Se que con Alex nos conocemos sólo hace un par de meses, pero ella era de esas personas que es imposible no quererlas, ella había llegado a mi vida con un propósito, y ese propósito era hacerme feliz.
Estaba afuera de su trabajo esperándola, se que sólo le pediría que fuera mi novia pero jamás me había sentido tan nervioso como me sentía en este preciso momento. Mi pie se movía repetidamente haciendo notar el como me sentía, la puerta se dejo oír y pude divisarla, estaba con una sonrisa en su cara, como siempre. Se acercó y me beso cortamente.
-¿Dónde vamos?
-A tu lugar favorito—la mire y ella levantó una ceja.
-¿En serio?
-Claro, vamos— tome su mano y la guíe a mi auto.
Cuando ya nos encontrábamos en camino, comenzamos a conversas de distintas cosas, solté un suspiro nervioso en cuando llegamos al lugar. Ella se bajó rápidamente y yo la seguí, hasta llegar al lugar donde habíamos estado en nuestra salida.
-Me encanta este lugar— se acercó al asiento y yo la seguí hasta sentarme a su lado.
-Alex...—ella me miro.
-¿Sucede algo?
-Tengo que decirte algo—suspire nervioso.
-Dilo— frunció el ceño.
-El otro día cuando dijiste que yo te gustaba yo no respondí, era porque quería hacerlo de una manera especial, algo para ti, para que lo recordadas. Me gustas Alex, demasiado para decir verdad. Me siento bien estando a tu lado, me agrada el modo en que tus mejillas se sonrojan un poco cuando te miro, cuando tomas mis manos. Haces que yo me sienta mejor, incluso mis problemas parecen un poco más lejano cuando estoy a tu lado— ella sonrió— pero sobre todo, te quiero porque siempre, siempre tengo ganas de hacer contigo las cosas que me gusta hacer sólo y eso dice mucho de ti, y de mi conmigo.
-Oh, Jeffrey— sus ojos se cristalizaron y tomo mi cara para luego besarme.
Y cuando fueron exactamente más 19:30 hrs, la alarma de mi celular sonó, significaba una cosa, mi sorpresa se llevaría a cabo.
-Mira hacia el frente— le susurre, ella frunció su ceño y miro a la dirección que le dije.
Su cara se transformó de una de confusión a una de sorpresa en cuestión de segundo, volteó su cara a mi dirección.
-¡Claro que si!
Ambos sonreímos y nos acercamos a besarnos, siendo por fin una pareja.
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