Capítulo 16

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El tiempo no perdona a nadie.

3 de diciembre de 1956

SOUL:

El tiempo parece haberse detenido en la clase de música, la señora Hills es una gran santa, tiene una paciencia de hierro. A sus ochenta y tantos (que supongo que tendrá) no tiene necesidad de aguantar a unos feriantes como nosotros. ¿Cuándo retirarán a esta pobre mujer y le darán un merecidísimo descanso?

Era un día luminoso en Fowey, y la claridad que se colaba por las ventanas iluminaba los ojos azules de la señora Hills, que se escondían tras unas pequeñas gafas de cristal que siempre caían hacia la punta de su nariz. Tenía una nariz preciosa, más quisiéramos yo y Vi (que somos unas obsesas de las narices) tener una como la suya. Esta mujer debió ser guapa en su juventud, pero el tiempo no perdona a nadie, y en la actualidad un millón de arrugas pueblan su rostro.

Mi padre, que también fue alumno suyo, siempre dice que era una mujer preciosa y que todos los chicos de su clase se sentaban en primera fila para ver su precioso pelo rubio moverse con toda su delicadeza y naturalidad.

Como dije anteriormente, el tiempo no perdona a nadie; y ahora su pelo es gris y siempre va recogido en un moño bajo.

Peter hace un desagradable sonido con la flauta, y todos le miramos acusadores; luego, miramos a la señora Hills, que ya acostumbrada a esta clase de actuaciones por parte de Peter ni siquiera le echa una mirada de reproche.

“Esta mujer es una santa. Si hay unas puertas del cielo posiblemente ella se haya ganado las llaves”.

En este preciso instante, alguien llama a la puerta. La señora Hills abre con lentitud y parsimonia la puerta al joven Miller.

- Buenos días señora Hills. ¿Podría dejar a Soul Grint salir un momento a la enfermería?

La señora Hills asiente minutos después, como asimilando la información que acababa de recibir.

Para no hacerle gastar saliva a la pobre mujer, ya me levanto y camino hacia la puerta. Una vez en el pasillo, la curiosidad puede conmigo.

-Josh, ¿qué le ha ocurrido a Violet esta vez?

-No lo sabemos, cuando iba a entrar en clase me percaté de que estaba sola e inmóvil en medio de la pista de baloncesto. Así que fui corriendo a comprobar que le ocurría. No me miró, ni siquiera pronunció una sola palabra. Así que mandé a mis amigos a llamar a la enfermera Clark.

-¡Ay, esta mujer me vuelve loca! –digo suspirando.

-¿La enfermera Clark? Es un poco grotesca, y poco agradable, y poco comprensiva, y nunca la he visto sonreír, pero seguro que no es mala persona.

Suelto una ligera carcajada al aire y me despido de Josh con una mirada mientras atravieso la puerta de la enfermería.

La enfermera Clark no está, solo está Violet tumbada en la camilla, envuelta en una manta de lana y con una tila en la mesita.

Cuando  me acerco compruebo que tiene los ojos abiertos de par en par, y por un segundo, temo que se le haya parado el corazón. Paseo mi mano ante su mirada un par de veces, sin ningún resultado. Pruebo a chasquear los dedos en sus narices, nada otra vez.

-¿Vi? 

La enfermera Clark entra en escena con un café en la mano. Al verme se sorprende y gruñe algo para sí misma. La observo expectante esperando un diagnóstico. La enfermera toma unos cuantos folios y un bolígrafo, y se sienta junto a Vi.

-Señora Clark, ¿qué le ocurre a Violet? –pregunto con mi tono más inocente.

La enfermera consulta sus informes antes de contestarme. Bueno, si se les puede llamar informes.

Levanta la vista y habla con su voz de tenor, la clásica voz de alguien a la quien no le gusta hablar.

-Sinceramente, con toda mi experiencia médica –dice como quien tiene mucha experiencia médica y lleva toda su vida trabajando en un instituto, donde su mayor problema puede haber sido un joven al que le sangra la nariz – no puedo determinar lo que le ocurre a esta jovencita.

-Entonces, ¿por qué me ha hecho venir? –pregunto confusa, alzando quizás un poco demasiado mi tono de voz.

-¡Perdone señorita Grant, yo no la he hecho venir!

Mi cara de sorpresa lo dice todo.

-De hecho, no sé qué haces aquí. Será mejor que te invite volver a clase –dice señalando a la puerta.

Me levanto en un estado de confusión total y cierro la puerta de un portazo.

Una vez en el pasillo me encuentro a Josh apoyado en la pared, esperando ¿algo? Voy a decir algo, pero él me interrumpe.

-¿Y bien?

-¿Y bien, qué?

-¿Qué le ha pasado a Vi?

Su mirada emana preocupación.

-Pues… La enfermera Clark… No sabe nada… ¿Por qué me has llamado? –pregunto confusa.

Su rostro no parece siquiera inmutarse de aquella acusación.

-Pensé que te gustaría saber qué le ha ocurrido a tu amiga.

-Me hubiera enterado tarde o temprano.

-Pensé que podrías decirme que es lo que ella ha visto.

Esta afirmación me deja pensativa. ¿Realmente le importa lo que le haya podido suceder a Violet? ¿Por qué dice que ha visto algo? Y lo más perturbador, ¿qué hace ahí en la pared esperándome en horas de clase? Un montón de preguntas acuden a mi cabeza, unas tras otras, precipitándose.

-¿Qué? ¿Por qué te importa? ¡Si no la conoces! ¿Por qué dices que ha visto algo? ¿Por qué crees que yo sé qué es ese algo? Y para terminar, ¿qué es lo que haces ahí esperándome cuando tienes clase? ¡Omar te va a matar!

-Haces demasiadas preguntas, ¿no? No te pareces demasiado a Vi.

-¡Pero contéstame! –comienzo a ponerme nerviosa.

-Mi intuición me dice que ha visto algo, y como tú y ella prácticamente vivís juntas, pensé que tendrías una ligera idea de lo que ha ocurrido. Y supongo que a todo el mundo le importa cuando un amigo no está bien.

“Amigos” pienso. Interesante concepto.

Time: PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora