Mía se tragó las decenas de insultos que se agolpaban en su cabeza, limitándose a asentir con fuerza para no golpearlo. ¿Quién era esa Emma? ¿Nueva novia de André? ¿Por qué buscaba a Marcos? ¡Su mirada parecía decirlo todo! Estaba interesada en él... y, aun cuando él no parecía interesado en ella de esa manera, sí que parecía tenerle un gran cariño. ¿Por qué? ¿De dónde nacía eso?
¡Se moría de celos! Jamás le había pasado antes, solo con Marcos. La primera vez con Alessandra y ahora con esa Emma. ¿Por qué no le había hablado de ella? ¿Habían tenido algo y ella no sabía?
–Es solo que... estoy preocupada por Alessandra –empezó Emma, vacilante–. Ella, es evidente creo, está enamorada de André. Yo continúo pensando que no es conveniente y no importa que tú digas que todos tienen un pasado, André y Alessandra... bueno –Emma suspiró– solo necesito que me digas que es lo que sabes. Ella es prácticamente mi mejor amiga, la quiero mucho y sé que tú no me mentirías. Ante todo, eres transparente y me dirás si André...
–¿Por qué ahora? –Marcos señaló con preocupación mientras le pedía que se sentara frente a él, y él mismo tomaba asiento en otro sofá con Mía–. Pasó algo, ¿cierto? –Emma asintió–. Lastimosamente, tendré que reiterar lo que te dije la última vez. No sé mucho de André, sé que somos familia pero él siempre ha mantenido sus relaciones en reserva, por decirlo de alguna manera. No puedo ayudarte... tal vez Alex podría, aunque creo que tampoco será muy útil pues está en su propio mundo.
–¿Enamorado? –Emma sonrió y Marcos asintió– ¿quién tuviera esa suerte? –rió, encogiéndose de hombros– o desgracia, dependiendo de quién sea.
–¡Emma! –reprendió riendo Marcos– no digas eso. Encontrarás un hombre al que amar y te arrepentirás de cada palabra.
–Lo dudo mucho –soltó con seguridad Emma– los hombres como tú no existen.
Mía apretó los dientes con fuerza para no abalanzarse sobre Emma. Miró la reacción de Marcos, que pareció tomarlo como una broma o un cumplido, no estaba segura, pero no hizo nada más que sonreír y levantarse para despedirse ya que Emma había hecho lo mismo, primero.
–Cuídate mucho, Emma –la acompañó hasta la puerta y se despidieron con un abrazo–. Espero verte en mi boda.
Mía no logró escuchar que contestaba, aunque la consolaba que Marcos no se olvidara de la boda. Con ella.
–Encontrarás a alguien, lo sé –él le besó en la mejilla y cerró la puerta. A Mía no se le escapó que esa Emma acarició la mejilla de Marcos y sonrió. Demasiado–. ¿Comemos, Mía?
–¿Comer? –Mía exclamó– ¿Qué tal si me explicas qué fue eso?
Marcos abrió la boca con sorpresa y luego intentó hablar pero no lo lograba. Nuevamente, Mía sintió intensas ganas de golpearlo pues él parecía a punto de echarse a reír. Con grandes carcajadas, dicho sea de paso.
–¿Eso? ¿De qué hablas, amor? –Marcos se acercó con esa sonrisa aunque Mía cruzó los brazos, como signo de obstinación–. ¿Estás celosa?
–¡Muy gracioso! –Mía trató de resistirse a su abrazo– ¡no es divertido, Marcos!
–Tu expresión, Mía... –Marcos la volvió a abrazar– eres tan hermosa.
–¡Basta! No me distraerás así... quiero saberlo todo –se quejó cuando él la beso en la punta de la nariz y sonrió.
–Está bien ¿qué quieres saber, Mía? –preguntó con calma.
–¿Quién es Emma? ¿De qué la conoces? ¿Por qué parece que... son tan cercanos? ¡Incluso la invitaste a nuestra boda! –resopló con enfado.
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Tan solo amor (Italia #7)
RomanceMarcos Ferraz soñaba con enamorarse, lo que le había conllevado variadas burlas de los jóvenes miembros de su familia. Sin embargo él no temía admitirlo, muy dentro de su corazón, sabía que la encontraría. Y lo hizo, en una boda... solo lo supo...