Estaba acostada sobre Harry, cara a cara, admirando a mi Adonis. Con la cabeza apoyada sobre mis manos, que reposaban sobre su pecho. Él acariciaba mi pelo.
-¿Por qué desaparecen tú y Sam por horas? Ahora pasas más tiempo con ella del que pasas conmigo.
-Es que ella tiene un novio rico, yo la acompaño a su casa porque me gustan las galletas de la mamá, es una mujer muy simpática. Me gusta cómo hueles –hundí mi nariz en su cuello- y cómo sabes –pegué mis labios a su piel. Él rió.
-Según tú ¿Cuál es mi sabor?
-Cupcake de vainilla –reímos.
-Te amo, glotona.
-Te amo, tonto ruloso –sonrió, nuestras miradas conectadas, sus manos dejaron mi pelo. No sé si él estaba sintiendo lo mismo que yo. Sus esmeraldas, amaba la manera en la que me hipnotizaban, la manera en la que me perdía en ellos. Lo besé, no lenta y delicadamente, lo besé apasionadamente como si mi vida dependiera de aquel beso. Quería decirle todo lo que sentía por él, de aquella manera, con mi cuerpo. Puse ambas manos a cada lado de su cabeza para tener mayor control en los movimientos. Nuestras lenguas, que tanto se conocían, se daban la bienvenida. Se sentó, yo tenía mis piernas envueltas alrededor de él, me apretó contra él, como si no quisiera dejarme ir, nunca. Nuestros labios se coordinaban perfectamente, eran hechos el uno para el otro. Bajé hasta el límite de su camiseta y la saqué por su cabeza. Su pecho blanco, sin un solo bello, fuerte, era perfecto. Toqué sus pectorales con admiración, mis manos estaban temblando. El jugaba con mi camiseta, como si tuviera un debate interno ¿Se la quito o no se la quito? Así que tomé la iniciativa y me la quité. Él me miró intensamente, iba a hablar, pero volví a besarlo. Una de sus manos subió hasta el broche de mi sostén, sus manos cosquilleaban mi espalda. Se entorpeció tratando de abrirlo, rodé los ojos y lo desabroché. Sus labios bajaron a mi cuello, me estremecí por una rara sensación, su respiración se movió hasta mi hombro. Se deshizo cuidadosamente de mi sostén. Instintivamente lo abracé, se sintió tan bien, sentir nuestros torsos desnudos pegados. Fue una sensación increíble, podría quedarme así el resto de mi vida.
-Alex te amo, no tienes que hacer esto si no quieres –lo miré.
-Harry te amo, y quiero hacer esto, contigo.
-¿cien por ciento segura? –reí.
-Sí –Sí, estaba muy segura. Esto pasaría algún día, y yo quería que fuera ese, porque ese día lo amaba como nunca. Giró dándose ventaja sobre mí, sin hacer peso, apoyándose en ambos brazos. Me besó, con deseo, con lujuria, todo mi cuerpo temblaba, esto era extraño, nunca me había sentido así. Mis manos deshacían sus rulos sin piedad, en un pequeño impulso halé de ellos y Harry gimió contra mi boca. Estaba muy excitada, no tenía miedo. Bajé mi mano hasta su pantalón y lo desabotoné, empujé ligeramente hacia abajo y Harry terminó de hacerlo. Él trató de hacer lo mismo, pero sus manos temblaban, ¿que no era yo la virgen? Tuve que quitarme yo misma el pantalón.
-Harry, ¿te pones así cada vez que haces esto?
-No, solo contigo. Me siento como un virgen inexperto, Alex, tengo miedo de lastimarte.-Puse una mano detrás de su cabeza y lo atraje hacia mí.
-No lo harás –el me miró, su mirada bajó por mi cuerpo. No lo hagas, mierda me sonrojé, YO ME SONROJÉ.
-Eres demasiado hermosa, demasiado –volvió a besarme. Nuestros cuerpos semidesnudos hacían fricción con cada pequeño movimiento con nuestras bocas. Su cadera estaba situadas sobre la mía, a esta altura no podía sentir mis piernas, ni mis labios, todo estaba centrado en un pequeño punto de mi cuerpo que no pensé podía ser tan útil. Con el dedo índice bajo la última pieza de ropa que me quedaba. ¡Joder, no me mires Harold!
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KenDoll ( con Harry Styles)
RomanceMuere lentamente quien se transforma en esclavo de los hábitos, quien no se arriesga, quien evita una pasión, quien no arriesga lo cierto por lo incierto, quien abandona antes de empezar, quien se queja de su mala suerte, quien no viaja, ni lee, ni...