Capítulo 11

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Marcos no pudo evitar esbozar una sonrisa de diversión al escuchar su pregunta e hizo como si reflexionara mucho sobre sus palabras, quedándose varios minutos en silencio. Mía puso los ojos en blanco. Ante eso, él rió.

–Bien, ya. Eres impaciente, ¿sabías? –Marcos sonrió aún más ante el gesto de Mía–. Cada vez que haces eso... me da escalofríos.

–¡Sí, lo recuerdo! –Mía lo vio con sospecha– ¿te recuerda a alguien, verdad?

–Sí, pero no quieres saber a quién –dijo él, frotándose los brazos con exageración.

–Claro que quiero, Marcos. Dímelo –pidió.

–A Rose –explicó y Mía se sorprendió–. ¿Qué esperabas? ¿El nombre de una novia?

–Así que admites que tuviste novia... –se cruzó de brazos– ¿cuántas?

–Te dije que no he tenido ninguna novia, Mía. Lo prometo.

–Eso no es posible –gruñó con impaciencia.

–¿Qué no haya tenido novias? ¿Por qué no?

–Porque eres un hombre –explicó Mía ofuscada.

–Buen razonamiento –soltó él con sarcasmo–, pero lo estás tomando equivocadamente. No he tenido nada serio, con ninguna mujer. A eso me refería.

–Ah, eso es diferente –Mía suspiró– ¿ves? Sí te has involucrado con otras mujeres.

–¿Cómo no? –él puso los ojos en blanco–. Como tú lo has dejado claro, soy un hombre. ¡Claro que me he involucrado con otras mujeres! ¿Tú no tienes un pasado?

–Entonces... –Mía lo miró como si hubiera mentido, omitiendo su pregunta.

–Entonces, nada. No he tenido ninguna novia, nunca. Porque para una relación, se necesita amar a la otra persona. Y nunca antes yo he amado a nadie, Mía. Solo a ti.

–Gracias –Mía le dio un beso en los labios y sonrió– ahora quiero saber algo más. Tengo mucha curiosidad sobre lo mucho que pareces conocer a las mujeres en general. Has tenido... bueno, has salido con muchas, ¿verdad?

Marcos puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos, con gesto impaciente.

–¿No vas a dejar el tema, verdad?

–No –respondió Mía, sin pestañear.

–¿Podré preguntarte lo mismo cuando termines el interrogatorio conmigo? –preguntó Marcos mortificado, esperando que eso la hiciera desistir.

–Puedes, aunque no hay mucho que decir. Nunca fui de mucho salir, estuve demasiado tiempo con Sean, por tanto nada interesante. ¿Puedo empezar?

Marcos apoyó la mano sobre una mesa cercana y se lamentó el haber venido antes. Mucho tiempo antes. Mía se llevaría una decepción.

–Bien, puedes empezar. Pero luego no te quejes de lo que averigües –advirtió.

Mía reprimió un mohín, aunque no se dejó intimidar. Ella necesitaba saber ante qué se enfrentaba. ¡Cuántas mujeres debieron ser parte de la vida de él! Es que era imposible que no fuera así. No había manera.

–Cuando nos conocimos –empezó Mía, sin saber bien qué decir– ¿hace cuánto tiempo no tenías una relación?

–¿Una relación? –Marcos suspiró y la miró–. Bien, hace meses que no salía con ninguna mujer, si es esa tu pregunta.

Mía asintió, satisfecha. Él se sentó a su lado.

–¿Viajas mucho? –preguntó con tono desinteresado.

Tan solo amor (Italia #7)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora