Capítulo 20

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Suponiendo que no esté ardiendo entre las llamas

4 de diciembre de 1956

SOUL:

Ha sido una noche horrible. No he dormido nada bien, no paraba de despertarme y dar vueltas en la cama.

Me pongo mi vestido blanco y una chaqueta de punto gris con unas botas. Bajo a desayunar y me coloco junto a la mesa donde está Hitler que, para variar, está leyendo el periódico y ni me saluda.

Observo la despensa y entonces me doy cuenta: Violet no se ha presentado en mi casa.

“Normal” pienso “después de lo de ayer habrá decidido quedarse a descansar, fue un susto tremendo”.

Me pongo una taza de té y cojo unas galletitas, preguntándome con quién hablaré hoy en el recreo.

Y entonces, para mi sorpresa, la cueva oscura se abre y suena un sonido de ultratumba:

-¿Dónde está Margaret?

Qué sorpresa, no sabía que podía hablar. A no ser que un gruñido de vez en cuando se considere hablar.

-Está enferma, ayer tuvo un accidente en el colegio.

Y recibo un gruñido como respuesta.

Al terminar, me levanto, cojo mi cartera y me dirijo a la puerta.

-Dile a Rose que se mejore.

Y esta vez soy yo la que le gruñe, para que sepa lo que se siente.

Llamo a la puerta de casa de Violet para informarla de que Belcebú sabe hablar. Me abre Lily, sonriente.

-¿Vas a despertar a la señorita Violet?

-Solo un poquito.

-De acuerdo, pero solo un poquito.

Me deja pasar y subo las escaleras corriendo, haciendo mucho ruido para advertirle mi llegada. Pero al abrir la puerta, su cama deshecha está vacía.

“Habrá ido al baño” pienso. Y me escondo entre sus sábanas para asustarla a su llegada.

Sonrío nerviosamente y procuro no moverme demasiado, y así pasan los minutos. Me doy cuenta de que estoy en una postura un tanto incómoda, y empiezan a darme tirones en las piernas, aparte de que me estoy asfixiando con sus sábanas.

“No llega, pues no llega… esto empieza a ser extraño, pero resistiré”.

Después de otros tantos minutos, cuando asimilo que ella no va a llegar, y el tufo a pies empieza a hacer que me lloren los ojos, salgo de debajo de las sábanas, tomo una fuerte bocanada de aire, me siento sobre sus sábanas y me tapo un poco. Y allí espero sentada mirando al hueco de la puerta.

“Esta no llega, voy a llegar tarde, será mejor que me vaya sin ella. Total, no va a ir al colegio. Hace calorcito aquí, ¿no? Se está cómodo. Podría quedarme aquí todo el día”.

Los minutos pasan y sigo sin saber con qué distraerme. Solo miro a la puerta.

De repente, por alguna razón que desconozco, mi cara se gira involuntariamente hacia el despertador. Dios, ¡ya habían pasado 20 minutos!

Me deshago de las sábanas y me levanto, camino por el pasillo y abro la puerta del baño, pero dentro no hay nadie.

Comienzo a buscarla por toda la casa: grito su nombre escaleras abajo, arriba, de derecha a izquierda, de izquierda a derecha. Cuando finalmente me doy por vencida voy a hablar con Lily.

Time: PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora