"Te extrañaría aún si no te hubiera conocido"
Marcos estaba parado en el altar. Un lugar que sin duda le gustaría ocupar alguna vez, pero no había manera que él estuviera ahí. Nunca se había enamorado, no lo suficiente, en cualquier caso.
Era extraño. Él creía en el amor, sin embargo no lo había sentido. Imaginaba que tendría que esperar, pero no quería esperar. Contrario a muchos de sus amigos, él quería amar a una mujer para toda la vida; y, él quería eso, ya.
Graciosa situación. El mismo hombre al que le servía de padrino parecía no contemplar casarse nunca y ahí estaba, irradiando felicidad mientras miraba caminar por el altar a su futura esposa. Era una mujer bellísima, eran una pareja enamorada. Eso se notaba.
Y él hizo un breve mohín involuntario. ¿Por qué no le pasaban esas cosas a él? ¿Qué tenía de malo? ¡Ah claro, el querer enamorarse! Tal vez se esforzaba demasiado...
No era un hombre común. Esto no era normal. ¿Por qué no? ¿Por qué no podía desear enamorarse? ¡Nunca lo había entendido!
Ah, pero cuando miraba a su hermana gemela a su lado, que afortunadamente no estaba, casi deseaba renunciar a las mujeres. Solo casi. Rose estaba loca y seguramente ahuyentaría a cada novia que él llevara a casa. Como si pudiera haber llevado a alguna... primero debía conseguir una.
No obstante, no había manera. Él lo había intentado, pero las mujeres que había conocido o estaban demasiado interesadas en sus finanzas o sencillamente querían pasar el rato. ¿Cómo se explicaba eso? Ah sí, él no era la clase de hombre que disfruta ese tipo de atención –había dicho su muy apreciada, aunque menor, tía Danaé.
Tal vez era cierto. Llegaría el momento. Solo debía... esperar.
***
Caminó por el pasillo como si lo hubiera hecho cientos de veces, como si con cada paso que daba no dolieran los trozos de su corazón. No se suponía que debía doler así, no más, no de nuevo. Habían sido años y, quien decía que el tiempo era lo mejor para sanar heridas, debería reevaluar su teoría. No funcionaba. ¡No... funcionaba... nunca!
Bueno, cabía la pequeña posibilidad, que simplemente no funcionara con ella, y ahí terminara la historia. ¡Oh sí! Y no había mejor momento para pensar en eso que camino al altar, sin duda, ¡qué grandes ideas tenía!
Todo era culpa de su hermana y su afán porque la acompañara con ese soso vestido. ¡Cómo había estado tentada de quejarse aunque al final no lo había hecho! Es que la quería demasiado, ella había sido su soporte cuando la tragedia cayó directamente sobre su cabeza. De hecho, con cada pequeña tragedia, ella había estado ahí. Y eso, no se lo podría pagar nunca. La había escuchado, consolado, intentado hacer reír y obligado a seguir adelante. Eso era mucho. Se lo debía y estaría ahí, con su mejor sonrisa. En su boda, aunque su corazón se cayera a pedacitos. De nuevo.
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Tan solo amor (Italia #7)
RomanceMarcos Ferraz soñaba con enamorarse, lo que le había conllevado variadas burlas de los jóvenes miembros de su familia. Sin embargo él no temía admitirlo, muy dentro de su corazón, sabía que la encontraría. Y lo hizo, en una boda... solo lo supo...