23.- Team Alex.

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Llegue a mi casa bajo una intensa lluvia, el clima y mi vida se habían puesto de acuerdo para hacer el día más lúgubre de lo que ya era. Bisou apenas pasamos la puerta de entrada se alejó para ir a dormir. Me sentía como la mismísima mierda en este momento, había cometido grandes errores a lo largo de mi vida pero este había sido uno grande, no había confiado en una de las personas que más quería.

Mi teléfono sonó y en la pantalla pude visualizar una foto de Norman, deslice el dedo sobre la pantalla y conteste, aun cuando no tenía ganas de hablar con nadie.

— ¡Amigo!, te he llamado cinco veces y no contestabas, ¿te encuentras bien?

Dude en contestar, no me encontraba bien eso era obvio, pero tampoco tenía ganas de que me dieras sermones por ser un idiota.

—Sí, me encuentro bien. —Mentí—, Lo siento acabo de llegar al departamento.

—Te conozco hace años Jeffrey, además hablé con Alex antes y tiene la misma voz que tú. ¿Podrías explicarme que mierda sucedió? —Solté un suspiro y mi voz que hace solo segundos se encontraba bien, se quebró.

—Cometí un error Norman, la cague hasta el fondo. —Norman que se quedó en silencio unos segundos, soltó un suspiro.

—Lo siento. —Murmuró.

—Ella rompió conmigo, soy un idiota, no confié en ella y ahora la perdí Norman, la perdí. —Pase una mano por mi rostro quitando las lágrimas que habían en él.

—Te dije que pensaran bien las cosas Jeffrey, Alex jamás te engañaría. Sé que no es momento de regañarte o algo por el estilo, pero soy tu amigo y te diré lo que pienso, te enojes o no.

—Lo sé Norman.

Hablé unos minutos más con él, hasta que quise descansar un poco, el día había sido largo y ya estaba bastante cansado. A los minutos de cortar, mis ojos se cerraron solos, el cansancio había ganado.

Apenas desperté al otro día ya sabía que no sería un buen día, y lo confirme en cuanto mi teléfono mostro que mi mamá estaba llamando. Solté un suspiro frustrado.

—Gracias por avisar a tu madre que ya te encontrabas en Nueva York, eres el hijo del año. —Rodee los ojos.

—Hola mamá.

— ¿Cómo te fue?

—Me fue genial mamá, lo siento por no llamarte, estaba cansando.

—Ya, la excusa de siempre Jeffrey.

— ¿Cómo está papá?

—Él se encuentra bien, te manda saludos.

—Iré a visitarlos dentro de estos días.

—Me parece genial, ¿vendrás con Alex? —El nudo de la garganta se volvió a formar al escuchar su nombre.

—Eh, no mamá, Alex tiene bastante trabajo. —Mentí.

— ¿Te encuentras bien hijo?

—Tengo que colgar mamá, hablamos más tarde. Te amo, adiós. —Corté antes de que pudiera responder.

El timbre sonó y solté un suspiro frustrado. Hoy definitivamente no sería mi día.

El timbre volvió a sonar, cuando abrí la puerta la cara ya conocida de mi amigo se encontraba delante de mi junto a Mingus.

—Traje comida y cervezas, pero no le des a Mingus. —Ambos pasaron.

—Pensé que no estarías en la ciudad, por unos días.

—Tomé un avión ayer luego de que hablamos, no es bueno estar solo en casa cuando tienes el corazón roto.

— ¿Qué sabes tú de eso?, siempre eres el que rompe el corazón a las chicas. —Norman rodó los ojos y Mingus rio.

—No saquemos a relucir nuestros pecados, además ayer hable con Alex y está igual o peor que tú. La veré más tarde.

— ¿Era necesario que me cuentes eso?

—Deberías estar planeado como pedirle disculpas, en vez de estar llorando como una niña adolescente la cual no dejaron ir al concierto de su banda favorita. —Tanto Mingus como yo lo miramos frunciendo el ceño.

—Papá, no seas tan duro...

—Oh, no te he contado por qué Alex y Jeffrey rompieron hijo, ven, siéntate a mi lado y déjame que te cuente. —Palmeo el asiento de al lado y comenzó a relatar lo que había sucedido estos días.

—Bueno, estoy de acuerdo que deberías estar planeado el cómo pedirle disculpas. —Norman asintió.

— ¿Vinieron a subirme el ánimo o qué? —Los mire con duda.

—No me jodas, soy team Alex. —Norman bebió un poco de su cerveza y Mingus comenzó a comer.

—También lo soy, lo siento Jeffrey. —Mingus me miró y me dio una leve sonrisa.

Me tape la cara con ambas manos, tener a ambos Reedus en mi casa no ayudaba. 

 

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Serendipia » Jeffrey Dean MorganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora