido lejano de un montón de flautas sonando al compás. Y vuelvo a recordar a mi madre. Camina por el claro, pero no como la había visto en la verja, más bien como cuando era niña. Me lleva en brazos y de nuevo vuelvo a sentirme acunada. Me dejo llevar por el sonido de las flautas. Ella deja el bebé en el suelo y comienza a correr entre las llamas, se aleja de mí. No debe alejarse. Entonces descubro que no quiero quedarme quieta más, correr tras ella, encontrarla y juntas explorar ese bosque en llamas.

Y en ese momento, despierto.

Time: PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora