Capítulo 10

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Unas horas más tarde, Marcos y Mía se dirigían al hotel que él había recomendado. Dejó que se instalara y prometió ir más tarde para llevarla a comer. Mía asintió y se despidieron con un beso. Marcos no sabía que eran; y sin duda, no estaba listo para responder preguntas sobre eso.

Sin embargo, tenía que hacerlo. No había otra alternativa.

Rose.

Miró la casa de sus padres. Aun cuando siempre la había visto enorme, era muy acogedora. Era su hogar y él así lo sentía. Encontró que su padre no estaba, saludó a su madre y preguntó por Rose. Subió las escaleras hasta encontrarse frente a la puerta de su hermana. Golpeó.

–Puedes entrar, hermanito –escuchó la voz de Rose desde dentro. Suspiró, resignado.

–Rose –él entró y cerró la puerta–. ¿A cuántas personas le has dicho ya? A mamá, sorprendentemente no, pues no ha mencionado nada.

–A... –Rose hizo ese gesto familiar y él sintió recorrerle un escalofrío–. A ninguna, Marcos.

–¿Ninguna? –preguntó, extrañado– ¿aún no le has dicho a nadie?

–No, ni creo que lo haré, ¿verdad? –inquirió con suspicacia.

–No por el momento –asintió Marcos–. Es solo que...

–¿Qué? –presionó Rose, curiosa– ¿es una conquista tuya? Porque haberla llevado a tu departamento y...

–No, claro que no –él negó, bastante fuertemente–. Ni se te ocurra pensar eso. Mía es...

–¿Es? –Rose no tenía mucha paciencia. Lo miró y le golpeó el brazo– ¿qué es?

–No lo sé –soltó despacio Marcos– solo es ella. Es Mía.

–¿Es Mía? ¡Qué elocuente, hermano! –rió Rose–. ¿Tú la amas, cierto?

–¿Por qué iba a negarlo? –respondió. Rose asintió, aprobadora.

–No diré nada, por el momento –prometió Rose–; sin embargo, no te tardes demasiado.

–Lo sé –confirmó Marcos– el reloj empieza a correr en mi contra.

–Y cada vez más rápido –bromeó Rose, mientras Marcos se despedía con un beso.

–Los relojes van siempre al mismo ritmo –gritó Marcos con una risita, escuchando como un objeto pesado se estrellaba contra la puerta que él acababa de cerrar. Rió.


***

–No, Marcos –negó Mía saliéndose de su abrazo– no puedo conocer a tu familia aún. Es demasiado pronto –tembló con la sola idea– podría no agradarles.

–Les agradarás –afirmó él con una sonrisa– y no solo eso, te aceptarán con felicidad Mía. Te lo aseguro.

–Quisiera estar tan segura como tú –acotó, exasperada.

–Además, es una fiesta. Si te sientes incómoda, nos excusaremos y salimos de ahí.

–¡Ya me siento incómoda con esto! –refunfuñó Mía y solo resultó en una gran sonrisa de Marcos–. ¡No es gracioso!

–Nunca dije que lo fuera –recibió tan solo una mirada de enfado de Mía y él trató de sofocar la risa, en vano– no tienes nada de qué preocuparte.

–Sí, yo te diré exactamente lo mismo cuando conozcas a mi familia completa. Y a mis hermanos –se burló.

–Ya conozco a tus hermanos –respondió Marcos con tranquilidad.

Tan solo amor (Italia #7)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora