23. Cumplidos

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Skyler.

—Sí, ahora me dirás que pasó —Linda se detuvo frente a mí por el otro lado de la barra, colocando las manos en su cintura. Su ceño estaba levemente fruncido y sus labios curvados en una mueca.

—¿Qué pasó con qué? —pregunto algo confundida.

—Desde que pasó este fin de semana estás diferente.

—¿Diferente cómo? —me río.

—A eso me refiero —me apunta—. Pareces más relajada y tranquila. También pareces más alegre.

—Me siento mejor —suspiro.

—¿Quién hizo ese milagro? —bromea Linda, sentándose en uno de los taburetes.

—Nadie —respondo—. Sólo me siento mejor.

—¿Segura? —eleva una ceja.

—Claro que...

Me veo interrumpida cuando la puerta del lugar se abre y Kyle entra con toda su gloria.

Lleva unos pantalones negros ajustados junto con una polera azul y botas negras. Su cabeza estaba cubierta por una gorra del mismo color de sus pantalones y creo que dejé de respirar.

¡Se miraba jodidamente guapo!

Y sé que él lo sabía.

No podía apartar mis ojos de él y creo que sino perdiera mi dignidad al babear, lo estuviera haciendo.

Finalmente Kyle me encuentra donde estoy y Linda ríe.

—Con que fue él.

No respondo, y lo único que hago es ver como Kyle se acerca mí de una manera sexy y segura. La mayoría de las chicas del lugar lo ven por su gran tamaño y belleza.

Y nos las culpo, yo sería otro más en ese grupo.

Al detenerse frente a mí y al lado de Linda nos sonríe a ambas.

—Hola, hermosas señoritas.

—Hola, Kyle —Linda le lanza una mirada a Kyle y luego se centra en mí—. Iré a ver las demás mesas.

Asiento y ella se levanta dejándonos solos a Kyle y a mí.

—¿Qué haces aquí? —pregunto cuando ya estamos finalmente solos.

—¿Esa es la manera de saludar a tu chico? —sonríe.

—No eres mi chico, no oficialmente.

—Tú eres mi chica aunque tú no lo quieras aceptar.

—No lo acepto porque no lo soy, no todavía.

—¿Qué? —susurra pareciendo dramáticamente dolido—. Pero si ya lo había anotado en mi diario. Había puesto "Kyle y Sky por siempre" dentro de un corazón, y en una página completa. Creí que esto era serio.

—Kyle —protesto.

Él se ríe, y es un sonido tan suave y profundo, algo tan rico que se siente hasta los huesos.

—¿Ya estás libre? —pregunta tomando asiento en el lugar que estaba ocupando anteriormente Linda. Descansa los brazos sobre la barra y se inclina a mí.

—¿Para qué?

—Te quiero llevar a un lugar.

—Todavía me falta una hora para salir.

—Ve —aparece Linda, por el otro lado de la barra. Se acerca al estante de las tazas y toma dos de ellas, las deja a un lado y enciende la cafetera—. Yo te cubriré. Sólo falta una hora.

Falling Into YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora