Capítulo 18

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Confuso, curioso, incómodo, frustrante.

3 de diciembre 1956

SOUL:

Violet y yo caminamos de vuelta a casa, no estoy segura de si Vi podrá resistir un viaje en bicicleta; por lo que voy arrastrando el vehículo junto a mí.

-Fui a verte, ¿sabes? –digo para romper el silencio que nos había rodeado desde que la saqué de la enfermería.

-Sí, me pareció haberte visto.

-¿Podías ver?

-Más o menos, veía cosas. Recuerdos, lugares; nos veía a nosotras, a Josh… pero también a la enfermera caminando por el medio, no sé, era confuso.

-Curioso.

No se me ocurre nada más que decir.

El silencio vuelve a adueñarse del momento, ¿por qué me cuesta tanto escoger las palabras en un momento como éste? Lo lógico sería hablar sin parar sobre lo ocurrido,  hasta averiguar absolutamente todo; pero por algún motivo, cada vez que pronuncio una palabra me siento incómoda.

-¿Cuándo comenzaste a notar que no podías… ya sabes, moverte? No quiero ni imaginar cómo sería esa sensación.

-No lo sé, estaba caminando y de repente me pareció ver algo…

La interrumpo:

-¿Algo? ¿Qué algo?

Tras unos segundos de silencio, Violet responde:

-Nada, un perro o un conejo… pero… me sorprendió verlo ahí, en medio de la carretera, observándome.

-Ah. -“Bien Soul, eras la reina de las onomatopeyas”. - ¿Y estás bien?

-Sí, bueno, algo confusa.

-Entiendo, debe de ser frustrante que nadie sepa lo que te ha ocurrido.

-Sí, frustrante…

El centro había llamado a casa de Vi para informar a sus padres de lo ocurrido, pero sus padres no están, así que Lily y Sam esperan preocupados por nosotras en la puerta. Al llegar, Lily extiende una manta sobre los hombros de Vi, y se la lleva dentro.

Sam me mira, sonríe y se va dentro también.

Camino por la hierba hacia el garaje y dejo la bicicleta. Allí, sobre una mesa llena de herramientas hay una vieja fotografía de Crystal y John, sentados en una vía de tren y abrazados; y justo detrás, un poco a la derecha de Crystal, está mi padre. No puedo evitar sonreír y pensar que esa fotografía sería una imagen hermosa de no ser por mi padre. Pero aún así parece que él también posaba para la fotografía: se le ve casi de cuerpo entero, vestido de traje con un bombín y la pajarita desecha sobre el cuello; tiene las manos en los bolsillos y mira a la cámara sutilmente, con cara de sorpresa. Sale realmente guapo.

Reúno fuerzas para poder apartar la mirada de esa fotografía y camino hacia mi casa, una vez en la puerta del garaje me doy la vuelta, una idea flota en mi mente.

“Sí, ¿por qué no?”

Time: PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora