CAPITULO 21

5 0 0
                                    


"-Me gustas, Jessi-".

Por un momento me detengo a pensar sus palabras, pero entonces me pongo a reir con ganas.

Gaston, que hasta ese momento me habia mirado con precaucion, ahora tiene el ceño fruncido

-¿Se puede saber donde está lo gracioso?- pregunta con tono furioso haciendo que yo ria mas fuerte

-¿Yo?¿Gustarte? Pero por favor, estuve a nada de creerlo, deberias dedicarte a la actuación- digo una vez que me sereno

Gaston se da vuelta y me sobresalto cuando golpea una de las paredes del ascensor

-¡Demonios! ¿Es que acaso no escuchaste? ¡Te acabo de confesar que me gusta!- grita con desesperacion, pero me mantengo inmutable

-¿Ah si? Que bien- mi sarcasmo no le pasa desapercibido.

En un abrir y cerrar de ojos ya está a pocos centimetros, mirandome frente a frente

-¿De verdad nunca lo notaste?- pregunta finalmente con suma tranquilidad

-¿Notar qué?-

-La escusa de la alarma para verte cada mañana, los sonido de las madrugadas para ver si lograba ponerte celosa, la escusa de Cassandra para alejar a todos esos idiotas de ti...me gustaste desde ese dia que me enfrentaste en tu mudanza, solo que nunca tuve el valor para decirtelo de frente y el paso del tiempo lo fue complicando todo- despues de esa confesion no digo nada, porque nada llega a mi mente.

Él acaba de admitir que le gusto y hasta lo respaldó con hechos, pero había algo que no me dejaba aceptarlo. Miedo, recuerdos, inseguridades, rencores...no lo sé.

Un crujido seguido de una sacudida me saca de mis pensamientos: el ascensor vuelve a moverse.

Cuando las puertas se abren, detras de ellas aparecen dos hombres vestidos de azul y el conserje.

-¿Estan bien? No sabemos muy bien la razon de la falla, pero...-

-Estamos bien, no se preocupe- interrumpo la disculpa atropellada del hombre y él asiente sonriendo como disculpa

Sin mirar nada -ni a nadie- camino hasta mi departamento y una vez que la puerta se cierra detras de mi, suelto el aire, que inconcientemente, habia mantenido retenido.

La cabeza me va a mil y todo gracias a las palabras de Gaston.

Le gusto...

Esa idea me quema la cabeza, pero hay algo claro: yo no siento lo mismo y espero mantenerlo así.

El sonido de alguien llamando a la puerta me hace reaccionar y darme cuenta que aun estoy apoyada en la madera

Los golpes de vuelven a repetir ¿Y si es él? De solo pensar esa posibilidad se me acelera el ritmo cardiaco. Aun no me siento lista para enfrentarlo.

-¿Quien es?- me animo a preguntar y la voz de Santiago desde el otro lado manda una oleada de calma a todo mi cuerpo

Al abrir, lo encuentro del otro lado con mi bolso y es entonces que me siento culpable aunque tecnicamente no fue mi intencion abandonarlo

-Santi, yo...-

-Hey, enana, no te preocupes que tu vecino ya me explico todo- lo miro confundida

-¿Gaston?-

Santiago asiente con la cabeza

-Ese mismo, dijo que te llamo para decirte algo importante y que no te quedo otra que venir- explica y yo asiento, aunque por dentro quiera asesinar a mi vecino. Literalmente no me  quedó otra.

-¿Quien te hizo eso?- la pregunta de Santiago me descoloca y más cuando veo que señala mi cuello

"-Ya llevas mi marca, eres mia- dice burlón, pero yo lo miro sin comprender

-¿Que marca?-

-Cuando te veas al espejo lo sabras-"

Sin pensarlo dos veces, entro corriendo hasta el baño y cuando me miro al espejo, las ganas de asesinar me dominan.

A paso lento camino hacia la entrada, donde aun Seba está mirandome con una ceja alzada.

De modo inconciente, mi mirada viaja hasta su puerta ¿Como evitarlo si vive tan cerca? ¿Como no verlo si compartimos el mismo espacio? Solo hay una solucion

-Santi ¿Sabes de algun departamento para mudarme?-

********

-No puede ser ¿¡Enserio vives aca!?- Santiago se encoje de hombros y yo hago un mohin -No es justo- me quejo con el tono de una niña pequeña

-Ahora tu tambien viviras aca, no te quejes- me consuela mientras me abraza

-Sí, pero solo hasta que consiga uno nuevo-

Así es, despues de preguntarle a Santiago sobre el departamento, me ofrecio compartir el suyo y yo acepté hasta conseguir uno.

-Sabes que puedes quedarte aca- me recuerda.

-No le sé, pero siento que, aunque no lo digas, estoy afectando tu espacio- explico, pero él inmediatamente sacude la cabeza

-De ninguna manera, el departamento es grande y se siente muy solitario para una sola persona- me pienso un momento sus palabras.

El departamento -tal como dijo Santiago- es muy amplio, ademas está cerca de mi trabajo y del colegio, aunque no tanto como el anterior. Detalles

-Pero repartimos todos los gastos, TODOS ¿me escuchaste?, no quiero ser solo una carga por la cual sientes pena- digo finalmente y él dibuja una sonrisa ladina

-¿Y si se me olvida repartir algunos?-

-Todos o nada- digo con seriedad y él asiente con un puchero.

-Está bien, enana rebelde-

Despues de instalarme, tomo una ducha y me visto con un pantalon algo descolorido y una camiseta ancha. Usualmente uso mi camiseta de arcoiris y mi pantalon-boxer, pero ahora que vivo con Santiago, no lo siento correcto, sin embargo, él no pareció pensar lo mismo. Cuando entro a la cosina, siento que toda la sangre se agrupa en mis mejillas.

Frente a mi, Santiago prepara la cena con nada mas que unos boxer.

Se encuentra de espaldas a mi. No es de espalda ancha, ni tiene un fisico de infarto, de hecho es delgado y su trasero es casi tan inexistente como el mio, pero igual me logra poner nerviosa verlo de esa forma.

-Demonios, Santi ¿Es que acaso no te podias poner unos pantalones?- chillo y el nombrado se voltea con las mejilla igual de encendidas que las mias, mientras se lleva las manos al pecho

-Por Dios, enana, me has dado un susto de muerte- me reprende y yo me encojo de hombros antes de caminar hasta la heladera

-No habria gritado si tu te hubieses vestido- explico mientras saco un yogur

-Y yo estaria vestido si hubiese recordado que estabas aqui- se defiende, aunque no le creo ni una palabras

-Sí, seguramente es muy facil olvidar mi presencia, especialmente cuando mi bolso aun esta sobre la mesa al igual que mis libros- digo sarcastica.

Santiago se da cuenta que ya no tiene escusa, porque sus mejillas se encienden aun más.

-¡Ay esta bien! ¡Me acordé, pero no pense que fuese tan vergonzoso!- dice finalmente rendido, mientras yo rio a carcajadas.

Esto será divertido

¡No seremos un cliché!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora